Roberto Vergara (59) recuerda que cuando era adolescente, poco antes de ingresar al Servicio Militar Obligatorio, les decía a sus compañeros en tono de broma "la colimba noes la guerra". Claro, nunca imaginó que podía desatarse tiempo después un conflicto bélico entre nuestro país y los ingleses por las Islas Malvinas.

Nacido en provincia de Santiago del Estero, pero hijo adoptivo de San Francisco ya que llegó con su familia a los 5 años, Vergara dice sentir orgullo por seguir "malvinizando" y que por ello se considera todavía un combatiente, aunque sin armas.

El camino hacia Malvinas, sus momentos difíciles en la guerra, los recuerdos que lo invaden al día de hoy y la unión de los veteranos en la actualidad, fueron parte del Yo Digo, el ciclo de entrevistas de El Periódico TV y El Periódico Radio (FM 97.1).

- ¿Cómo vive lo sucedido en Malvinas ya a 41 años de la guerra?

- En mi caso, cuando damos una charla en un colegio, institución o un medio de comunicación, empiezo con algo de nerviosismo, tensión hasta que logro soltarme. Surge la tristeza, uno se bajonea un poco. De todos modos lo voy tomando de otra forma, no me voy a olvidar nunca que estuvimos allí.

- ¿Cómo se lleva con esa tarea de "malvinizar", de llevar la causa a distintos lugares para que el recuerdo esté latente?

- Malvinizar tiene tres etapas, hablamos con chicos de primaria, después ya vamos a la secundaria y a los niveles terciarios, por lo que vamos cambiando las formas de contar lo vivido. A veces los más chicos, tan inocentes, te hacen preguntas muy difíciles de responder.

- ¿Por ejemplo?

- ¿Cuántas personas mató usted? fue una pregunta dura que me hicieron. Y hay que tratar de dibujar la respuesta porque no se puede ser tan crudo, sino que debemos tratar de que ellos entiendan que el sentido fue otro. Lo que busco es seguir con los compañeros del Centro de Veteranos en esta tarea de inculcarles a los chicos sobre lo que fue la guerra. Tenemos una edad de 60 años para arriba y no sabemos cuánto tiempo nos queda. Inculcamos que el día de mañana alguno tenga la posibilidad de lo que escucha que le quede y pueda seguir transmitiendo, que no se apague la llama.

Vergara fue uno de los entrevistados del Yo Digo.
Vergara fue uno de los entrevistados del Yo Digo.

- Nacido en Santiago del Estero, ¿cómo llega a la ciudad?

- Vengo de una familia humilde. Mi padre era ferroviario. Nos trasladaron a Córdoba, yo era chiquito. En ese tiempo no teníamos mucho lugar y nos trasladan junto a mi hermana a San Francisco. Estuvimos un tiempo en la Casa del Niño. Fue así hasta que vinieron mis papás, así que desde los 5 años vivo acá.

- ¿Cómo fueron su infancia y su adolescencia?

- Tengo recuerdos del colegio primario, los juegos. En la secundaria las charlas, cuando estábamos cerca en edad del Servicio Militar despedíamos a los compañeros que iban a hacerlo, les cortaban el pelo, hacían bromas. Recuerdo que les decía "la colimba no es la guerra", sin saber lo que me iba a venir.

- ¿Y qué terminó viniendo?

- Vino la guerra. Yo hice el servicio militar en Comodoro Rivadavia, en la compañía de comunicaciones 9. Éramos unos 200 soldados, en un campo de instrucción. Cuando ser armó conflicto bélico el 2 de abril no sabíamos nada. E 6 de abril seleccionan a varios soldados, entre ellos estaba yo, y nos llevan a Comodoro. Uno no preguntaba nada. Nos hicieron bañar, descansar, comimos bien.

- ¿Qué pensaba?

- Que había terminado la instrucción, que por eso había un trato distinto. Pero nos levantaron a la 1 y nos llevaron a la sala de armas y empezaron a equiparnos. Lo más fuerte fue cuando llegamos al Aeropuerto de Comodoro Rivadavia que estaba lleno de solados, varios aviones esperando para salir, tanques y camiones. Nos mirábamos entre nosotros, pensamos en una maniobra militar. Subimos al avión Hércules, aterrizó y de ahí fuimos a un camión que viajaba con las cortinas bajas. Llegamos a una iglesia en Puerto Argentino, nos hicieron bajar y nos dejaron. Varias horas después vino un capitán que nos dijo que estábamos en la Islas Malvinas porque había una guerra con los ingleses. Fue un silencio total.

- ¿Cuántas veces había manipulado un arma previo a ese momento?

- Había tirado solo cuatro tiros con un fal en la instrucción. Es todo lo que sabía. En ese momento no entendía mucho, sí me acordaba de eso que decía, "la colimba no es la guerra" y mirá dónde estaba. Fue un shock.

- ¿Cuándo se empezó a complicar el conflicto bélico?

- Después del 1 de mayo con los ataques aéreos, los aviones, los bombardeos. Fue cuando empecé a sentir el miedo.

- Imagino que no les llegaba este mensaje que iba a la población desde el gobierno militar sobre que la guerra se iba ganando. Estaban aislados.

- Nosotros aislados totalmente. Algunos compañeros escuchaban relatos de radio Uruguay donde se decía otra cosa diferente a lo que se hablaba en Argentina.

"Seguimos combatiendo, luchando por la causa Malvinas, de pie pero sin armas"

- ¿Qué fue lo más duro de transitar?

- Todo fue duro. Pero doy gracias porque pude volver. Hubo compañeros que no la pasaron bien al volver, en mi caso tuve tratamiento psicológico, algo se va superando pero los mínimos detalles quedan en la memoria. Hay cuestiones personales que se guardan, que son duras.

- Hambre, frío...

- En los pozos, la falta de alimentos...

- ¿Le encontraban explicación a la falta de alimentos?

- Tratábamos de comer lo que había. No sabíamos que se preparaban donaciones y que no llegaban luego. Por ahí nos daban un caldo que era agua con un pedazo de cordero, parecía agua sucia. Fui con 63 kilos y volví con 50. Otros con menos. Eso responde un poco la pregunta.

- Sobrevivencia pura en un ambiente hostil.

- Empezás a valorar la vida, a la familia. Estás al límite, mirás al cielo y decís "¿qué pasa Dios, te fuiste de vacaciones?". Uno piensa en cosas, reconocer lo que te decían de chico y no le dabas importancia, te hacés hombre de repente a los 18 cuando vos querías estar con tus amigos, salir. Cuando volví de la guerra no quería salir de mi casa.

- ¿Eso le robó Malvinas?

- Me sacó mucho, la parte esa de la vida que es linda. El olvido, el silencio... Me quitó mucho.

- Qué le genera hoy un silencio o qué cosas le traen a la cabeza la guerra?

- Por ahí estoy solo, sentado en el patio y viene un recuerdo. Trato de que se vaya enseguida. A veces la lágrima, uno necesita desahogarse, si bien ya lo hice. Nos apoyamos entre compañeros.

- Hay un Centro de Veteranos que contiene.

- Yo trabajaba en la Policía y me cruzaba hace muchos años a Víctor Melano, sin saber que éramos ambos veteranos de guerra. Cuando charlamos, nos conocimos, me dice de convocar a los compañeros y así formamos el Centro de Veteranos. Eran reuniones, charlas, un asado. En diciembre de 1999 se formó. Hoy es un grupo muy consolidado.

- ¿Se considera un héroe o un excombatiente?

- Héroe no, héroes son los que quedaron allá (por los fallecidos en combate). La gente lo dice, lo agradezco, pero no lo somos. Antes me consideraba un excombatiente, pero entiendo que seguimos siendo combatientes, luchando por la causa Malvinas y de pie. Malvinizando. Pero esta vez sin armas.