Las mejores vacaciones de mi vida fueron las del verano del 2013. Decidimos con mi pareja, Agustín, viajar a las sierras de Córdoba, sólo con un bolso, la carpa y muchas ganas de desconectarnos de la rutina. Al principio nos preocupaba el modo de llegar, pero mi papá, sin siquiera preguntarle, nos prestó el auto.

Salimos a las 6 de la mañana, con la esperanza de encontrar el camino despejado. A pesar de la lluvia, y de no tener planeado el lugar hacia el cual nos dirigíamos, a las 11 ya teníamos la carpa armada en un camping de Villa Giardino.

Durante la semana, aprovechando el gran favor de papá, recorrimos cada día un pueblo diferente. La Falda, La Cumbre, Capilla del Monte y San Marcos Sierra fueron los elegidos para explorar.

Fuimos a visitar a los familiares de mi novio que viven en la zona. Dueños de una empresa familiar ubicada en La Cumbre, elaboran la mejor cerveza artesanal y hacen las mejores pizzas que probé en mi vida.

Con la ayuda de los mapas que buscamos en los puntos de información al turista, visitamos cada sitio que nos pareció interesante. Hicimos un largo recorrido por todo el Valle de Punilla, siempre con buena música y el infaltable mate.

La historia

Lo más impactante fue la casa-museo de Manuel Mujica Lainez. Su tamaño, su monumental parque, la excentricidad de su decoración y la mística que envuelve al lugar son factores que la tornan fascinante. Dentro de la visita guiada, nos explicaron cada detalle, hasta el motivo por el cual compró “El Paraíso”. Allí se encuentran sus libros, sus colecciones y su máquina de escribir. No pude evitar comprar un par de libros, y de paso, leerle en voz alta a Agustín los primeros capítulos de “Cecil” a la orilla del río una tarde en San Marcos.

Al recital

Un día, cuando estábamos comiendo las mejores empanadas del mundo en la base del cerro Uritorco, me llegó un mensaje de una amiga diciéndome que ese sábado tocaba La Renga en el aeródromo de Santa María de Punilla. De regreso a Villa Giardino, averiguamos los puntos de venta de las entradas, y tuvimos la suerte de encontrar las últimas del talonario en un pequeño local en La Falda.

Con la carpa desarmada, el auto cargado y una felicidad enorme, salimos para el recital. Nos tocó un hermoso día, nos encontramos con muchos amigos, y fue una noche fantástica. Muy cansados, pero con el corazón contento, partimos hacia Córdoba apenas terminó. Pasamos nuestro último domingo ahí, visitando a unos familiares míos. A la nochecita emprendimos la vuelta, con la certeza de que fue un viaje lleno de sorpresas y cosas lindas, en uno de los lugares más bellos de nuestro país.