La parte trasera de un galpón gigante te deposita en otro mundo, donde el verde impera y una brisa algo fresca, pese a ser un día de enero con sol radiante, se puede sentir en el cuerpo. Las chicharras suenan fuerte, pero su estridencia no oculta el cantar de los pájaros que reposan en los árboles. Mariposas vuelan, mosquitos también. Es naturaleza pura en medio del pavimento, un bosquecito guardado dentro de una cajita de cristal imaginaria.

Así es el Parque de Plantas Nativas del Archivo Gráfico y Museo Histórico (AGM), un oasis de 900 metros cuadrados en la zona noroeste de San Francisco que genera el 40 por ciento de las visitas educativas que recibe esta institución al año.

El predio contiene unas 50 especies de árboles destacándose algunos como el tala, algarrobo, quebracho blanco, ñandubay, espinillo y otros más pequeños. También se observan enredaderas nativas que lo abrazan. A su alrededor hay escuelas, calles pavimentadas y un nuevo loteo (Campo di Fiori) ya urbanizado.

Desde el AGM cuentan que antes de iniciar la construcción del edificio donde descansa la historia de la ciudad y la región, empezaron a preparar el terreno para el monte mientras gestionaban los plantines a la Agencia Córdoba Ambiente.

[VIDEO] El monte que crece rodeado de pavimento y es refugio de aves y animales silvestres

“Como decimos, los árboles vinieron en un cajoncito de manzana, fuimos a buscarlos al vivero de Brinkmann y los tuvimos en mi casa cuatro años porque eran muy chicos. Los cuidamos hasta que tuvieran un metro y medio para poder plantarlos. Cercamos con tejido el predio y cada fin de semana los íbamos a regar. Esto fue hasta que se valieron por sí solos”, contó María Teresa Milani, integrante de la Fundación AGM, a El Periódico.

Recrear lo que hubo alguna vez

El bosque combina árboles autóctonos, y ahí radica el sentido que se le quiera dar: recrear el lugar tal como era hace muchísimo tiempo atrás. Además lo habitan distintas variedades de aves y otros animales como zorros, liebres y cuises que hallaron en el patio trasero del imponente edificio de Av. de la Universidad 271, el lugar para refugiarse ante la desaparición de su hábitat por los desmontes que sufrió nuestra zona.

“Hace unos cinco años empezamos a tenerlo como parque visitable y en el monte nadie se mete salvo nosotros, que vamos sacando las especies que no son nativas. Tenemos lapachos, un ombú, moras, vamos sacando para que el monte quede lo más original posible”, destacó Milani.

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Y ese es el fin: “Hace más de cien años el entorno era otro al de hoy y los primeros inmigrantes que llegaron desmontaron para poner en marcha la producción agrícola”, señaló la entrevistada y fue más atrás en el tiempo: “Además contamos qué era lo que pasaba en este lugar 200 o 300 años atrás, un espacio visitado por pueblos originarios, recolectores y cazadores que venían a buscar frutos, a cazar. La prueba de ello es el material lítico que se encontró en la parte sur de la ciudad como boleadoras, manos de hacha, manos de molienda y eso da la pauta que pasaron por aquí”.

El Parque de Plantas Nativas es además el atractivo más convocante del AGM. El año pasado, el 40 por ciento de las visitas educativas (162 en total) apuntaron a conocerlo.

“Contamos cómo nació este monte nativo recreado, las plantas que lo conforman. Es un orgullo para la institución y cuando lo iniciamos no dimensionamos lo que íbamos a terminar teniendo. Lo empezamos para mostrar el lugar previo a la llegada de inmigrantes, después vimos que se transformó en un pulmoncito verde en el oeste de la ciudad pese a que nos rodeamos de casas y barrios nuevos. Se escuchan los pájaros, las chicharras, la temperatura cambia acá. Es un espacio de salvación para muchos insectos, polinizadores, ponemos plantas especiales para eso. Es un oasis para zorros, liebres, aves y también para nosotros”, destacó Milani.

La naturaleza educa

Al ser consultada sobre qué se proyecta sobre este espacio verde, Milani respondió: “Seguir usándolo de forma educativa, que se entienda que el monte y la naturaleza sirven para educar y crear conciencia ambiental en la ciudad. Cada vez hay menos árboles y el hecho de sembrar o cultivar en tu casa una planta nativa, que no hace falta sea un quebracho blanco, ayudás a la polinización. Y llegar a los chicos que son nuestros multiplicadores”.

Por último, invitó a la gente a conocerlo –ahora en verano de 7.30 a 11, de lunes a viernes-: “Conocerlo es una forma de involucrarse con lo natural, valorar su tranquilidad, bajar los decibeles. La gente que viene lo valora así, un oasis verde, chiquito pero importante por la biodiversidad del lugar”.