Pese a que el máximo anhelo es reencontrarse con sus familiares, los abuelos del Hogar de Ancianos “Enrique J. Carrá”, que desde abril pasan sus días en Casa Betania, un lugar utilizado para retiros espirituales, saben que para eso deben esperar a que la pandemia otorgue una tregua. Si bien cuesta, son responsables. Mientras tanto, esperan.

Los días pasan en el predio ubicado en Quebracho Herrado, entre charlas y algún que otro juego que les ocupe la cabeza en otra cosa que no sea el coronavirus. Para hacer más llevadera la estadía, ya no se ven noticieros en la tele, sino que ahora suena más la música.

Coronavirus: ¿cómo sigue la vida de los abuelos del Hogar del hospital en Betania?

Pablo Arri, encargado médico y administrativo del Hogar, ve con buenos ojos la llegada de la primavera para la ampliación de actividades recreativas. “El frío nos impidió las actividades en el exterior, pero tenemos un patio hermoso, tanto delantero como trasero, así que ahí salimos a caminar, paseamos, cuando hacemos algún almuerzo, donde yo me quedo, tratamos de hacer algún entretenimiento como jugar a las bochas en el patio. También hay para pintar, escribir; hay muchos nonos a los que les gusta escribir, les damos cuentos para leer, hay algunas actividades. Por supuesto que son menos que las que hacíamos acá porque no va personal de terapia ocupacional, fisiatría. Pero tratamos, en el espacio donde enfermería ya realizó su tarea, de hacer algo para todos ellos”, explicó.

Rigurosidad

En el lugar hay 19 abuelos: 10 mujeres y nueve hombres, acompañados de unas 20 personas que los asisten: 13 abocadas a la enfermería, cuatro a la limpieza, tres a la cocina y otras tres a la ropería.

Todo el trabajo se hace siguiendo rigurosos protocolos preventivos. “En las últimas semanas, que se incrementaron los casos, hicimos más que nunca riguroso el uso de elementos de protección personal y el cumplimiento a rajatabla del protocolo de institución cerrada. En realidad no cambió, sino que estamos muy por encima del cumplimiento estricto. Y los nonos con deseos de poder volver a estar con sus familiares más tranquilos, eso es lo que hoy abunda”, dijo Arri.

En ese sentido, el médico y encargado de la institución destacó el trabajo de todo el equipo, principalmente de los enfermeros y enfermeras: “Siempre hacen más, siempre lo hicieron y ahora mucho más. Es un sacrificio realmente poco valorado en lo económico, porque me parece que deberían estar mejor remunerados, pero a la vez son poco reconocidos socialmente. La enfermería es un servicio indispensable y esencial y aparte los profesionales que la realizan lo hacen muy responsablemente. Hay enfermeras que salen a cubrir a otras por circunstancias equis, o ahora mismo, que vemos que hay que cubrir aislamientos, hacen 16 horas y se esfuerzan y buscan siempre el bienestar del anciano y de cumplir con sus tareas. Se llevan el párrafo especial de la pandemia”, valoró.

“Están ansiosos”

Los abuelos esperan con ansias que la pandemia termine. Anhelan reencontrare con sus seres queridos, con quienes se comunican por medio de la tecnología, ya sea llamados telefónicos o videollamadas.

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Están ansiosos, con deseos de que todo esto termine. Interpreto que en la misma calidad que nosotros, nada más que ellos tienen más tiempo para seguir pensando en lo mismo. Ellos, al no tener tantas actividades que quizá los desconcentren un poco de esta historia, están todo el día pensando en cuántos casos hay, cuándo terminará todo esto. Ahora tratamos de que no vean tantos noticieros, tratamos de ponerles música y videos”, comentó Arri.

Sobre el final, el médico señaló: “Ellos no tienen muchas otras cosas en qué pensar, están ansiosos y con ganas de que esto se termine, cuando en realidad esto recién empieza. Su anhelo es reencontrase con sus familiares, pero terminando la pandemia. Ellos están preocupados por los suyos. El deseo es doble: que termine la pandemia y volver a encontrarse con sus familiares”.