Estamos terminando la entrevista con Roberto Acuña, la última, previo a su reincorporación a Peñarol de Mar del Plata para comenzar la pretemporada que sus compañeros comenzaron días atrás. Sentados sobre el garaje de la casa familiar de Roberto, un hombre de 50 años transita tranquilo por calle Pasteur con su bicicleta, mira y saluda. Lo saluda. Le pregunto a Roberto si lo conoce, se ríe y me dice que no.

Así han sido estas dos semanas post participación en los Juegos Olímpicos para el rafaelino que vive en nuestra ciudad desde hace 9 años. Fotos en la calle, en el banco, muestras de reconocimiento constante. Una tras otra. “Uno se va de una forma y llega de otra, con un recibimiento increíble, nunca soñé esto. Me voy como un ídolo. Vas a un club, a una escuela, y te ven como un ídolo, algo increíble que nunca pensé que me podía pasar. Ir a una escuela y que una nenita que se quería sacar una foto, y no se animaba, se largó a llorar, porque no quería que me vaya sin sacarse una foto conmigo es increíble”, cuenta un Acuña que todavía no sale de ese sueño tibio del cariño recibido.

Estas dos semanas para Roberto han sido de redención. Porque luego de su salida de San Isidro, el jugador de más de dos metros entró en una especie de oscuridad para el ambiente del básquet local y el periodismo deportivo de la ciudad. Ni su ascenso con Ciclista, ni su llegada a Peñarol de Mar del Plata lo habían puesto en la agenda diaria de noticias, ni en la agenda diaria del café o las charlas de tribuna en los clubes. Pero pasó Río 2016, y Roberto recibió en 15 días lo que no había recibido en 5 años. Visitas a San Isidro, El Ceibo, Alumni, Proyecto Crecer, escuelas primarias de la ciudad, fue nombrado padrino de la escuela de básquet de La Francia y apenas termine de contestar las preguntas de El Periódico partirá para Laspiur en el último capítulo de la “Toro Tour” que el jugador realizó vestido de selección mientras estuvo de vacaciones en la ciudad.

Todo ese cariño, esa demostración de respeto te da más fuerzas para volver Mar del Plata

Me voy de acá recontra recargado de pilas, no sé si alguna vez me va a pasar lo mismo, hace que uno se vaya con muchísimas ganas. No veo las horas de empezar a entrenar, de estar con mis compañeros, de seguir mejorando y de seguir trabajando más duro todavía.

¿Es un desafío? ¿una presión?

Un desafío más que nada. Igual estoy tranquilo porque sé que atrás de todo esto hay trabajo, y viene mucho más trabajo todavía, porque esto te inspira más, te da ganas de más. Yo ya hubiese vuelto a Mar del Plata a entrenar con mis compañeros, porque haber estado en un juego olímpico te da muchísima fuerza, muchas ganas de querer más. No me presiona, me exige más, tengo que seguir demostrando que estoy a la altura, no me tengo que relajar. No tengo que defraudar a esa gente que me ha brindado su cariño esta semana y demostrares que con trabajo duro y dedicación se pueden lograr muchas cosas.

Haber estado en el máximo nivel internacional, haber competido allí, ¿cambió la forma en que ves tu carrera como profesional?

Sí, obviamente, uno vuelve con mucho conocimiento, realmente uno se da cuenta por ejemplo que una dieta es muy importante para la vida del profesional, son cosas mínimas pero suman y mucho. Vuelvo a Peñarol, más profesional todavía y con ganas de aportarle al club esa experiencia que adquirí en estos últimos meses con la selección.

Tenés dos hermanos más chicos que juegan al básquet, si ya eras un ejemplo, ahora más. ¿Qué les decís?

Tengo seis hermanos, de los varones soy el más grande, mi hermana es la mayor. Tres jugamos al básquet. Rodrigo, que estuvo jugando en La Unión de Colón, y que ahora va a jugar el Federal en Sarmiento de Junín, y después viene Hernán, que juega en Brown de San Vicente, y estuvo jugando en la Liga de Desarrollo con Peñarol.  Me tocó despedirme de Hernán, y nos dimos un abrazo y le dije que él también podía llegar porque es mucho mejor jugador, tiene más condiciones, es mucho más fuerte, pero le dije que se tiene que romper todo, y que nunca se olvide de los inicios, de los principios, la humildad abre puertas. Vos podés ser un jugador excelente pero si afuera de la cancha sos una basura, no llegás a ningún lado. Eso, y que nunca se frustre.

Antes de subirse al colectivo que lo deje en Mar del Plata, Acuña comerá el último asado junto a viejos compañeros de San Isidro y la selección de básquet de San Francisco. La foto lo mostrará junto a Daniel Beltramo y Daniel Pérez, formadores de Roberto en "sani", y a los que no para de agradecer en donde puede, cada vez que prenden un micrófono delante suyo. Esa será una de las últimas muestras de afecto necesarias que el "Toro" se llevará a Peñarol, donde dice que le gustaría estar desde hace varios días. El "Toro" quiere salir a jugar, suéltenlo, tiene un montón de cosas que demostrar, expectativas que confirmar, experiencias que hacer básquet y cariño por devolver. 

Las metas de Acuña y de Peñarol para la temporada 2016/17 de a Liga

"Se armó un equipo diferente, con más juventud, con más ganas. Pero también hay experiencia, es similar al plantel de los juegos, con experiencia y juventud. Hay que usar esa mezcla para buscar cosas grandes. El año pasado quedamos afuera con un equipo de jóvenes que nos supo ganar, que jugaron bien al básquet, pero también tuvimos una temporada muy irregular y eso tenemos que tratar de mejorar, tener una localía fuerte. El objetivo es que nuestro torneo termine cuando levantemos la copa. Es un sueño que tengo, poder se campeón de la Liga, además que quizás sea el último campeonato de Leo Gutiérrez y estaría bueno que él pueda terminar su carrera con otro título más, se le debemos", aseguró Acuña.