Un fin de semana al año, el centro de la ciudad de San Francisco se transforma en el escenario del desfile de la historia automovilística. El Paseo de los Clásicos, organizado por la Asociación de Autos Clásicos de San Francisco, se transformó en un evento cultural y turístico ya tradicional en la ciudad donde llegan más de 200 personas para participar, pero principalmente para compartir, un fin de semana lleno de historias y camaradería que se reflejan en el metal de cientos de fierros de colección.

Impedido por la pandemia, el tradicional evento se mantiene en pausa. Por eso, mientras los motores se encuentran apagados, El Periódico te cuenta una historia que comenzó en la década del noventa y que a la actualidad sigue sumando kilómetros.

En ese entonces, un grupo de fanáticos de los autos de antaño comenzó a participar de distintos encuentros de la mano del alma máter de la Asociación, Olderico Boschetto. “Como club empezó en 1996, pero informalmente ya se reunían en 1991 y 1992. Uno de los precursores fue Boschetto, él iba a los encuentros y empezó a contar lo que se vivía y a entusiasmar a todos”, relató Carlos Bonino, presidente de la Asociación.

“En el 96 decidimos hacernos la personería jurídica porque decidimos hacer un rally clásico en San Francisco, al principio pensaron que estábamos locos por todo el laburo que significaba, empezamos con Raúl Vaudagna, le fuimos dando forma y como ellos iban a muchos rallies es una cuestión de reciprocidad, uno va y el otro viene acá”, agregó Juan Pablo Vaudagna, también integrante del grupo.

“Muchas veces tuvimos que dejar gente afuera porque se nos achica la capacidad hotelera cuando juega Sportivo, cuando juega San Isidro, cuando hay eventos de motocross, hípico, pádel”, contó José Luis Gerbaudo.

El evento fue creciendo con el correr de los años, cada vez venían más autos y más gente; la capacidad hotelera de la ciudad colapsaba y el centro de San Francisco se empezó a llenar de cientos de familias que disfrutaban de los más emblemáticos fierros de colección.

El tradicional Paseo de los Clásicos o Rally de San Francisco cumplió ya su decimonovena edición  en 2019 y, a pesar de que en este 2020 el festejo de las dos décadas quedó en pausa, la historia –prometen- continuará.

El record fue de 105 automóviles y el promedio nunca bajó de 70. El evento reúne entre 230 y 250 personas que participan de manera activa.

La historia de los fierros clásicos que por ahora tienen el motor apagado
Gerbaudo, Vaudagna y Bonino, referentes de la Asociación de Automóviles Clásicos.

Un culto a la camaradería

En las 19 ediciones los recorridos siempre fueron regionales, excepto en dos oportunidades. En ese marco, Vaudagna contó que siempre hubo una gran relación con las localidades vecinas que también fueron sedes del evento como Brinkmann, Las Varillas, María Juana y Clucellas.

“Siempre tuvimos carrera y prueba de habilidad conductiva, pero nunca fuimos fanáticos de los relojes. La vuelta más larga quizás fue de 80 km. porque está pensado para que se disfrute a pesar de la competencia. Hay mucha amistad a pesar de que capaz que nos vemos tres veces al año, pero siempre estamos en contacto, nuestro evento se destaca por la camaradería y porque es uno de los más convocantes del país, detrás de esto hay miles de anécdotas y de gestos fraternales “, señaló Bonino.

De la colección de Pérez Companc. Cuentan que el empresario Gregorio Pérez Companc participó en más de una ocasión. “Autos de su colección han venido siempre, y él vino unas dos o tres veces, siempre tapado y nunca dejándose ver. Venía con sus mecánicos y les hacía arreglar los autos a los otros en la ruta, nosotros también hemos visitado su museo en Pergamino”, contaron.

De lo recaudado no queda nada, el club no tiene sede e invierte todo en la organización del evento, pero también colaboran con ONGs. “El 25 de mayo se recolectan alimentos no perecederos, además se paga una beca al comedor La Virgencita, organizamos peñas con los socios, sorteos y eso va todo a entidades benéficas”, agregó.

“Somos un grupo de gente al que le gustan los autos y también aprovechamos para colaborar como se pueda. En una época íbamos a las escuelas para mostrar y contar cómo fueron los avances en la fabricación de los automóviles, íbamos al hogar de ancianos”, agregó Vaudagna.

Además, en los últimos años la Asociación incorporó el grupo de Damas Vintage, que se sumaron a la organización del evento y a participar de la competencia como conductoras.

La historia de los fierros clásicos que por ahora tienen el motor apagado

Dos autos uruguayos

Una de las tantas historias de amistad que cuentan los protagonistas es la de dos autos uruguayos que quedaron al resguardo en San Francisco. “Dos Ford muy valiosos, de 1909 y 1911, a ellos les convenía tenerlos en Argentina porque participaban de los eventos en nuestro país, iban a Rafaela, San Francisco y Río Cuarto. Los dejaron cinco años, me hablaban para que lo haga arrancar y lo pasaban a buscar”, contó Vaudagna.

Derribando mitos

Se desprende que para ser parte de la Asociación hay que ser fanático de los fierros, pero los protagonistas cuentan que no todos tienen auto, no todos saben de mecánica y no a todos les gusta conducir.

“Si tenés un auto clásico indirectamente sabés algo de mecánica, te das idea aunque sea con la parte sencilla, de a poco vas aprendiendo pero se pone complicado para que alguien te lo arregle. Hoy es muy difícil que te lo pongan a punto, el sistema cambió”, dijo Bonino.

“Hay gente que le gusta andar en el auto, que le gusta correr, el que le gusta solo mirar, el que le gusta arreglar y no manejar”, agregó Vaudagna.