En el taller del 800 de la avenida Libertador Sur, la luz arrecia. Una de las dos lámparas del galpón lleno, absolutamente lleno de cosas, alumbra la mesa de trabajo, donde Franco está ahora. Franco pone dos sillas de chapa naranja en la oscuridad de la vereda y comienza a hablar sin que se le pregunte nada puntual. Parece preparado para algo que fue más espontáneo que otra cosa. Quizás, el calor y el final de la jornada laboral.

“Empecé haciendo licores caseros y vino de granada, un vino licoroso fenomenal. Empecé a los 12 o 13 años a hacer licores. En las adolescencias de antes tenías cosas más permitidas. Ahora lo hacen igual, pero a escondidas. Nosotros lo hacíamos con el control de nuestros viejos”, dice.

Baroni cuenta que después con su hermano se metió más de lleno en la elaboración de vino. Pero lo terminaron abandonando. Allí surgió el interés por la birra: “Hace siete años atrás me fui a pasar Navidad a la casa de mi hermana en Córdoba y me levanté a la mañana diciendo: ‘Yo quiero hacer cerveza, acá debe haber alguien que venda lo necesario para hacerlo’. Me metí en internet y encontré ese lugar que vendía. Agarré el auto y fui”, relata.

¿Cómo te salió esa primera cocción?

Empecé más porque me interesaba el proceso de la elaboración, transformar un líquido dulce en un líquido con graduación alcohólica y porque, obvio, me gusta el sabor de la cerveza. Empecé buscando por internet, como hacemos con todo, pero lo que había era una cosa muy codificada, para gente que ya estaba haciendo. Mi primera cerveza no salió mala, aunque no de la mejores. Después de eso hice los cursos, ahí empecé a hacer los procesos realmente bien y luego me hice mi primer equipo para cocinar cerveza.

Taller cervecero

En el centro del taller se ven las ollas y otra serie de implementos necesarios para la cocción de cerveza. Ahora Franco está haciendo un tanque de 150 litros para fermentar esa cantidad de cerveza en una sola cocción. Parece la casa rodante de Breaking Bad; y Baroni, una versión muchos menos peligrosa que Walter White.

Hacés que suene fácil hacer cerveza en el fondo de tu casa, porque vos tenés una habilidad natural para hacerlo, más allá de tu formación universitaria.

Hacer cerveza es un proceso, y como todo proceso hay que seguirlo. Seguilo, no desvíes o cambies los valores ni lo tiempos de los procesos. Yo estudié dos años Ingeniería Química acá en la UTN, y eso me ayudó a entender lo que significa un proceso. El que lo quiera entender y aplicarlo como tal, le va a resultar facilísimo hacer cualquier cosa.

¿Te genera satisfacción hacerlo?

Es una satisfacción la propia elaboración, desde que empezás a producir tu propio producto. Si te gusta, nunca va a ser mejor el comprado.