La generación eterna
Los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro marcaron la despedida de Emanuel Ginóbili y Andrés Nocioni con la camiseta de Argentina y el capítulo final de la “Generación dorada”. El básquet de San Francisco explica la importancia que ha tenido un grupo de jugadores para el deporte argentino y por qué su legado será eterno.
Si se toma como punto de partida el Premundial de Neuquén de 2001, y como final la caída ante Estados Unidos en los cuartos de final de los Juegos Olímpicos de Río 2016, transcurrieron 15 años. Período en el que básquet argentino nunca se salió del grupo de los seis mejores equipos a nivel mundial, incluyendo un oro y un bronce olímpico, un subcampeonato del mundo, y dos títulos continentales.
Esos logros conseguidos por un grupo de jugadores que ha variado, pero que apenas supera los 20 y que estuvo a cargo de tres entrenadores, sin embargo, no han sido todo lo que ha dejado el mejor equipo deportivo que ha visto la patria. Esfuerzo, constancia, solidaridad, compañerismo, y hasta la intangible sensación de la fe y del creer que siempre se puede son algunos de los valores y estandartes eternos que esta generación de hombres ha dejado como enseñanza, como legado imperecedero. Ni que hablar de la felicidad y la satisfacción de verlos jugar juntos.
“Han sido la academia más barata que he tenido en mi vida. He tratado de imitarlos dentro y fuera de la cancha. Creo que los mensajes que han transmitido, y no sólo para jugar al básquet, los deberíamos tomar todos como sociedad. El respeto por ellos, sus compañeros, rivales y la forma de comportarse siempre que vistieron la camiseta de la selección van a quedar para siempre”.
Germán Sciutto, jugador de San Isidro
“Fueron una gran motivación para mí. No es casualidad todo lo que han logrado. La entrega, unión grupal y concentración son valores que ellos mostraban cada vez que se juntaban y que nosotros a cargo de grupos de jugadores debemos transmitir a las generaciones que vienen”.
Ramiro Ortiz, entrenador de El Tala
“Ha sido maravilloso verlos jugar. Espero equivocarme, pero no sé si será posible volver a ver algo igual. Me dejan la constancia. Cómo mantenerse tanto tiempo a ese nivel y logrando cosas”.
Aldo Manzotti, formador de las divisiones inferiores de El Ceibo
“Lo que me dejan es la mentalidad ganadora. Creer que se puede lograr, trabajar muy duro como equipo, ir y lograrlo. Me dejan el amor por la camiseta de la selección y la entrega adentro de la cancha”.
Agustín Lozano, jugador de San Isidro
“Estos muchachos lograron una mística de equipo que va a ser muy difícil de volver a lograr. Todo lo que han logrado lo han hecho con sacrificio y eso es una enseñanza de vida. No han sido sólo talento, creo que la humildad que han demostrado en la victoria y la derrota van a perdurar por siempre”.
Eduardo “Mara” Blengini, director técnico de Almafuerte de Las Varillas
“Nos dejan más que una victoria o una medalla, nos dejan una base de cómo ser profesionales, cómo jugar por una camiseta, la convicción del trabajo en equipo y de que nadie es más importante que el equipo”.
Mariano Fassetta, director técnico de El Ceibo