El fiscal de Delitos Complejos, Bernardo Alberione asegura que de una vez por todas se debe romper la “cadena de repeticiones de conducta” en casos como violencia y abusos sexuales. Afirmó que falta educación integral en los niños y adolescentes para que puedan detectar situaciones donde se vulneren sus derechos y puso el énfasis sobre todo en la familia, aunque también en la escuela.

Alberione viene de esclarecer en las últimas semanas un difícil caso de violación a una adolescente, quien fue primero asaltada por un delincuente y luego llevada hacia un descampado de la zona norte de San Francisco donde sufrió el abuso sexual. El victimario, un menor de 17 años, según pudo conocer este medio, había sido abusado años atrás dentro de su entorno familiar.

Según el fiscal, el 90 por ciento de los abusos sexuales son intrafamiliares y en muchos casos, el abusador fue víctima anteriormente. Esa es la cadena que Alberione pide que se rompa.

- De acuerdo a la experiencia: ¿son muchos los casos donde el victimario fue abusado previamente?

En los abusos sexuales que estamos viendo más del 90 por ciento son intrafamiliares. Y en ellos muchas veces el victimario ha sido víctima de abuso, es una cadena de repetición de conducta. Lo mismo suele ocurrir con la violencia, porque quien se cría en un marco donde la violencia es habitual es difícil que entienda luego que eso constituye un delito o una conducta reprochable. Por eso, la educación no es solo la que se enseña en los colegios, sino también lo que ven en la casa, que muchas veces entra mucho más. En definitiva, existe un marcado componente sociofamiliar y tienden a repetirse conductas que se normalizan por ser vivenciadas.

- Los abusos sexuales no cesan en la ciudad. ¿No existe ningún temor a la pena?

El que viola y el que abusa no tiene en cuenta cuántos años le va a tocar si lo descubren. No le importa eso. No es un factor de disuasión la pena o el tiempo que estará detenido. Primero tratan de manejar la situación, y si no la pueden manejar tendrán las consecuencias. Le da los mismo 8, 10 o 20 años de prisión, no se lo ponen a analizar.

- ¿Cuando se refiere a que “tratan de manejar la situación” es porque existe esa confianza de que no los van a denunciar?

Los abusadores juegan con el hecho de que nunca serán denunciados por temor o dependencia de la parte de la víctima. Por eso la información y la educación son factores determinantes en la lucha contra esta modalidad delictiva y la energía debe estar puesta en cortar las cadenas donde se generan estas personalidades desde la más temprana edad posible. De esta manera revertimos costumbres y generamos una conciencia reparadora de conductas que parecieran aceptadas.

- Ahí se explica la reincidencia una vez que salen de la cárcel.

No corregimos nada con la penalización o el castigo por el abuso. Porque tenemos una persona abusada y un abusador, una persona que está destruida en la calle y otra en la cárcel. No se soluciona nada y la situación social se agrava porque muchas veces ese abusador es el sostén de una familia. No va a cambiar nada en la medida que no se reeduque y se trate especialmente en la cárcel esa patología, cosa que no se hace. Hay pabellones especiales, pero no hay un tratamiento psicológico tendiente a recuperar a esa persona de la patología que lo llevó a cometer el acto por el cual fue detenido. No hay contención de parte del Estado para esta patología. Y la pena por sí sola no sirve, no soluciona nada.

- ¿Cómo se procede entonces?

Hay que profundizar la educación, la información laica, no porque Dios te va a castigar no hagas tal cosa, sino porque no se debe hacer. Son conductas que deben verse como nefastas y negativas. Los niños y adolescentes también tienen derecho a conservar su integridad física, psíquica y sexual, no recibir ni malos tratos ni abuso sexual. Pero esa información debe salir también a nivel educacional. Inculcarle al niño que nadie lo puede tocar ni agredir.

- ¿La escuela se convirtió en un lugar donde se detectan casos de abuso?

El conocimiento de la existencia de hechos de abuso sexual se produce generalmente en establecimientos educacionales, donde al brindarse charlas instructivas sobre los derechos a la reserva sexual y sus modalidades violatorias, pueden surgir casos donde afloran lágrimas en los ojos de algún niño o niña, o quiebran en llanto o simplemente bajan la cabeza en signo de resignación. Hay que estar atentos a esto porque es una gran oportunidad para poder abordarlos rápidamente. Otra de las fuentes de conocimiento de este tipo de modalidad delictiva es la que proporcionan las escuelas por medio de sus docentes, directivos o gabinetes psicopedagógicos. En estos casos es de fundamental importancia sacar a la institución y a quien da la noticia de la posible existencia de un hecho de abuso del centro de la investigación.

- La escuela en este caso es el puntapié para iniciar una investigación.

Claro, porque después de ello la investigación debe centrarse en la familia y el núcleo de amigos de la víctima en donde podemos lograr datos directos y de mucha más relevancia probatoria. De esta manera se saca al docente de una zona de riesgo en cuanto a represalias de los involucrados, siendo su testimonio necesario en alguna etapa del proceso investigativo, pero para complementar la prueba recabada.

- ¿Hay desconocimiento sobre las herramientas al momento de denunciar este tipo de casos?

Muchas veces se dice ‘ahora, lo que se me viene’. Pero no lo es, porque a un menor de edad se le toma solo una vez testimonio durante la Cámara Gesell, se le hace una sola pericia psicológica y se lo revisa también una vez. Son tres actos rápidos y termina la participación del menor en el proceso. Luego hay que buscar el contexto y probar la prueba con el menor margen de error posible.

- ¿El rol de Estado respecto a las víctimas debe mejorarse?

Es notoria la falta de repuesta del Estado al seguimiento de las víctimas de este tipo de delito, teniendo en cuenta que tras la denuncia se rompe todo un esquema de contención, quedando en la mayoría de los casos a la deriva con conflictos personales, de índole sexual y con rechazo de parte de la familia que se ve afectada por la decisión de denunciar. No resiste análisis el hecho de trabajar sobre las fuentes de esta modalidad delictiva de la manera que lo hacemos actualmente porque tenemos una persona cumpliendo condena y persona abandonada a su suerte con vínculos familiares rotos y un costo personal y social tremendo.