Los detractores del juego aseguran que los recursos apostados dentro de la sala de slots, por ejemplo, son los que deberían llegar al circuito económico local. Sobre todo en estas épocas donde la plata se mueve poco en la calle ante un contexto de recesión económica. Pero el juego es el juego.

Este 2019, según se puede proyectar en base a la estadística oficial de Lotería de Córdoba, en la sala ubicada en avenida del Libertador (N) -entre Iturraspe y Belgrano- se jugarán alrededor de $221 millones, cuyo tres por ciento terminará recibiendo la Municipalidad, algo más de $6 millones. Esto le corresponde como canon. La de San Francisco se ubica en el sexto lugar en el ranking de ingresos entre las 17 que existen en la provincia. Pero allí adentro no se analiza ningún contexto, no se habla tampoco de crisis. Solo se trata de apretar botones.

“Yo juego a las tragamonedas. El nombre te lo dice todo…”, me indica un apostador de setenta y pico de años antes de que ingrese a la sala y haciendo referencia a las maquinitas. “Te sacan siempre la guita, pero yo por pelotudo sigo jugando. A veces gano, pero pierdo más”, reconoce. Luego le advierte que no entre a un “colega” de gorro y bastón que lleva una Sprite en la mano. Este le devuelve una sonrisa, casi con una mueca de resignación.

Antes de terminar la charla, este avezado jugador revela una fórmula: “Acá nunca sacás nada los días 30, 31, 1, 2 y 3; tienen que juntar la guita para pagar los sueldos”. 

El contrato de concesión de la Provincia con CET vence en 2022, aunque es prorrogable hasta 2027.

Es jueves por la tarde. Son alrededor de las 18 y el sol sigue pegando fuerte en la calle. Adentro de la sala, en cambio, se hace de noche y el clima se vuelve fresco gracias a los aires acondicionados. En el lugar hay más de 50 personas, la mayoría mujeres, y están sentadas frente a las tragamonedas. Otros miran, pero son los menos. Tras mis primeros pasos un apostador pasa veloz con dos billetes de $ 500 en la mano, agitándolos como si fuese un integrante de Locomía, con pura extravagancia. Va directo a una máquina a la que se la tiene jurada. Dice que quiere revancha ya que viene de perder una cifra similar a la que lleva tomada con sus dedos.

Ya en el medio del edificio, que alguna vez brilló como cine y como discoteca, una pareja discute por lo bajo. Él está sentado en modo desganado y ella parece recriminarlo. Pero la única que recibe respuestas de este joven es la máquina, con la que también se está llevando mal. Otros acarician la pantalla, buscan hacer con la mano lo que el azar no les devuelve, es decir, alinear los números y las figuras en forma vertical, lo que les implicaría ganar dinero. “Así debería haber sido”, refunfuña una señora de lentes, cartera cruzada al cuerpo y una gaseosa color naranja en la mano. 

Las escenas se repiten a cada instante. Salvo excepciones, lo único que crece allí adentro, en contrapartida al bolsillo, es la adrenalina. 

Todo sigue igual

Aprovechando los doce años de vida de El Periódico y esta edición especial, la problemática del juego en San Francisco fue nuestra primera nota de tapa en noviembre de 2007, pero además una problemática abordada en numerosas oportunidades.

Tragamonedas: más de $600 mil se apuestan por día en la ciudad

Esa primera vez, analizamos cómo había afectado a la población los casi tres años de vida del casino que había llegado a la ciudad, además, con una sala de bingo, aunque esta última no duró demasiado. Mostrábamos cómo adictos al juego –ludópatas- y sus familiares directos recurrían pidiendo ayuda en el Hospital Iturraspe, donde funciona el Pabellón de Salud Mental, y hasta en iglesias locales al no existir asistencia sanitaria por parte del Estado. Esta última institución –junto a comerciantes minoristas y sindicatos, entre otros- fue muy crítica de la instalación del juego, decisión del por entonces intendente municipal Hugo Madonna. 

Línea de Ayuda al Jugador Compulsivo 24 horas: 0800-777-AYUDA (2983)

No obstante, la autorización para que se instalen las máquinas tragamonedas en varias ciudades del interior provincial fue en el marco de la concesión del juego en los casinos. En la primera gobernación de José Manuel de la Sota, en 2002, se convocó a una licitación para la instalación y explotación de éstas y en tan sólo seis meses se firmó el contrato con la concesionaria Compañía de Entretenimientos y Turismo S.A. (CET), del Grupo Roggio. Tras ello llegaron a varias ciudades. Es que a los municipios les interesaba tenerlas ya que reciben un tres por ciento de la recaudación que la provincia coparticipa y 1 por ciento de CET. 

De allí a esta parte, poco cambió. Lo único fue restarle horas de funcionamiento por ordenanza municipal en 2006. Ya no fueron 24, sino 18.

Por otra parte, existía un compromiso del CET para la construcción de un lujoso hotel en nuestra ciudad, el que nunca se levantó. 

Lo que recibe el municipio 

El canon que CET paga es del 27 por ciento de lo apostado. Lotería se queda con el 24 por ciento y los 17 municipios que aceptaron salas se reparten el tres por ciento restante.

Según se informa en el sitio web de Lotería de Córdoba, lo percibido por la Municipalidad de San Francisco hasta septiembre de este año son $6.052.960. De mantenerse el nivel de apuestas, a fin de año la proyección habla de $600 mil más para la recaudación municipal. El mes donde se dio la mayor recaudación fue julio, $651.045, y el de la menor fue febrero con $421.985.

Según lo detallado por Lotería, en 2018 la Municipalidad recibió como canon $ 5.570.251; en 2017, $ 4.719.386; en 2016, $ 3.657.607. Entre 2007 y 2010, la recaudación oscilaba entre los $ 700 mil y el millón de pesos.

Opinión / Ya es un lugar más 

El casino de San Francisco está próximo a cumplir 15 años. Su llegada conoció de polémicas porque sectores fuertes como la Iglesia, el comercio y demás entidades se opusieron a su arribo. Consideraban que el dinero que entraba en la sala se iba a otro lugar y no quedaba en la ciudad afectando de esta forma la economía regional. 

Otra de las negativas tenía que ver con el impacto a la salud, ya que se convierte en un elemento perturbador para la psiquis de muchos jugadores. Es por eso que desde 1980, el juego es definido como una enfermedad por la Organización Mundial de la Salud. 

Hoy y desde hace varios años el edificio ya forma parte del escenario sanfrancisqueño y nadie reclama por su presencia.

Cuánto se apostará en otros casinos este 2019

Según las proyecciones, este año se jugará en Villa Carlos Paz unos mil millones de pesos, quedando para ese municipio unos $ 30 millones de pesos anuales.

En Alta Gracia se apostarían este año más de $ 480 millones, y su municipio recibirá como canon casi 15 millones. Le sigue Río Ceballos, con apuestas anuales estimadas en $ 312 millones.

Luego aparecen Río Cuarto (301 millones anuales de apuestas), Villa María (291 millones) y San Francisco (221 millones de pesos).

Siguiendo con el departamento San Justo, en Morteros se jugarán $ 101 millones (el municipio recibirá $ 3 millones), mientras que en Miramar $ 31 millones (el municipio recibirá casi $ 900 mil).