Ha sido muy grande la repercusión del caso de Valentina Castagno, no solo en San Francisco sino en otras localidades de la región. Más allá de algunos prejuicios y cuestionamientos a una mujer con una historia muy difícil, prevalece su pedido de ayuda y la intención de muchísimos vecinos de poder colaborar de alguna manera con ella.

A veces se cuestiona con dureza a Valentina porque aseguran que se droga. No hay que perder de vista que Valentina es una persona enferma, viene de una historia de vida muy dura. Su situación es compleja y es probable que su caso deba pasar a una instancia judicial, para bien de ella y su hijo.

Quizás no todo lo que diga sea como lo cuenta. Pero tampoco se ayuda diciendo que lo que le den se lo va a gastar en drogas, para acusarla. Cualquier persona con empatía sabe que salir de las adicciones no es fácil, que además de voluntad se necesita mucha ayuda y un contexto social y familiar que no todos tienen.

La solidaridad tiene que ver cada vez menos con la limosna. Tiene más que ver con estar con el otro, mirar a los ojos, preguntar qué le pasa, qué necesita.

Hay organizaciones que trabajamos y colaboramos para intentar que pueda tener una vida mejor. Existen opciones para que pueda hacer algún trabajo en la medida de sus posibilidades, porque también hay que ser responsables y no llevarla a otra frustración más, además de las que ya carga en su historia.

A pesar de algunas críticas que le hacen, creo que siempre es positivo hacer visible su caso, sus necesidades y su dura historia con apenas 26 años. Lo más importante es poder ver su pedido de ayuda detrás de sus palabras y estar dispuestos a acompañarla.