“El Día de la Madre y el Día del Padre son días muy especiales, muy profundos”, asegura Mario Maldini, papá de Mauro, el joven que en 2016 sufrió un gravísimo accidente en el que casi pierde la vida. Este había protagonizado un choque con un auto a fines de octubre en la esquina de bulevar Sáenz Peña y Liniers. Estuvo varias semanas internado en estado muy crítico y finalmente logró recuperarse, aunque luego de ello debió seguir un largo proceso de rehabilitación.

“La suerte es que estemos todos juntos. Que podamos disfrutar el padre y el hijo. El hijo disfruta el hecho de tener a la mamá y al papá. Y nosotros de tener a los hijos. Nosotros vivimos una situación muy especial ya hace dos años, casi tres, que hizo que se vivieran momentos sumamente difíciles. Más allá del Día del Padre cada día es especial para la familia”, dice Mario.

Y agrega: “Tener la tranquilidad y la alegría de que Mauro esté acá con nosotros es como una satisfacción especial, algo extra, algo adicional. Vamos a estar agradecidos siempre con Dios y con todos los que nos ayudaron en ese momento, es un agradecimiento eterno”.

“Sería un peso enorme”

Mauro también se muestra feliz con su presente pero a la vez cauto tras lo ocurrido. “A mí me hace mucho daño enterarme de que alguien se accidentó y que no pudo salir adelante. Me hace muy mal porque considero que tuve una suerte aparte y considero injusto haber tenido esa suerte yo y que otros no. Es algo que yo no manejé, que no sé por qué se dio y voy a estar agradecido de por vida de haber tenido esa suerte”, analiza.

Si bien no es padre y afirma no saber cómo se vive el Día del Padre desde ese lugar, sí reconoce que estar vivo es un alivio para su familia. “Me genera satisfacción estar acá, porque sería un peso enorme cada Día del Padre si yo hubiese fallecido, y eso es lo que no me gustaría para nada. Y sé que evidentemente hay gente que a raíz de accidentes termina de esta forma. Es tristísimo, no se lo deseo a nadie”, revela.

Ante casos similares al suyo, Mauro piensa más en el dolor de la familia que en el del accidentado: “Cuando desperté me encontraba sin las plaquetas, con 15 kilos menos. Pero cuando mi cabeza empezó a ubicarse nuevamente empecé a ver todo lo que habían sufrido mis padres, mi familia, todo el entorno y es durísimo. Me pongo a pensar y no sé cómo yo me hubiese bancado una situación similar. Creo que los que más sufren después de algo así son ellos”, remarca en referencia a los padres.

A un costado Mariano, hermano de Mauro, añade: “Cada vez que vemos con mi novia una noticia de un accidente es como que volvemos atrás y revivimos todo lo que pasamos esa noche del accidente y todos los días posteriores hasta la recuperación. Son momentos muy duros para todos los familiares y allegados. Los días se hacen larguísimos. Uno está esperando las noticias día a día, y los avances no son grandes, bruscos, es todo lento. Es un proceso de agonía. Cada vez que vemos esas noticias nos ponemos a recordar todo lo que vivimos, ya sabemos más o menos todos los pasos por todo lo que le hicieron a él, todo lo que tiene que seguir esa familia lo sabemos porque ya lo vivimos. Es muy duro y difícil de sobrellevar. Gracias a Dios nosotros pudimos salir adelante, pero cuando la persona no puede salir, fallece, debe ser un dolor enorme”.

“Hay un antes y después”

Mario cree que cada caso traumático es como una bisagra para la familia. “Eso te hace pensar, te hace rever, analizar un montón de cosas que ante la vorágine de todos los días uno no le lleva el apunte”, declara.

“Hoy estamos preocupados por una fórmula, por quién va a ser el presidente, el vicepresidente, pero hay mucha gente que está sufriendo. Y seguramente esa gente está metida en su ámbito y ni siquiera le importa eso. Todas estas situaciones traumáticas hacen que uno después empiece a ver la vida desde otra perspectiva, tratando de vivir un poco más relajado. No es fácil hacerlo pero al menos uno trata. Cuando te juntás con amigos y charlás y salen estos temas profundos te das cuenta de que quien vivió un momento traumático analiza las cosas de una manera y quien no lo vivió lo analiza de otra. Creo que hay un antes y después de cualquier situación traumática”, sostiene.

Y Mauro, a su lado, completa: “El 7 de septiembre de 2017, a 11 meses del accidente, me dieron el alta definitiva. Y desde ahí también me lo replanteé. Yo era una persona que siempre vivía cargado de cosas y después dije ‘tengo que meter un freno’. Igual se complica meter ese freno. Era una forma de vida que yo tenía y disfrutaba, un tanto cansadora pero la disfrutaba. Entonces de a poco fui tratando de volver a mi actividad y estoy llegando a un punto similar al que tenía antes del accidente”.