Cambio de fecha y lugar para Joaquín Rodríguez, el joven sanfrancisqueño que tenía previsto participar este fin de semana en Chile en una competencia de moutain bike de 78 kilómetros, para mostrar que las personas quee conviven con el virus del VIH pueden hacer una vida absolutamente normal. Por malas condiciones climáticas, finalmente no se hará la carrera en el país vecino, y por ello Joaquín se embarcó ahora en un nuevo desafío: subirse a su bicicleta y participar del XXI Desafío al Valle del Río Pinto, que se correrá en la localidad cordobesa de La Cumbre el 1 de mayo, en la que tiene previsto hacer nada menos que 82 kilómetros a través de las Sierras Chicas.

La misión más importante para Joaquín sigue siendo la misma: demostrar que convivir con el virus del VIH no lo hace incapaz de hacer una vida igual a la de cualquier otra persona. “La vida te cambia, pero no se te termina”, resumió Joaquín en la charla con El Periódico.

El sanfrancisqueño representa además a la Fundación Rosas, de la ciudad de Córdoba, que brinda información y apoyo a personas que, como él, viven con el virus del sida. Si bien staba muy ilusionado por poder viajar a Chile al Desafío Termas del Flaco, en plena cordillera, la campaña se mantiene ahora con la competencia en La Cumbre. Y más allá del cambio de lugar, dejar un mensaje a todos los que han recibido el golpe emocional de un diagnostico positivo: que el VIH no les termina la vida, solo la modifica, y que con tratamiento médico y una vida saludable no hay meta que no puedan alcanzar.

Campaña

Joaquín, que hoy trabaja como encargado de Logística de una concesionaria Scania en Córdoba, es la cara visible de la campaña #PedaleandoVivo que impulsa la Fundación Rosas para apoyarlo en la carrera. El objetivo es claro: ayudar a terminar con los prejuicios sobre el VIH y la discriminación de las personas que conviven con la infección. La idea es mostrar que son personas iguales a cualquier otra, con la diferencia que tienen que tomar dos pastillas por día.

“Mi campaña es para la gente como yo, está orientada a ellos, y que los demás vean cómo vivimos. Que nosotros también sentimos, reímos, lloramos, besamos, somos hijos, hermanos. Somos iguales, nada más que convivimos con un virus, como muchas otras personas pueden convivir con una discapacidad, por ejemplo”, explica.

El joven ciclista asegura que En San Francisco sigue habiendo un estigma muy grande hacia quienes conviven con el VIH. “El sida es la enfermedad, la fase terminal, pero la persona que se muere de sida es alguien que no tiene recursos o a la que llegamos demasiado tarde. Si el tratamiento lo empezás en el tiempo correcto, vivís toda la vida. Por eso la persona que convive con el VIH no es un enfermo, de la misma manera que otra persona que vive con diabetes o es tratado de hepatitis, y no se enferman”, subraya.

No es fácil contar abiertamente en una ciudad como San Francisco que uno es portador del virus del VIH. Joaquín lo sabe bien. “Es algo personal. Yo me hice visible porque tuve la oportunidad de hacerlo, porque tuve apoyo de mi familia, de mi novio, de la empresa donde trabajo y también de la fundación que represento. Lo hago porque nadie se hizo visible en San Francisco de esta forma, todos tienen miedo del prejuicio corrosivo, del dedo apuntador. Y creo que alguien tiene que hacerlo”, asegura.