En la periferia de nuestra zona, María Terraf es una de las cocineras que revuelve tres veces a la semana la olla en el comedor comunitario Emanuel, que se fusionó este año con el merendero La Amistad de la ciudad de Frontera. La mujer cree que la situación económica tanto en esa ciudad como en San Francisco será más complicada a corto plazo como consecuencia de la pandemia y aseguró que allí seguirán firmes los espacios comunitarios para seguir trabajando a destajo por los que menos tienen. La preocupación más urgente que tiene María pasa por si van a contar con la comida suficiente para seguir abasteciendo a los adultos y niños que quedaron con muchas más dificultades en este último tiempo.

En el centro de la ciudad la situación del comercio está calma, aunque no por ello resulta una señal positiva. La sensación –definen varios comerciantes consultados- es de estabilidad. Claro que hay rubros que se vieron más beneficiados que otros y viven su “veranito” en medio del frío y seco invierno como lo es la construcción, por ejemplo. Pero otros no repuntan las ventas.

En el suroeste de la ciudad, en tanto, las chimeneas humean con viento a favor en el Parque Industrial, ya que la reactivación es total, pese a que un 10% de las empresas allí ubicadas trabaja todavía con algunas complicaciones.

El mapa del coronavirus en San Francisco y Frontera, a cinco meses de la cuarentena (aunque ahora con muchas más flexibilizaciones) muestra entornos disímiles, pero en algunos casos existe cierta sorpresa ya que la perspectiva para esta época no era la mejor. Sobre lo que vendrá hay miedos e incertidumbre.


Sectores más vulnerables: donde el impacto es más duro

La cuarentena golpeó más fuerte en los sectores empobrecidos de nuestra zona, donde el trabajo informal se destaca sobre el formal y reina la ‘changa’.

La licenciada en Trabajo Social Andrea Rossi define que el virus “nos afectó a todos”, aunque aclara “no a todos por igual”, poniendo de ejemplo a los sectores más vulnerables de la sociedad.

Delegada local del Colegio de Profesionales en Servicio Social de la Provincia de Córdoba, docente y jefa de residentes en Salud Mental del Hospital Iturraspe, Rossi explicó a El Periódico que la pandemia generó que muchas familias queden sin trabajo en un inicio de la cuarentena y que a causa de ello bajaron sus ingresos: “Pensemos que hay familias sin trabajo y con escasos ingresos económicos, que aunque reciban alguna ayuda estatal no les es suficiente para subsistir dignamente; muchos o muchas de estas personas trabajan en la construcción, el trabajo doméstico o sexual y vieron sumamente afectado su capital económico, ya de por sí casi inexistente”, remarcó.

Para Rossi, la situación actual genera en estas familias no poder cumplir muchas veces con las medidas de cuidado e higiene propias, que, a la vez, resultan colectivas; pero además mantener una alimentación saludable, entre otras cosas. O simplemente tener acceso a las cuatro comidas diarias.

En este último punto vienen adquiriendo gran relevancia los espacios comunitarios como merenderos y comedores que brotaron con la llegada de la Covid-19, enfermedad que profundizó más la crisis económica y social que ya existía en el país.

A 5 meses de la pandemia: ¿cuál es el impacto en los distintos sectores?

María Terraf, quien colabora en el comedor que reparte más de 300 viandas por semana, entre lunes, miércoles y viernes, piensa que a corto plazo lo que pueda venir le genera temor: “El miedo que tenemos en todos estos espacios es no llegar con los alimentos suficientes, el miedo de no seguir teniendo apoyo (del Estado –asegura- les llega muy poco) y no tengamos la mercadería suficiente para poder cocinar porque la gente, que es muy solidaria, al haber tantos lugares quiere colaborar y lo hace un poco con cada uno, pero no se los puede abastecer a todos”, analizó y agregó: “En muchos lugares no alcanza, nosotros hoy podemos darle la leche y la factura también a los chicos para la merienda pero es mucha la demanda”, consideró.

Mediante un relevamiento elaborado por la misma gente de La Amistad, en julio pasado contabilizaban más de 20 comedores comunitarios, merenderos y ollas populares vigentes en la actualidad tanto en San Francisco (9), Frontera (11) y barrio Acapulco (2), en Josefina. El promedio de gente que se abastece de estos lugares es de cien personas aproximadamente, aclararon.

Para estas familias seguir el imperativo de quedarse en casa no resultó similar al de aquellas cuyos jefes o jefas de hogar pudieron mantener el empleo. Así también lo entiende Rossi: “Sostener el ‘quédate en casa’ claramente no fue igual para todos porque vivimos en una sociedad con desigualdades estructurales muy profundas”, afirmó, y destacó sobre el trabajo social, tanto en su análisis como el de toda la delegación que integra, que aportó “una escucha activa con una mirada integral de cada situación, buscando fortalecer redes existentes, asesorando y gestionando asistencias necesarias desde alimentación, vestimenta, medicamentos, hasta el sostenimiento de acompañamientos terapéuticos”.


Aunque era otro el panorama, el comercio se muestra “estable”

El titular del Centro Empresarial y de Servicios (CES), Darío Tamagnini, explicó ante la consulta de El Periódico que para esta altura del año, en este marco de pandemia, esperaban una situación más crítica para el comercio que la actual.

“Salvo la parte gastronómica, se compuso bastante. La caída afecta porque la arrastramos y venimos de un parate, pero los comercios están trabajando y mantienen el circuito armado respecto a ventas y gastos”, explicó.

El dirigente empresarial reconoció que muchos comercios debieron achicarse como medida para paliar la crisis, aunque observa un escenario estable: “Se estabilizó la situación, no hay un panorama tan duro y estamos más tranquilos. Esto también tiene que ver con la zona en la que nos encontramos que es agrícola y el campo nunca paró”, aseguró.

Tamagnini señaló que negocios ubicados en las sierras de Córdoba, por ejemplo, son los más complicados porque viven del turismo, algo que hoy no existe: “El problema que tienen es que el 90 por ciento de sus ventas viene de afuera. Los negocios nuestros funcionan al revés, en general es mayor el consumo interno, un 80 por ciento, y eso nos permite mantener el negocio en marcha”.

“Los comerciantes ven hoy un futuro estable; al principio de la cuarentena muchos pensaban que iban a cerrar. Por eso cambió el panorama, se fue acomodando con las flexibilizaciones”, dijo, y lo relacionó con que la venta interna resurgió ante la imposibilidad de la gente de gastar en viajes o no querer ahorrar en pesos y en base a ello invertir. El rubro de la construcción y sus ramificaciones, en este caso, es uno de los más favorecidos en la actualidad.

“Hoy no hablamos de un futuro prometedor, pero si tenemos cierta estabilidad y para que siga no debería venir ningún brote que nos haga volver atrás. Mejoró y cambio la perspectiva, que era muy negativa”, cerró Tamagnini.


La industria soporta el golpe de la pandemia

Pasados los 30 primeros días de cuarentena, el período más duro del confinamiento, las empresas del Parque Industrial comenzaron a tener actividad y recién a los 60 días, aproximadamente, el funcionamiento ya era total.

“Las industrias están trabajando al cien por ciento, aunque al límite de la rentabilidad que se achicó por el incremento de los costos, la brecha cambiaria, la falta de insumos y por una recesión que viene de más de dos años”, graficó Leonardo Beccaría, gerente del Parque Industrial San Francisco, quien destacó el trabajo sanitario que se realiza en San Francisco tanto desde el COE como desde la Municipalidad.

A 5 meses de la pandemia: ¿cuál es el impacto en los distintos sectores?

“Más allá de que sea un ‘veranito’, todas las empresas trabajan bien, considerando que en Buenos Aires el 60 por ciento de las industrias siguen cerradas”, aclaró Beccaría, quien marcó que un 10% del total de estas empresas, si bien tiene actividad, funcionan con algunos vaivenes como, por ejemplo, la reducción de horas de trabajo.

Sobre las perspectivas a mediano plazo, el gerente de la institución indicó que todo dependerá del plan económico posterior a la pandemia: “Dependeremos mucho de lo que haga el Gobierno bajando líneas de créditos, en tasas subsidiadas o apoyo a determinados sectores. También lo que vaya a pasar con el tipo cambiario, si va a favorecer al sector exportador. El Gobierno creo que va a apoyar a las pymes, en eso están trabajando”.

Luego, Beccaría consideró que vendrán meses difíciles pero subrayó: “No nos podemos quejar, estamos lejos de una reactivación, pero en la mayoría de los rubros las fuentes laborales se mantuvieron. Hubo un golpe con la pandemia pero pudo soportarse mejor que en otros lados”.

El Parque Industrial cuenta actualmente con 163 empresas asentadas y 46 en proceso de radicación.

Uno de los aspectos negativos de este contexto es que actualmente a los empresarios locales se les dificulta recibir insumos esenciales para producir, que compran en provincia de Buenos Aires, por ejemplo, uno de los lugares más castigados por los brotes de coronavirus.

No obstante, Beccaría resaltó la capacidad de adaptación que tiene el empresariado de San Francisco: “El empresariado local se adapta rápido a los cambios, aggiorna productos, busca nuevos clientes y mercados. Y el hecho de que parte de la industria de Buenos Aires siga cerrada le abrió las puertas a que algunos clientes importantes conozcan cómo se trabaja en San Francisco”, concluyó.