El coronavirus y las medidas de prevención que trajo aparejado crearon un escenario impensado hace unos meses atrás: el uso del tapabocas o barbijo en la calle.

Lo que parecía lejano, desde principios de abril es una realidad en San Francisco. Así, de a poco, el barbijo fue ganando terreno y ya se convirtió en un objeto de moda. En abril pasado, cabe destacar, doce diseñadores top argentinos formaron parte de una iniciativa organizada por Fundación y Centro Rossi para promover el uso de este accesorio con la creatividad, estilo e inspiración característica e icónica de cada uno de ellos.

“Hoy en día es un accesorio de moda. Ya no es como antes, que el arito, la bijou, eso pasó a un segundo plano. Ahora es el tapaboca”, explicó Florencia, que trabaja en una tienda que vende, entre otras cosas, estos productos.

Paula, de otra tienda de la ciudad que también los ofrece, agregó que empezaron probando “para darle una vuelta a la situación" porque tenían el local cerrado y hoy es lo que más se vende. "Hay gente que viene sólo por un barbijo”, afirmó.

El barbijo pasó de ser una necesidad a un nuevo accesorio para la moda

Así, hay quienes revenden, fabrican y hasta los personalizan. En ambos casos, los modelos fueron surgiendo a pedido de los clientes. “Fuimos incorporando de a poco. No nos animábamos mucho al estampado y la gente lo empezó a pedir. Empezamos a hacer con brillo, lentejuelas, más ahora que la gente empieza  a salir. La gente entendió que esto se va a seguir usando y los ven como un accesorio”, aseguró Paula, que vende barbijos realizados por ella misma y que, afirma, cumplen con las exigencias de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

“También compran para regalar. Se han agregado a los regalos de cumpleaños. Se llevan un suéter y le agregan un barbijo; nos ha pasado bastante. Tienen una cena y se llevan algo que vaya de acuerdo a la ropa”, comentó.

Los que más se venden, añadió, son los negros, de lúrex (tejido de hilo de aluminio), con brillo. También los estampados y los de animal print.

Florencia coincidió en este aspecto: “Se los suele llevar para regalito, es una opción. Hay un poco de todo pero el que más se vende es el clásico de color negro. Hay de animal print, con brillo y un montón de estampados que también buscan mucho”.

“Es lo que más se está moviendo en realidad. Se suelen llevar de a tres o cuatro porque los van cambiando, por más que sean lavables. Jamás pensamos esto, dijimos ‘vamos a tener alguno como accesorio’ pero la gente pide y pide. En negro es el que más sale, ayer me trajeron y hoy ya no tengo más”, informó.

Personalizados

La venta de barbijos se convirtió, para los comerciantes en una buena oportunidad de negocio. Así lo vio Camila, que, imposibilitada  a continuar sus clases de costura, comenzó a fabricarlos.

“Comencé a mediados de abril cuando vi que la cuarentena se empezó a extender y que no sabía cuándo iba a poder volver al taller de costura. Mi fuerte son las clases y ante esa necesidad de generar un ingreso y de buscarle la vuelta, de reinventarse por así decirlo, busqué algo para hacer desde casa y que me genere ingresos para aunque sea solventar gastos. El barbijo ya era obligatorio para cuando empecé y la gente estaba pidiendo mucho y vi el nicho de mercado. Justo tenía una máquina de bordar que compré en febrero antes de este lío con otro fin y tenía telas y dije ‘empiezo a fabricar’. Y fue un éxito total”, contó.

El barbijo pasó de ser una necesidad a un nuevo accesorio para la moda

Si bien comentó que las ventas disminuyeron un poco en los últimos días, afirmó que durante mayo y principios de junio se vendió muy bien. “Al principio tenía un par de diseños y la gente elegía. Pero después me empezaron a contratar de locales y empresas para que les borde el nombre o el logo. Ya me pedían telas específicas, y bueno, fue buscarle un poco la vuelta”, reveló.