A los 5 años, ya jugaba al básquet en el Club El Tala. A los 15, ya formaba parte de la primera división. Consiguió varios campeonatos en Liga Nacional, dos sudamericanos y un panamericano. De su vasta trayectoria se destaca, entre otros logros, su participación en un Juego de Las Estrellas y haber sido elegido cinco veces como el mejor asistente en el Torneo Nacional de Ascenso. Pedro Casermeiro, padre de dos hijos, Lautaro (13) y Mirko (5), actualmente se encuentra abocado a lo comercial. También, representa a jugadores de básquet junto a Matías Tomatis.

¿Dónde empezaste a jugar al básquet?

Empecé a los 5 años en El Tala de San Francisco. Jugué ahí hasta los 15 años que empecé mi carrera profesional.

¿Quién te llevó a El Tala?

En ese momento, en El Tala dirigía Cacho Torossi las inferiores, y ahí jugaban mis hermanos más grandes y yo siempre los seguía a ellos para todos lados. Y en el momento justo que empiezan las prácticas, Cacho me dice de ir a El Tala y entonces ahí fui.

¿Quién te llevaba a práctica?

Siempre me llevaba mi viejo, porque yo en ese tiempo hacía fútbol y básquet a la vez, entonces algunas prácticas las tenía ahí muy con lo justo, sobre todo en los partidos. Muchas veces salía de los partidos de básquet y me cambiaba arriba del auto y me iba a jugar al fútbol.  Siempre, mi viejo, en el momento que yo estuve acá hasta los 15 años me acompañó en todo.

¿Cuándo te inclinaste por el básquet y dejaste el fútbol?

Termino de jugar el Baby Fútbol, Sportivo hizo una prueba, y me da vergüenza decirlo, pero en la prueba quedé en Sportivo. Pero justo en el tema del básquet, a pesar de ser muy chico, tenía 14 años, había empezado a viajar con la primera con lo que es ahora el provincial de clubes. Había empezado a jugar, jugaba bastante. En ese momento no sabía, pero me estaba siguiendo la gente de Atenas hacía un año, entonces ahí vinieron y me buscaron, y ahí me decidí directamente por el básquet.

¿Quién te enseñó a jugar al básquet?

Yo creo que ahora se les enseña mucho a los chicos. Nosotros antes teníamos lo que era el potrero en el fútbol y la calle en el básquet. Antes estábamos todo el día jugando, mirábamos más en aquel momento, a nuestros hermanos, a la primera. Nosotros prestábamos más interés que los chicos de ahora. Nosotros mirábamos mucho y aprendíamos, y como digo, en ese momento Cacho Torossi fue mi primer entrenador y ahí di los primeros pasos.

Dicen que cuando empezás a sentir el retiro, ya no hay marcha atrás. ¿Es así?

Yo lo charlé con varios chicos a los que le tocó. Yo tuve la suerte de que me di cuenta que me quería retirar, el problema es cuando vos no te querés retirar, me parece que ahí está el error. A mí sinceramente me salió natural, dije que iba a jugar hasta cierta edad, es más, tenía la propuesta de seguir, pero me di cuenta que ya no disfrutaba más los partidos ni entrenamiento, me costaban cada vez más.  Cuando me llegó el momento me di cuenta que era hasta un punto y me retiré.

¿Cómo tomaste la vida a partir del retiro?

Yo en realidad, cuando termino en Ciclista de Junín en 2004, ahí ya había nacido mi hijo Lautaro y yo podría haber seguido jugando, porque tenía solo 32 años. Lo que pasa es que yo no quería al retirarme no saber qué hacer, entonces yo me pronostiqué mucho tiempo antes, intenté hacer lo que estoy haciendo ahora antes del retiro, para que ese momento me encuentre con la cabeza ocupada, y lo logré. Ahora estoy con dos negocios y otros proyectos. Soy demasiado estructurado, y me salió bien.

Pasaste por muchos clubes, Atenas, Lanús, entonces, ¿Qué es El Tala en tu vida?

El Tala es todo, en cada nota que di, El Tala estaba primero para mí. Soy hincha del club, nací en el club, y voy a seguir. Llevo los dos nenes ahí y tuve la suerte de que el único club en el que jugué en San Francisco fue ese. Desde chico soy hincha, para mí El Tala es todo. Pero bueno, la carrera profesional mía fue en otro lado, porque de acá me fui a los 15 años. Si me das a elegir un lugar para ir, antes que Atenas te elijo Lanús. En Lanús me sentí bien, es más, yo me vuelvo a Lanús por decisión mía, porque yo quería que mi carrera continúe ahí, pero la vida en Buenos Aires, que experimentamos con mi señora… no quería eso para mis hijos.

¿Dónde conocés a tu esposa?

A mi señora la conozco de Campana, jugué dos años ahí. El último año me sale la propuesta de Lanús, éramos chicos, ella tenía 22 años y yo 23. Le propuse irnos a vivir juntos y me dijo que sí automáticamente, ahí empezamos.

¿Tu mejor partido?

Como base tenés el pensamiento general del equipo y no personal. El partido que más me ha marcado, fue el sudamericano que ganamos con Atenas. Fue increíble. El tema de participar afuera del país, cuando escuchas el himno te cambia todo. Y también la final por el ascenso con Lanús.

¿Con qué te quedaste con ganas de hacer?

Por ahí son las decisiones. Yo cuando me voy a Regatas San Nicolás, todavía era la “A”, 7 equipos me querían y tomo la decisión de ir a Estudiantes de Olavarría, como para ascender. Pierdo la final  ahí me di cuenta que yo me tendría que haber quedado en la “A”, porque el mercado estaba ahí. Una vez que bajás, cuesta mucho volver a subir. Yo creo que no me tendría que haber bajado de categoría.

¿Te arrepentís de algo?

No, yo siempre me fui a dormir tranquilo, sé que di el máximo, siempre pensando en mis compañeros. No me arrepiento de nada. La decisión de ir a Estudiantes de Olavarría fue solo un error.

¿Cuál es la posición más estratégica en el básquet, en un quinteto?

Yo creo que ahora hay que tener todos los puestos bien cubiertos. Lo que hay que lograr es que el puesto esté bien cubierto, pero que sea jugador del puesto.

¿Qué postura tenés vos sobre el dicho “Hay que ganar siempre y como sea”?

Si te lo digo del lado de afuera, no me gusta. Pero cuando estamos del lado de adentro, tenemos mucho compromiso.

En esto de la táctica, del análisis, ¿hay mucha “sanata”? ¿El básquet es sencillo?

Para nosotros que los jugamos es sencillo, para la gente de a fuera es complicado. Yo considero que es sencillo. Creo que hay que hacer 3 o 4 cosas bien. Ahora te muestran que el básquet tiene un abanico de 10 o 12 posibilidades, pero tenés que hacer 3 o 4 cosas bien en tu puesto para ayudar al equipo a ganar.

Llegás a un hotel, completás la planilla y tenés que poner tu profesión, ¿qué escribís?

Empiezo a dudar porque siempre puse deportista. Ahora pongo comerciante, me cuesta escribirlo.

Si tuvieras que armar un quinteto ideal, ¿cómo sería?

Milanesio, Campana, Ginobili, Scola y Oberto no pueden faltar. De San Francisco me estiro un poquito más. Base, Gastón Blasi, Fernando Possetto, “Pollito” Toriano, no pueden faltar. Matías Tomatis de ayuda no puede faltar. Franco Migliori, no puede faltar, Gerardo Secrestat, Carmelo Mendoza, Falasconi, bueno, hay un montón de jugadores acá.

¿Te sentís reconocido?

Sí, me siento reconocido. Me gusta más que me reconozcan por la persona, que como deportista. En San Francisco estoy bárbaro, la gente me saluda, pero prefiero que me reconozcan como persona más que como deportista.

¿Quién es Pedro Casermeiro?

Yo hice lo que más pude en el deporte, por eso te digo que me voy a dormir tranquilo. Pero a todos los lugares que voy, ya sean mis compañeros o entrenadores, creo que ninguno puede hablar mal de mí. Eso es lo que más me queda a mí.