Eric Flores (61) era apenas un joven veinteañero cuando intentaba ganarse la vida como artesano, entre otras cosas. Volvía de Perú a donde –dice- fue a “dar una vuelta” y ya en San Francisco se reencontró con un amigo, Juan Tini (exdocente de la escuela Superior de Bellas Artes Dr. Raúl G. Villafañe, fallecido), quien le ofreció cubrir el puesto de iluminador en el grupo de teatro municipal.

Así, de manera fortuita, Flores se sumergió en un mundo nuevo y pese a que en algún momento debió salir, la necesidad de regresar pudo más.

“Fue por bulevar 9 de Julio, era la década del 80 y volviendo de Perú, porque ya pegaba el hambre, me cruzo a Juan Tini que me dice ‘Eric, vos que sabés de electricidad, por qué no te venís con nosotros que se va el iluminador’. A las tres semanas ya tenía una obra”, cuenta el actual director del Taller Municipal de Teatro, artista plástico y escultor en una entrevista para el ciclo Yo Digo de El Periódico TV y El Periódico Radio.

Flores viene de presentar en el Teatrillo Municipal dos obras dirigidas por él en el marco del ciclo "Teatreando 2022": “Ay mi madre” y "La ventana tapiada".

- ¿Cómo se dio tu acercamiento al teatro? ¿Fue una decisión consciente o todo lo contrario?

- Fue raro. Estaba trabajando de artesano y venía de Perú después de tres meses de estar viajando. Sobre 9 de Julio me cruzo con Juan Tini que me dice ‘vos que sabés de electricidad metete con nosotros en el teatro que se va el iluminador’. El iluminador era Rubén Gattino (actor local reconocido). Así arranqué, sabía algo de electricidad y a las tres semanas me dieron una obra. Eran épocas donde todos hacíamos de todo, armábamos los tachitos, poníamos las luces, cables, salíamos a pedir plata, así arrancamos con el taller municipal de teatro. Con el tiempo me aparté del arte, me casé con una actriz y tuve hijos. Y retorné más de grande luego, empecé con la pintura, la escultura, hice unos cuatro años en la escuela de Bellas Artes, me fui a Europa un tiempo y pegué la vuelta.

“Para que las actividades culturales de la ciudad funcionen necesitan del apoyo del público”

- ¿De chico ya había algo de esto en vos, actuabas en los actos escolares?

- Lo artístico lo tuve desde chico, dibujaba, iba al coro. Actos no participaba, era muy tímido. Es paradójico, a mis alumnos les digo por lo general que los actores son muy tímidos. Después se aprende el juego de cómo desarrollar personalidades que tenés pero no te animás a mostrar y lo hacés de golpe en una obra. El personaje tiene permitido hacer ciertas cosas que no hacés en la vida real.

- ¿Cómo es ese proceso de desarrollar esa personalidad?

- Depende de cada persona, algunas tienen un gatillo que salta enseguida y se prestan a eso. Y a otras les significa un proceso más largo. Yo hago taller teatral, que son ejercicios de desinhibición. Y a medida que hacés obras te vas a animando. Si vas a ser un asesino hay que pensar como un asesino. Claro que a la hora de actuar.

- Imagino al director de teatro como al director técnico de un equipo de fútbol donde hay que lidiar y administrar ciertos egos. ¿Me equivoco o es así?

- Todos tenemos ego, si sos artista mucho más. El ego te potencia, te da la posibilidad de pararte ahí a mostrar quién sos y a querer contar las cosas con una forma. Pero es el director el que debe atajar esos egos…porque en realidad los directores son manipuladores, manipulan las posibilidades que ven de afuera, dejan que tu ego llegue hasta cierto punto y luego lo deben frenar y bajar. Hay gente que no lo entiende y le da mucha entidad al ego pero eso termina matando la posibilidad de ser actor. Pasa lo mismo en la plástica, la pintura o hasta soldando.

- Te preguntaría si se puede vivir del arte, pero de antemano puedo saber la respuesta. Por eso la cambio: ¿alguien termina viviendo del arte en una ciudad como esta?

- En San Francisco es casi imposible. Si no tenés una actividad aparte; sos artista y docente, se complica. En mi caso el Taller Municipal me permite tener algo fijo. Después te van años. Algunos tienen la suerte y la capacidad de dedicarse a full y seguir una línea. Gattino, que es un artista muy conocido de la ciudad y en Córdoba, trabajó en películas, pero es promotor de seguros y vive de eso. Yo vivo del arte, precariamente, pero vivo. Me llevó 35 años.

- ¿Cómo se le hace frente al desgano? Deben ser varias las veces en que te levantás y decís “basta”.

- Siempre pasa. Te levantás diciendo ‘me busco otra cosa’. Por ahí hago otras cosas de herrería, ahora hago máscaras para el festival de tatuaje (en septiembre), pero es desde el lado artístico y es trabajo.

- Buen punto eso que remarcás de que es “trabajo”. Para muchos sigue pareciendo que hacer arte es un hobby.

- De hecho tengo amigos que me dicen ‘cuándo se te va a terminar eso de ser artista’, como si fuera una enfermedad. Es una decisión que tomé en su momento, o me dedicaba a metalurgia a full o volvía a esto. No tenía sentido a dónde apuntaba en ese momento entonces me dediqué a hacer lo que me gusta y a trabajar para poder vivir. Pero sí, volviendo a la pregunta anterior cada vez tiro las cosas más cerca cuando digo ‘esto no lo hago más’ y después las busco (risas).

- ¿Qué te hace volver?

- Es una necesidad. No sé si tengo vocación, pero no lo puedo dejar de hacer. Es compulsivo e inconsciente, veo un papel y un lápiz cerca y empiezo a dibujar.

El código del teatro

- ¿Cómo es hacer el teatro independiente o hacer under y la diferencia con el comercial?

- El comercial está destinado a hacer un comercio, es un producto vendible y hay ciertos lineamientos para atraer a la gente. Eso dará rédito económico. El otro teatro, el mío, es un poco under, no es extremo, pero es distinto, con espacios escénicos tratados de otra forma, al igual que la música. Ese teatro es complejo acá porque el espectador no está acostumbrado al código. Entonces no se entiende. De a poco uno debe ir incorporando gente y hacer un público que lo entienda. Es un código que me cierra más, no es tan obvio, que el público espere que salga algo de una forma y termina saliendo de otra. Acá hay un hilo pero el desenlace es el no esperado.

“Para que las actividades culturales de la ciudad funcionen necesitan del apoyo del público”

- ¿Cómo se forma al público para que entienda ese código?

- Ese púbico debe ir atrayendo gente. Hoy empieza a ver gente de teatro que va a ver eso. El público que va a ver lo mío, le puede gustar o no, pero es el riesgo de un teatro más comprometido y con otra forma de contar.

- ¿Con qué tipo de actores te gusta trabajar?

- Con los de sangre, que comprometan su cuerpo, con sensibilidad y deseo de expresar.

- ¿Qué genera estudiar teatro?

- Adrenalina. Te transforma. Vas entendiendo cosas tuyas, trabas, mecanismos para esconderte, cosas que no querés mostrar. Yo sé más de mis alumnos que ellos por lo que esquivan hacer, así vas sacando un perfil.

- La gestión municipal de Damián Bernarte habla de convertir a San Francisco en una ciudad de eventos. ¿El teatro local está en condiciones de ser un llamador de gente?

- Para ellos debe haber obras y obras que digan cosas. Este Teatreando que se hace ahora lo organizamos hace muchos años atrás con Nora Marlatto, traíamos teatro de afuera y por cuestiones políticas se cayó. Ahora lo retomamos con locales que está bueno también. El problema es que no hay tanta gente acostumbrada a ver teatro. Los grandes artistas dejaron de venir porque quienes organizaban espectáculos en San Francisco decían que conviene traer cuarteto para ganar plata. Pero además tenemos esta cosa piamontesa de que si lo hace el otro no lo voy a apoyar mucho, por las dudas.

- ¿Cómo es eso?

- Una cuestión idiosincrática que se padece hace mucho. Cuando era chico Rafaela era una ciudad pequeña. Ahora es gigante y tiene el tercer festival más grande del país. Estuve con porteños que fueron actuar allí y me daban un ejemplo del interés que hay. Me decían de una obra que era a las 11 de la mañana y que ven entrar a una mujer con una bosa de compras; había llegado sola, vio la obra y se fue quizás a comprar el pan. Ellos lograron hacer el púbico, pero fue una política que se arrancó y los demás intendentes siguen, con apoyo de la gobernación y el Instituto del Teatro de Buenos Aires. Hay que trabajar mucho para lograrlo.

- ¿Y por casa cómo andamos?

- Se está invirtiendo, (Damián) Bernarte está tratando de hacer cosas a favor de la cultura, que lo prometió y prometió un poco más y estamos esperando. Hay avances, también es criticado por el dinero que se gasta. Hay un deseo y una buena intención, veremos si se logra.

- ¿No estás viendo un cambio actualmente? ¿Las nuevas generaciones no le están dando otra impronta a la ciudad?

- Los chicos nuevos tienen otra cabeza, sí. Hay movidas como el freestyle, de skaters, raperos, una movida grande de rock. Circo Beat (productora) está organizando muchos recitales. Pero todo para que funcione necesita del apoyo del público, tenemos que ir a ver. Cuesta, me pasa a mi porque uno hace muchas cosas a la vez, pero esa es la forma de apoyar.