Desde la Sociedad de Bomberos Voluntarios San Francisco alertaron que a partir del mes de junio se prevé el comienzo de la temporada de incendios de vegetación. En esta oportunidad, el peligro es extremo debido a “la sequía acumulada, que junto a las heladas y los vientos invernales son la combinación perfecta para la ocurrencia de incendios difíciles de controlar por la cantidad de combustible en condiciones ideales para arder”, indicaron.

Para mitigar los efectos de esta problemática, el Departamento de Incendios Forestales comenzó a trabajar de manera preventiva en la realización de brechas y caminos corta fuegos en la vera de la ruta vieja, lugar en dónde los incendios demandan de muy largas jornadas de combate.

“Con estos caminos se buscan espacios seguros desde dónde trabajar y dónde anclar los incendios, parcelando los terrenos y limitando la propagación”, explicaron.

A su vez, brindaron una serie de recomendaciones destinadas a los productores agrícolas. “Recomendamos a los productores rurales la realización de estos caminos -corta fuegos- realizando vueltas con arado, especialmente en cercanías de banquinas y caminos públicos, lugares de acopio de basura y en la proximidad de casas y galpones, a fin de reducir el riesgo y las pérdidas producto de incendios”, puntualizaron.

Alerta ambiental

Cada año, el peligro por incendios forestales se incrementa desde principios del mes de junio debido a las condiciones climáticas en la provincia. Es por esto que el Gobierno de la Provincia de Córdoba estableció el “Estado de Alerta Ambiental”, que tendrá vigencia desde el 1º de junio de 2023 hasta el 31 de diciembre de 2023, inclusive.

El Decreto 590/2023 se publicó el miércoles 10 de mayo en el Boletín Oficial del Gobierno de la Provincia de Córdoba, y establece que mientras dure la Alerta ambiental “está prohibido en tierras públicas el encendido de cualquier tipo de fuego y de toda actividad que pueda dar lugar al inicio de incendios”, en todo el territorio provincial.

Dentro de los argumentos, se menciona que durante “las estaciones de otoño e invierno se agravan las situaciones de sequía, sumado a las heladas tempranas y olas de calor recurrentes, afectando especialmente a las zonas serranas y a las agro-ganaderas” y que los focos ígneos también “provocan gravísimas consecuencias patrimoniales, afectando la producción, el turismo y otras numerosas actividades, como así también la destrucción de áreas naturales, el deterioro de la flora y fauna, lagos, la desertificación y erosión del suelo, por lo que se impone la obligación de arbitrar las medidas necesarias para prevenir dichas consecuencias”.