Irse de la casa de los padres, sea cual fuere el motivo, supone una decisión difícil. La misma tiene que ver, entre otras cosas, con el poder adquisitivo con el que se cuenta. Las opciones más económicas, hoy, son el alquiler de un monoambiente o de una pensión. Pero, ¿cómo adaptarse a un espacio tan pequeño?.

Dos mujeres de nuestra ciudad compartieron sus experiencias y explicaron cómo se organizan para aprovechar el espacio al máximo.

Julieta contó que eligió vivir en una pensión para ahorrar y de esa manera ir comprando las cosas que necesita para el departamento.

"En la pensión somos siete chicas, hay tres habitaciones. Está la cocina comedor y el baño. Compartimos todo, pero lo más personal son las habitaciones. Yo comparto con dos chicas más y tenemos una cucheta y una cama simple”, detalló.

Convivencia

La joven agregó que el espacio lo organiza según las indicaciones del lugar, ya que cuentan con una estantería para cada una. “En la habitación cada una tiene su lugar en el placard, eso ya lo arreglamos nosotras. Con la heladera también. Yo no tengo muebles, lo único que lleva cada una es un colchón y sus pertenencias, porque no hay lugar para algún otro mueble”.

Julieta aseguró que no se siente cómoda principalmente por el poco espacio en la cocina. “Llego de trabajar y tengo que esperar que alguna termine de comer, porque no hay lugar. Hay que esperar, también, el turno para el baño y todas esas cosas, que a uno a la larga lo termina incomodando porque ya quiere su privacidad”, explicó.

A pesar de ello, manifestó que la vida en la pensión le sirvió para independizarse, a manejarse con el dinero, sus tiempos y también con la limpieza. “Se aprende a convivir también, ya que somos siete chicas jóvenes y cada una con su educación. A veces es complicado, pero es lindo porque se hacen amistades nuevas, ya que la mayoría de las chicas son de otro lugar. También es lindo porque una está acompañada, siempre hay alguien para compartir ya sea el almuerzo o la cena", amplió.

Monoambiente

Por el contrario, Magalí decidió mudarse a un monoambiente cuando se fue de las casas de sus padres. “Creí que como para empezar estaba bien ese lugar”, aseguró.

“Comparto con una amiga, está todo junto, solo tenemos una división de una cocina chiquita y el baño de dos por uno”, explicó.

La joven detalló que tienen una mesa y cinco sillas, un ropero, y dos camas de una plaza. "Me siento cómoda, aunque no me alcance el espacio".

Vivir en un espacio reducido le enseñó a acomodarse de otra manera: "Trato de poner las cosas en lugares donde no necesito pasar. Hay cosas que pongo arriba del ropero o en la bajo mesada".

Aseguró que lo que más le incomoda de no vivir en una casa espaciosa "es que por ahí no es bueno tener la pieza y la cocina en el mismo lugar, por una cuestión de comodidad y de privacidad”.

Sin embargo, valoró que al ser chiquito no le requiere mucho tiempo para limpiar y que además no tiene cosas en desuso, sino lo esencial.

Consejos para ahorrar espacio 

En monoambiente

- Almacenar en las alturas. Una buena opción para aprovechar mejor los espacios es optar por muebles como estanterías o cajoneras altas para tener el piso despejado.

- Limitar las sillas. Es aconsejable tener apenas una o dos sillas más que la cantidad de personas que vivan en el monoambiente.

- Elegir una cama funcional. Una buena idea es escoger una cama que tenga incorporada una biblioteca o que permita guardar cosas debajo de ella. En caso de que el monoambiente fuera compartido, una cama cucheta ahorra mucho espacio.

En pensiones

- Dividir estantes. Los estantes se pueden dividir en otros módulos más pequeños para hacerlos más funcionales. Una buena idea es almacenarlos en tuppers que pueden apilarse.

- Clasificar la ropa. La indumentaria que no es de estación puede almacenarse con cuidado en cajas que pueden guardarse, por ejemplo, arriba del ropero. También es bueno deshacerse de lo que ya no se utilizará.

- Compartir compras. Siempre que la convivencia sea buena, se puede realizar un fondo común para la compra de alimentos.