Hacía varias temporadas que los hinchas de Sportivo no enfilaban hacia la puerta de salida con un paso tan triste. Con tantas ganas de que termine un campeonato que se estaba convirtiendo en una pesadilla. El pitazo final del referí en el partido frente a Crucero vino a imponer ese silencio que se vuelve necesario para entender qué ha pasado aquí. Casi como cuando uno se levanta al otro día de una tremenda fiesta y de a poco le empiezan a caer en cascada los recuerdos de la noche anterior, las fichas para comprender lo que pasó. Y lo que ha pasado es que Sportivo dejó pasar una oportunidad única, casi milagrosa, de llegar a la primera división del fútbol de nuestro país. Porque difícilmente la AFA vuelva repetir un engendro de idas y vueltas como este Torneo de Transición, que tuvo nada menos que diez ascensos a Primera y ningún descenso, algo que desde barrio Alberione debe agradecerse con la misma alegría que hoy podría estar celebrando una histórica subida a Primera.

Arrancó bien y el ascenso parecía posible. Lo creímos en las primeras fechas, pero ya está, ya fue. No sirve hacer un drama de este tren perdido, porque antes de que nos demos cuenta la pelota estará nuevamente rodando y volverá la misma ilusión por llegar a Primera. Eso siendo optimistas, porque como viene la mano Sportivo no parece que pueda soñar con jugar en el Monumental o la Bombonera, sino en evitar que su nombre figure entre los cuatro descensos del próximo torneo.

LO BUENO

Poco para destacar en el segundo semestre en cuanto a lo futbolístico y en lo individual. Un equipo apático, con serias dificultades defensivas, y con los encargados de generar juego en un nivel muy bajo. Lo positivo fueron las apariciones de los juveniles volantes Nicolás Castro y Marcos Danguise, que le dieron frescura al mediocampo y un sacrificio que otros jugadores habían perdido con el correr de los partidos. El defensor César Medina, si bien tuvo un grueso error ante Atlético Tucumán, fue uno de los pocos que salvó la ropa en un plantel que muchas veces parecía sin alma.

LO MALO

Sportivo Belgrano fue el equipo más goleado del Nacional B –incluyendo los dos grupos- con 31 goles en contra. El nivel grupal e individual de gran parte del plantel tuvo partidos rozando lo desastroso. Sportivo sumó apenas 17 unidades producto de sólo 4 victorias, 5 empates y 11 derrotas. De los refuerzos, el arquero Diego Pozo, Ricardo Gómez y César Carignano eran los que tenían más “chapa”. Salvo el delantero, que demostró entrega y sacrificio, los dos primeros casi que vinieron a pasear a la ciudad.

LO FEO

Las peleas. La de Francia y Boetto. Con el jugador disgustado con la conducción de Rubén Boetto se produjeron varias idas y vueltas entre el 10 y el dirigente. También la lamentable violencia y ridícula pelea entre dos grupos en la barra, que obligó a intervenir a la Policía y dividir la tribuna. 

Rigamonti, descartado

El nombre de César Rigamonti ilusionó a los hinchas para reforzar el arco, sobre todo por el buen recuerdo que dejó el arquero que hoy milita en Banfield, en primera división. Sin embargo, las consultas iniciales por el jugador no prosperaron y quedó descartado. En su lugar, la dirigencia intentará conseguir el regreso de Andrés Bailo, que jugó en el Sportivo que logró el ascenso al Argentino A y que hoy es el segundo arquero en Colón, que recientemente logró subir a Primera.