Los comienzos de décadas para cualquier persona que dejó hace tiempo los 20 años, suelen traer aparejadas crisis. Y, si bien no está comprobado científicamente, la llegada de los 30 parece la más propicia para incursionar en planteos existenciales y reformulaciones de vida.

Y para muchos, a los 30 es el momento de redoblar la apuesta. Retomar gran parte de las actividades abandonadas tiempo atrás o empezar alguna jamás realizada.

Es por estas razones que muchos “treintañeros sedentarios”, que no quisieron o no tuvieron la oportunidad siendo adolescentes, eligen comenzar a entrenar cuando otros, en contrapartida, empiezan a ver como su “carrera” va llegando a su ocaso.

Una bocha de sacrificio

Si bien la mayor parte de las personas a partir de los 30 años dejan de hacer deporte o reducen la frecuencia de actividad física debido a una mayor carga de responsabilidad en sus ocupaciones, también están aquellos que deciden dar rienda suelta al entrenamiento deportivo.

Ejemplos claros de este paso de ritmo sedentario a aeróbico son los de Mariel Balkenende y Patricia Juárez, pioneras del hockey femenino en nuestra ciudad allá en el año 2004 y compañeras de equipo en Antártida Argentina.

“A los 30 conocí el hockey por medio de una amiga; yo iba a un gimnasio a dar clases y esta chica me lo propuso. Lo cómico fue que comencé a entrenar sin siquiera haber visto nunca un partido por la televisión”, recordó Mariel.

Con respecto a la superposición horaria y la carga que conlleva el trabajar y entrenar, Balkenende  fue clara: “Con tres hijos, más el trabajo diario de ocho horas en el rubro comercial, la jornada se me hace complicada, pero hago lo posible para poder hacerme el espacio y el tiempo necesario para ir a practicar. Es un cable a tierra, así que hago lo imposible para ir y no faltar nunca, me encanta el deporte”, afirmó.

Acomodarse

Patricia, por su parte, inició su actividad deportiva gracias a la invitación de Mariel hace 13 años. “Cuando tenía 16 años hice algo de tenis, pero cuando me inicié en el hockey sentí que hacía un deporte por primera vez en mi vida. Hace dos años integro el equipo que participa en la liga local, ya que hasta el 2015 jugaba en la Federación de Córdoba”, manifestó.

“En cuestión de horarios uno se acomoda. Hoy por hoy tenemos práctica a la noche, así que salgo del trabajo, me cambio en 20 minutos y estoy lista para entrenar. Para mí también es un cable a tierra”, añadió.

Deporte en equipo

La práctica de deportes es una de las actividades más positivas para las personas. Pero si, además, se trata de un deporte en equipo los beneficios son aún mayores. Estos pueden estimular la confianza en uno mismo o brindar oportunidades de interacción social.

Ante esto, las jugadoras del elenco “pingüino” no hicieron diferencias y compartieron su opinión al respecto. “Le recomendaría la actividad física, y más en grupo, a cualquiera que me lo pregunte. Me gusta el compañerismo y compartir cosas. En Antártida tenemos un grupo muy lindo, es muy llevadero”, insistió Mariel, en tanto que Patricia contó que “el deporte grupal es alentador y te ayuda a vivir sanamente, te hace olvidar de todo y mucho más cuando continúas la amistad afuera de la cancha”.

A su vez, ambas sostuvieron que las oportunidades de realizar un deporte cambiaron y avanzaron en relación a cuando eran adolescentes, tiempo en que las mujeres tenían pocas posibilidades de realizar alguna actividad en equipo. “Hoy en día uno busca exigirse más para competir y eso significa que está entrenando cada vez con más fanatismo”, finalizaron.

Caminos de la vida

Otro caso el de Sandra Aira, que no hace mucho tiempo eligió al atletismo para darle vitalidad a su cuerpo.

“Siempre me gustó el deporte pero nunca había tenido la posibilidad de dedicarme ya que vivía en el campo. Cuando me mudé a la ciudad conocí un grupo de chicas que empezaban a correr y me dieron muchas ganas de hacerlo. En ese momento, ya cumpliendo 40 años, era impensado para mí lograr alguna distancia, hasta que una de mis amigas se decidió a acompañarme y así empezamos”, rememoró la atleta.

Si bien debe organizar la tanda de entrenamientos de acuerdo a su trabajo y el hogar, Sandra aclara que es muy constante ya que asiste tres veces a la semana al gimnasio y sale a correr cuatro días, realizando los fondos generalmente los fines de semana.

“Correr me enseñó que nada es fácil si no hay sacrificio y perseverancia, pero que si te lo propones podes superarte en todos los aspectos. Hizo que contagiara a otros esta pasión y que sintiera el afecto de mis amigos”, reconoció.