El investigador de INTA Paraná y especialista en ecofisiología y manejo del cultivo de soja, Diego Santos, es el protagonista de la quinta capacitación técnica del ciclo 2015 del programa Agricultura Consciente de Nidera (www.agriculturaconsciente.com).En cuatro videos, el especialista analiza y recomienda, zona por zona, las principales estrategias de manejo que los productores deben tener en cuenta a la hora de encarar la campaña.

Desde el campo Experimental de INTA Paraná, uno de los tantos sitios que forman parte de la Red Nacional de Ensayos de Cultivares de Soja (RECSO), y entre más de 170 cultivares pertenecientes a distintas empresas semilleras, Santos brinda un panorama de la soja en la argentina y comparte una serie de tips para ganar en eficiencia.

“Temperatura, radiación y precipitaciones inciden directamente en la producción de soja”, comienza diciendo el investigador y agrega que en los últimos años se han venido viendo algunos cambios en el clima, como el corrimiento de las precipitaciones hacia el Este. “Regiones como el norte de La Pampa o el oeste de Buenos Aires, que pasaron por buenos períodos lluviosos, ahora están debiendo manejar más cuidadosamente el agua para poder producir cultivos”, dice el técnico.

Santos destaca que así como la radiación y la temperatura son factores que determinan el rendimiento del cultivo de soja, el agua y los nutrientes lo limitan, y las enfermedades, malezas e insectos, funcionan como reductores del rinde.

Para analizar las estrategias de manejo más adecuadas para cada región, el especialista divide al país en tres, norte, centro y sur, y hace su aporte. La soja en la región norteEn esta zona, la mirada está en las altas temperaturas promedio que impactan en el cultivo. Aquí los productores tienen un amplio abanico de opciones, que van desde variedades de ciclo de madurez 4 hasta 8.

“Aunque en el NEA hay precipitaciones desde fines del invierno, durante todo el verano y hasta el otoño, la gran limitante es el estrés térmico. Las altas temperaturas que ocurren durante el mes de enero obligan a sembrar grupos largos, de manera de llegar al período crítico reproductivo en febrero, con buenas lluvias y menores temperaturas”, apuntó Santos. En el NEA, el especialista recomienda recurrir a variedades de alta estabilidad, si es posible indeterminadas.

En el NOA, por su parte, las altísimas temperaturas que afectan al Chaco dejan de ser un problema. Allí se pueden sembrar ciclos más cortos –abundan grupos 6 medios hasta 7 largos- y la dificultad radica en el clima monzónico. “Las lluvias están mucho más estacionadas y empiezan recién a fines de octubre y noviembre, por lo que se puede sembrar a partir de diciembre”.

A la hora de las recomendaciones, “nos mantenemos más quietos que nunca en lo que hace a distanciamiento. No tiene sentido, cuando la principal limitante es hídrica, estar buscando mejorar la captación de radiación arrimando surcos”, dice Santos y agrega: “mantenemos el distanciamiento a 52 y sembramos después de las lluvias, con buen contenido hídrico, aunque se vaya la fecha hacia fin de año. Y se utilizan grupos de madurez que sembrados en diciembre permitan tener el período crítico avanzado en enero o principios de febrero, cuando se reciben precipitaciones”. En la zona central.

“Una de las ventajas que tenemos en esta zona es una amplia etapa de cultivo. Podemos estar sembrando soja desde fines de septiembre hasta enero, es decir, de grupos 3 largos a 6.8 indeterminados o 7 cortos. Y aquí juegan un papel importante las variedades con opciones de hábito de crecimiento”, dice Santos mientras compara en www.agriculturaconsciente.com dos variedades de ciclo similar. Frente a la que tiene hábito de crecimiento indeterminado, Santos relata que “el tallo sigue creciendo casi toda la estación y produciendo nuevos nudos”. Frente a la otra, con hábito de crecimiento determinado, que se ve más baja, dice que “la planta para de crecer y llega a una determinada altura y se frena”.

Para el técnico, la elección de la variedad de acuerdo al ambiente resulta clave para lograr la mejor ecuación en la interacción genotipo-ambiente. “Potencial y estabilidad de rendimiento son las dos herramientas que la RECSO provee para elegir variedades de manera adecuada”, apunta.

Para los productores de la zona centro, el factor más importante es el agua. “La soja no es un cultivo que se pueda sembrar en seco y esperar a que llueva. Es una semilla sumamente sensible, por eso es preferible esperar una lluvia aunque se demore la fecha de siembra un poco”, recomienda Santos y destaca que de la franja central hacia el oeste es donde hay que empezar a mirar mucho más los detalles de economía del agua. Es decir, manejar los barbechos, las rotaciones y la siembra directa. 

Fuente: Infocampo