Corrían los años setenta y la Universidad Tecnológica Nacional Facultad Regional San Francisco otorgaba sus títulos a los primeros graduados, integrantes de aquel grupo que se lanzó al desafío de estudiar ingeniería en esta ciudad desde el inicio del primer ciclo lectivo, en abril de 1970.

Entre los primeros nuevos profesionales que se graduaron en nuestra casa de estudios estuvieron Beatriz Mina y Silvia Peruchi. Ambas se recibieron como ingenieras en Construcciones entre fines de 1976 y comienzos de 1977, y se convirtieron en las primeras mujeres egresadas en la Facultad local, según recordaron desde la Universidad en un artículo. Se trata de una carrera que hoy ya no se dicta.

En el caso de Mina, se acercó a la ingeniería por su pasión por la Matemática y la Química y para no alejarse de su familia. La historia de Peruchi fue similar. Sin ganas de irse de su ciudad, e indecisa entre un profesorado y una ingeniería, decidió que esta última le abriría más puertas.

Con el título obtenido poco después, Mina trabajó en forma independiente al mismo tiempo que abrazó la docencia por casi 40 años. Peruchi trabajó unos años en Jujuy, apenas egresada, en los Altos Hornos Zapla. Siendo inspectora de obra, se convirtió en la primera mujer que entró a la planta teniendo dos obras a cargo: la obra Puesto Viejo, a cielo abierto, y 9 de octubre, a socavón. Sin dudas, los éxitos fueron muchos más.

La lucha por el edifico propio

Ambas recordaron que las clases las cursaron en el Colegio Sagrado Corazón de los Hermanos Maristas, teniendo en cuenta que por aquella época el actual edificio de la Facultad Regional San Francisco no existía. Y las dos fueron, también, parte de que ese sueño se haya hecho realidad.

“Los estudiantes colaboramos haciendo una gran manifestación, cosa que impactó mucho en la sociedad. La mayoría de los estudiantes marchamos hasta este lugar pidiendo el edificio. Vinimos por barro, con lluvia, porque desde avenida Urquiza hasta este lugar no había pavimento. Y en un momento dado, después de muchas gestiones, se logra conseguir el compromiso de que este edificio iba a quedar para la Universidad”, contó Mina.

Acto seguido rememoró: “En aquel momento me eligen para trabajar con el ingeniero Aylagas para desarrollar y convertir este edificio, que era un futuro convento, en un futuro centro educativo. Y así lo hicimos, trabajando codo a codo”.

Y agregó: “Los estudiantes primero y los primeros egresados después apostamos a que la Universidad fuera de calidad y de excelencia, que fuera un volcán que llevara ingenieros a todo el mundo. Y así lo hemos logrado, por lo menos es lo que estamos visualizando. La calidad de la docencia universitaria dentro de esta casa es de excelencia”.

Peruchi sumó: “Ya bregábamos con el Centro de Estudiantes por la lucha del edificio propio. Fue una gran pelea que hicimos para poder tener esto que es realmente un imperio. Ahora lo veo y digo ‘qué grande que está’ y forma parte de nuestra vida. Mucha parte de mi vida pasó dentro de estas aulas, de estas paredes”.

Matrículas mixtas, desde el primer día

A diferencia de lo que pueda pensarse, la ingeniería desde siempre fue una carrera que tuvo una matrícula mixta, con gran cantidad de mujeres estudiándola en sus aulas, sobre todo en el caso de lo que fue la Ingeniería en Construcciones.

“Comenzamos 180 personas, porque el primer año es básico a todas las carreras de ingeniería, y había muchísimas mujeres. Y no eran muy grandes en edad, la mayoría era de nuestra edad, los hombres eran mayores. Después se corta Construcciones, algunos terminan en Córdoba, otros en Santa Fe. Pero hubo mujeres estudiando Electromecánica, y más adelante Ingeniería Electrónica y en Sistemas de Información, ahí vuelve otra vez a volcarse una mayor cantidad de mujeres, como también sucedió con Ingeniería Química”, contó Mina.

Peruchi lo confirmó: “Éramos como 160 alumnos de los cuales estábamos la tanda de los que recién egresábamos de la secundaria y los compañeros mayores, que eran técnicos, habían ido a la escuela del trabajo, ya con familia, que en su momento vieron la oportunidad de estudiar Ingeniería acá”.

Y añadió: “Éramos muchas mujeres, las aulas mixtas en todo momento. Por eso es que yo soy Ingeniera en Construcciones. La mayoría de las mujeres estudiábamos ingeniería en Construcción, por eso las ingenieras que actualmente están ejerciendo la profesión en San Francisco son egresadas de esta casa de altos estudios. En ese caso duró cuatro o cinco años y después se cerró porque ya era como que el mercado se saturaba. Después se abrieron otras carreras como Ingeniería Química, Ingeniería en Sistemas de Información, y ahí estamos la mayoría de las mujeres”.

El mensaje para ellas

En el Día de la Mujer, ambas quisieron aprovechar la oportunidad para contar sus experiencias y brindarles mensajes de ánimo a todas aquellas mujeres que, como ellas, quieren progresar y contribuir con un título a mejorar la sociedad en la que vivimos.

“Me fui en 2014 con mi jubilación como docente universitaria pero siempre tuve relación y amé a esta institución, le dimos alma a las paredes que forman este edificio. Yo no tuve nunca problemas de género y tampoco lo sentí”, aseguró Mina.

La ingeniera agregó que, a pesar de especializarse en el área de gestión y de conducción de obras, ser mujer también le fue indiferente a la hora de buscar empleo. “Cuando salí al mercado laboral con mi título bajo el brazo no noté la diferencia por ser mujer. Es más. La gente te buscaba y te apoyaba muy mucho”, dijo.

Peruchi fue en la misma línea: “Ser mujer me abrió paso, me abrió camino en esta vida bastante difícil que me ha tocado”.

Y sumó: “No he tenido ningún inconveniente en ningún nivel cuando estuve fuera de la ciudad ni cuando comencé a ejercer mi profesión, ni cuando comencé a dar clases, porque también he abrazado la docencia como parte de mi vida. No me viene a la memoria, porque no existe momento en que el hecho de ser mujer me haya impedido hacer algo”.

A la vez, afirmó: “Le diría a aquella mujer que sea tenaz, que persista, que no tenga miedo, porque todas las puertas se les van a abrir. Que se prepare, que se capacite, porque la mujer tiene que estar más preparada que el hombre, porque la vida te presenta muchas cosas y vos después vas a adquirir tu propio criterio. Que sean tenaces, que vale más la tenacidad y la voluntad que la capacidad. He tenido alumnas, compañeras, colegas, a las cuales les deseo el mejor de los días. Que no miren para atrás. Hay que mirar siempre para adelante, es la única salida”.