Se trata de “Marie” Bossio, quien se pregunta si San Francisco es una zona liberada. La joven comentó en la red social: “Hasta hace poco yo era simple testigo de la inseguridad en nuestra ciudad hasta que me tocó vivirla en carne propia. El sacrificio de años para comprar un terreno y construir nuestra casita para vivir en familia hoy se ve opacada por el dolor y la impotencia de sufrir robos continuos de todo aquello que tanto nos cuesta conseguir: ladrillos y material de construcción, y en el término de diez días cuando nos íbamos a instalar, dos puertas, una ventana y herramientas”.

Luego expresó que tuvieron que “montar guardia” por la noche y que en una oportunidad sorprendieron a los ladrones: “Llamamos a la policía y allí vino lo peor: declaraciones, traslado a la seccional, esperas, hasta la llegada de la secretaria de la fiscal y LA GRAN SORPRESA: mientras de nuestra parte seguíamos esperando, por la PUERTA PRINCIPAL salieron los delincuentes mirando fijo, haciéndonos una seña extraña y con una sonrisa en sus labios”, escribió indignada.

Aquí el texto completo que la joven escribió

SAN FRANCISCO: ¿CIUDAD LIBERADA?

Se dice que más grave que la pérdida de valores en una sociedad es la pérdida de capacidad de asombro. Y sinceramente ya no nos asombra tanta impunidad y atentado contra ciudadanos honestos y trabajadores que ven truncadas sus esperanzas cuando le arrebatan sus bienes y hasta la vida. Tampoco nos asombran expresiones como “los delincuentes entran por una puerta y salen por otra” sin advertir su gravedad. Hasta hace poco yo era simple testigo de la inseguridad en nuestra ciudad hasta que me tocó vivirla en carne propia. El sacrificio de años para comprar un terreno y construir nuestra casita para vivir en familia hoy se ve opacada por el dolor y la impotencia de sufrir robos continuos de todo aquello que tanto nos cuesta conseguir: ladrillos y material de construcción, y en el término de diez días cuando nos íbamos a instalar, dos puertas, una ventana y herramientas. Entre todos tuvimos que montar “guardias nocturnas” hasta que una noche sorprendimos a los mismos ladrones que habían incursionado días atrás, quienes habían sido reconocidos pero claro, ¡faltaban pruebas! Llamamos a la policía y allí vino lo peor: declaraciones, traslado a la seccional, esperas, hasta la llegada de la secretaria de la fiscal y LA GRAN SORPRESA: mientras de nuestra parte seguíamos esperando, por la PUERTA PRINCIPAL salieron los delincuentes mirando fijo, haciéndonos una seña extraña y con una sonrisa en sus labios. ¡GRACIAS DRA. LEONOR FAILLA! “Falta de pruebas” nos dijeron, aún cuando los ladrones conducían un auto con los faros rotos y sin poder justificar si eran sus dueños, cuestiones que si nos ocurre a nosotros, nos detienen por averiguación de antecedentes. Tras la indignación, nuestras mentes no pararon hasta encontrar medidas de mayor seguridad como alarmas, rejas, cerco, la lucha para que colocaran las luces al barrio ya que de noche es un “boca de lobo” hasta que en horas de la mañana (los albañiles iban a trabajar después del mediodía) al regresar de la casa de un familiar, descubrimos ventanas rotas, robo de electrodomésticos, una bicicleta, un estuche con simples recuerdos familiares como por ejemplo el primer diente caído de mi hija y una máquina de cortar cerámicos recién comprada. Algunos vecinos que todavía tienen la valentía de no caer en la indiferencia, aparecieron con pistas. Otra vez acudimos a la policía y observamos cómo el agente nos miraba sin saber qué decirnos. Cuando le preguntamos: ¿y, qué hacemos?, nos respondió que para estar seguros NO DEBEMOS SALIR DE LA CASA. Somos gente trabajadora y fundamentalmente pacífica pero la impotencia y la terrible desprotección en la que estamos inmersos nos nubló la razón y es así que tuve que rogarle a mi esposo que no busque enfrentamientos porque no llevamos el crimen en la sangre, fuimos formados con otros valores y a nosotros sí nos dejarían tras las rejas. Alguien puede llegar a decirnos: “Y bueno…pudo ser peor” justamente porque ya nada nos asombra. Por eso, ante todo esto, me pregunto:

De todos los abogados, jueces, fiscales de nuestra ciudad ¿cuántos han sufrido robos o cualquier situación de inseguridad como la que estamos padeciendo el resto de los ciudadanos? Si no lo sufrieron ¿por qué? ¿simple casualidad?

¿Cuántos miembros de nuestra sociedad cuya misión es la de protegernos, realmente lo hacen o no actúan por miedo? Y si es así ¿por qué aún siguen en sus puestos?

 Si el menor de edad no puede ser tratado como adulto ¿qué esperan para trasladar su accionar al adulto responsable?

¿Por qué si la policía detiene a los sospechosos con una orden judicial salen tan rápidamente en libertad mientras la víctima sigue declarando? ¿Vale la pena hacer denuncias y exposiciones?

¿Cuánto más tenemos que padecer los ciudadanos que estando libres nos sentimos presos? ¿Tendremos el valor de salir a la calle a reclamar justicia? ¿O debemos hacer justicia por mano propia?

¡POR FAVOR QUE ALGUIEN HAGA ALGO, QUE ALGUIEN ME RESPONDA Y ME DÉ UNA SOLUCIÓN! GRACIAS POR SU ATENCIÓN Y… QUE DIOS NOS AYUDE