A poco de cumplirse los 200 días desde que se decretó la cuarentena en todo el país, días atrás el director médico de la Clínica Regional del Este, Daniel Puricelli, publicó en El Periódico una columna en la que se preguntó qué pasaría si todos los habitantes de la ciudad de contagiaran con coronavirus. La respuesta era predecible: habría muchas muertes.

Sin embargo, Puricelli le puso números a esa respuesta y calculó cuántas serían las víctimas en la ciudad: unas 1.300. Y alertó de que, a diferencia de la gripe estacional, la COVID-19 produce oleadas repentinas de contagios en pocos meses, por lo que podría desbordar la capacidad de atención del sistema de salud local. 

Por esto, el profesional especialista en neumonología (enfermedades respiratorias) llamó a mantener las medidas preventivas ya conocidas y evitar las reuniones, para que los contagios se produzcan en el menor nivel posible.   

Puricelli dialogó además con este medio sobre cómo trabajan las clínicas privadas junto al Hospital Iturraspe para la atención de pacientes, sobre la eficacia de la cuarentena y sobre la importancia de mantener los cuidados. Además, advirtió sobre la "herida social" que ocasionaría en una ciudad como San Francisco llegar a un punto en que profesionales médicos tengan qué elegir a qué paciente destinar un respirador y a cuál no.

¿Cómo está preparado el sistema de salud privado y la Clínica Regional para hacer frente a una posible mayor demanda de atención?

Se ha llegado a un acuerdo que me parece inteligente, en el sentido de que si todos atendiéramos COVID al mismo tiempo, lo que seguramente ocurriría es que se nos irían cayendo camas en el camino. ¿Por qué digo esto? Por el personal, porque en todos lados donde hay COVID el personal termina infectándose, y eso implica el contagiado más los contactos, entonces perdemos grupos de personas. Ante esa situación, dijimos que los pacientes más graves los concentramos en el Hospital, que tiene una infraestructura importante en cuanto a respiradores y camas de terapia. Y a su vez el Hospital nos manda a nosotros pacientes de terapia intensiva no COVID, en algunos casos sin cobertura de obra social y nos hacemos cargo de esos pacientes. Y reservamos las camas comunes de internación para si esto desborda. Si se mantiene este número de casos en un par se semanas vamos a tener COVID en todas las clínicas. Pero todo es escalonado de acuerdo a la demanda. Si la situación se estabiliza o tenemos un número de casos soportable, es mejor para el funcionamiento general.

O sea que ya funciona un sistema de derivación de pacientes hacia las clínicas. 

Nos intercambiamos pacientes, porque hay cosas que preservar más allá del COVID. En el caso particular nuestro, en la clínica tenemos una terapia compleja, y un servicio de hemodinamia que, sacando la terapia del Hospital, no hay en 100 kilómetros a la redonda. Comprometemos ese servicio y estamos comprometiendo a lo mejor más vidas que con el COVID. Es una de las cosas que hay que preservar, así como clínicas que tienen servicios de otras especialidades que hay que preservar porque la vida continúa. La gente se sigue enfermando, tiene problemas no COVID que hay que atender. Por supuesto hablamos siempre de situaciones manejables, si desborda el números de casos habrá que atender esto en todas las clínicas. Esperemos que no.

Que ese fue siempre el objetivo: que la cantidad de casos fueran progresivos y no todos de golpe.

En el resto del país ha funcionado, salvo en lugares puntuales como Salta, que ha tenido un par de semanas complicadas, en Jujuy o Mendoza. Hasta en el AMBA, que era la zona más peligrosa, el sistema aguantó, no vivimos escenas dramáticas que se vieron en otros países, donde había que elegir. Ese era el objetivo. El problema, y lo que muchas veces no se entiende del todo, es que la magnitud de la pandemia no depende del sistema de salud sino de los cuidados de cada uno. Si todos actuamos como si no pasara nada vamos a tener problemas serios.

Hace unos días hizo una estimación de qué pasaría si todos nos contagiamos. Además muchos hablan de la inmunidad de rebaño, como si fuera algo sencillo. De ser así, estamos hablando de una alta cantidad de muertes en muy poco tiempo.  

En estos meses hemos escuchado estadísticas de todos los colores. Yo me remito al siglo 19, que se decía que la estadística dice que se comen dos pollos por persona en determinados lugares, lo que no dice es que uno se come cuatro y el otro se come cero. No es un tema para reírse, pero causa gracia escuchar que va a ser afectado por poca gente o que no es una enfermedad de alta mortalidad. Pero para el que le toca, es el 100%. Ahí las estadísticas se derrumban, pasamos al drama personal. Y eso es lo que por ahí no se tiene en cuenta. Dicen "A los jóvenes no les hace nada". ¿A todos los jóvenes no les hace nada? No es así, tenemos jóvenes graves en esta ciudad. Nosotros estamos en el peor lugar para trabajar y lo hacemos con los cuidados del caso. No hay trabajo en que no se pueda tomar precaución. Pero si estamos todos juntándonos, festejando cumpleaños, intercambiando copas y botellas... vamos a tener lo que estamos teniendo.

A pesar de esto, ¿cree que sirvió la cuarentena?

Creo que hay tres etapas. La primera me pareció muy inteligente, de frenar para preparar el sistema de salud, que no estaba preparado para una cosa de esta magnitud. O sea, ningún sistema de salud estaba preparado. Hacía falta un tiempo de preparación. Creo que a lo mejor ahí se cometió un error en prolongarla demasiado, en general, y no comenzar allá por junio a hacerla selectiva en los lugares que estaban bien. Entonces la gente alivia, y no tantos meses en que la gente agotó la paciencia en el peor momento. Cuando teníamos un número de casos importante, veníamos de seis meses de cuarentena. Es mucho tiempo, se entiende que la gente empiece a bajar la guardia. Empiezan a jugar factores emocionales, la distancia con los seres queridos, y una serie de cosas que hacen que uno diga después de todo no es para tanto. A lo mejor si hubieran levantado un poco selectivamente la cuarentena por la mitad del proceso y ahora cuando las papas queman decir cerramos un mes. Pero bueno, es el diario del lunes, ahora es fácil decirlo, pero había que estar en esa silla y tomar esa decisión.

Es decir que todavía no están recibiendo pacientes de COVID en la clínica, pero usted cree que van a recibirlos.

No, sí hemos recibido, hemos tenido pacientes internados en el área de febriles, que es un área de la clínica dividida del resto, a propósito. Porque, por ejemplo, si viene un paciente del interior, acá hacemos el diagnóstico, confirmamos que es COVID y si es necesario internación, va al Hospital. No es que va directamente al Hospital. Se hacen los diagnósticos en las clínicas y van con diagnósticos, si hace falta. La mayor parte de los casos son de tratamiento domiciliario. El 80% se va a su casa con tratamientos mínimos. Nosotros tenemos que enfocarnos en las personas de riesgo, en aquellos que podemos tener mortalidad. 

El mensaje que le da la gente entones es: "A cuidarse, no hay otra". 

Que hagan su actividad pero que tomen las precauciones que hay que tener, que no son tan complicadas. No usen el barbijo por debajo de la nariz, sino por arriba. Tenerlo abajo no sirve. Y después los cuidados como el lavado de manos, el alcohol en gel, y los que todos conocemos. Y sobre todo no juntar mucha gente, esa es la clave. Porque si juntamos 15 personas y hay uno que esté contagiado, van a salir 10 con el virus. Eso es lo que no se puede manejar. Pero todo se puede hacer, con cuidados.

La clave sigue siendo bajar la cantidad de contagios, no hay otra solución.

Sí, o por lo menos hacerlo en un tiempo prolongado. Y hasta para la economía, porque si de repente tenemos mil o dos mil infectados en San Francisco la economía también se va a resentir. Para todos hace falta que esto sea un proceso lento y para eso la única forma es el cuidado hasta que tengamos la vacuna. Los que dicen que la cuarentena no sirve, por supuesto que con las salvedades que hicimos cuando hablamos de la cuarentena, lo dicen sin ningún fundamento. Porque no tenemos tratamiento, no tenemos vacuna, entonces cuando viene el pico de la enfermedad es necesario el aislamiento y bajar el nivel de actividad. No hay otra forma. El problema que se puede producir es que tengamos un gran número de casos y que no podamos atenderlos. Ahí se empiezan a ver esas escenas dramáticas que se vieron en la televisión.

"Ahora ubiquémonos en San Francisco, es muy distinta la situación en situaciones enormes como Nueva York o Madrid. Acá si llegamos a un punto en que tendríamos que elegir respiradores, que para vos tengo y para vos no tengo, acá nos conocemos todos. Y cuando eso pase va a quedar una herida social muy grande y para toda la vida. Vamos a tener gente que fue atendida y gente que no pudo ser atendida. Y en una comunidad como la nuestra puede ser muy triste y difícil de superar. Y no es que no pase, pasa. Por eso es necesario que administremos todos los cuidados para no llegar a esa situación". 

Usted dice que no se trata de infundir miedo o pánico, sino de lo que puede pasar.

Es contar lo que puede pasar. Hay otro problema: que la pandemia desgraciadamente se ha politizado, y al politizarse perdés mucha de la objetividad científica. Esto tiene modelos de discusión científica, pero cuando introducimos que si lo hace Juan está mal y si lo hace Pedro está bien, ahí se pierde el sentido de la discusión.

Algunos críticos de la cuarentena también reiteran que en años anteriores se morían miles de personas por enfermedades respiratorias o neumonía, y que no se hacía todo eso. ¿Qué responde a eso?

Es una tontería eso, no tengo otra palabra, porque todo eso sigue ocurriendo. No es que no ocurra. Pero acá se presentó un fenómeno distinto, desconocido. Cuando empezó, no sabíamos qué podía pasar. Después de a poco se fue conociendo información. ¿Pero cuál era la alternativa, dejar que ocurra? Si decíamos que dejemos que ocurra íbamos a tener un desastre mucho mayor del que se ha tenido. Hoy ya es un desastre. Aquellos que vieron fotos de carpas sanitarias en Nueva York, eso no es la neumonía. ¿Quiere decir que no atendamos esto, que dejemos que la gente se enferma y se muera? La estadística sirve para cualquier cosa, hasta para decir tonterías. 

Es decir que una cosa no quita la otra. Que se hayan muerto tantos por neumonía no quiere decir que esto no sea grave. Con la gripe, además, hay tratamiento, vacuna y es progresivo, el sistema lo puede asimilar. No es este caso. 

La gripe la conozco. Este no lo conocíamos. Retrocedo a marzo y había toda clase de especulaciones. Las investigaciones son lentas, no se hacen en una semana o quince días. Recién ahora te diría que empezamos a tener cubierta información certera. Fijate lo que ha ocurrido con el plasma, que empezó a usarse en los graves. Y después se dieron cuenta que no era útil en los graves, sino en los leves que se están empezando a agravar, en el comienzo de la enfermedad. Ahí tenés un ejemplo claro, no iba a servir, pero en el momento no se sabía. Lo que les preguntaría a los que están en la televisión es: ¿dónde estás vos? Porque yo me puedo poner desde afuera a mirar todo el panorama y juzgar, pero yo les presto atención a los que están en la línea de combate y en la dirección de la línea de combate. Los demás ven estadísticas. Que hasta ahora las estadísticas no están completas, por supuesto. Esto se va a terminar de analizar correctamente dentro de dos o tres años, no hoy.

¿Qué mensaje le daría hoy a la comunidad?

Que se cuiden ellos mismos y a sus seres queridos, que no los expongan situaciones de contagios. Y especialmente tenemos que cuidar a las personas de riesgo, mayores. Si en una familia todavía tenemos la estructura de nietos y abuelos, bueno, tenemos que cuidar al abuelo, a la gente que tiene otra enfermedad y por ellos se tienen que cuidar los otros. Porque nadie le va a levar el virus al abuelo, se lo van a llevar los familiares, seguramente. Esos son los que se tienen que cuidar.