Los integrantes de Inclupas, un grupo de papás por la inclusión, realizaron una reflexión para finalizar octubre, mes de la concientización sobre la discapacidad. En el texto, que difundieron esta semana, aseguran que el deseo es que el tema no quede en el olvido el resto del año, sino que sea motivo de debate cada día.

A continuación, la reflexión:

Octubre… de cuántas cosas hablamos en octubre… es el mes de concientización sobre el Síndrome de Down, la Semana de la Inclusión, es el Mes de la Concientización sobre Discapacidad. Si somos capaces de observar, en el mismo mes se habla de tres temas, que objetivamente nos llevan a un mismo lugar, nos dirigen a una misma meta, un mismo objetivo: la convivencia. Sí, poder convivir con las diferencias de todos, apoyándonos en la empatía y el respeto con y por el otro. Y nosotros como papás nos preguntamos ¿qué pasa con el resto de los meses del año? Nuestro mayor deseo, nuestro gran logro sería que todos los días podamos hablar de discapacidad sin necesidad de que se conmemore tal o cual cosa, concientizando desde las experiencias personales, compartiendo lo vivido por nuestros hijos y por nosotros como familias, sin romantizar la discapacidad… porque la misma no es un cuento de hadas, pero tampoco una película de terror.

Concientizar no es evidenciar cada síndrome, cada patología una vez al año, va mucho más allá de eso. Concientizar a la sociedad significa que la discapacidad se tiene que hacer visible a cada instante, en todos los ámbitos, se tiene que naturalizar. Tenemos que entender, como sociedad, de una vez por todas, que las personas con discapacidad son eso, personas ante todo, con nombre y apellido, seres de hecho y de derecho, que sienten, piensan, ríen, aman, lloran, se enojan.

Ojalá que por medio de este camino que decidimos transitar juntos, unidos por los mismos sentimientos, luchando las mismas batallas, lleguemos a vivir el momento donde ya no tengamos que pelear por todo lo que a ellos les corresponde, como a cualquier otra persona… que no tengamos que luchar por un lugar en una escuela y por su posterior permanencia, por un tratamiento en una obra social para una mejor calidad de vida, o por un trabajo digno sin oportunidad alguna de mostrar de lo que son capaces, por el sólo hecho de tener una discapacidad…

Ojalá llegue el día donde nuestros hijos se puedan sentir plenos siendo parte de una sociedad, sin pedir permiso para vivir y sin pedir perdón por ser diferentes… porque todos somos hermosamente diferentes y qué bueno que lo seamos.

No nos olvidemos nunca que el mundo es uno sólo para todos, y que se merecen un lugar en él como nosotros.

Ojalá, sí, ojalá llegue ese día donde dejemos de hablar de incluir y podamos empezar a hablar de convivir, y que aprendamos que todo se logra no desde la palabra, sino desde los hechos y predisposición … porque todo aquel que quiere hacer algo, busca los medios y el que no quiere hacer nada, busca excusas.