Tres meses después de haber vendido su participación del 10 por ciento en el Cirque du Soleil, el fundador de la compañía canadiense, Guy Laliberté, asegura estar preparando una oferta para recuperar el control de la compañía que ahora mismo se encuentra cargada de deudas y debilitada a causa de la pandemia de coronavirus.

El 19 de marzo, el imperio del Cirque dejó de presentar sus 44 espectáculos producidos por todo el mundo y despidió a 4.679 de sus empleados (un 95 por cientos de su personal). Dentro de su batería de propuestas que deberían estar dando vueltas por buena parte del mundo figura MESSI10, que iba a presentarse en Buenos Aires en junio y que todavía no tiene una nueva fecha.

Laliberté, un antiguo zancudo convertido en millonario que cofundó la compañía en 1984, vendió su última participación restante en Cirque en febrero. "El Cirque me ha dado tanto que, viendo la situación en la que se encuentra, si puedo ayudar estaremos allí", dijo el domingo a una radio canadiense. Y agregó: "Tenemos un buen plan. Creemos que podremos traer de vuelta el fuego sagrado". Su idea es mantener la sede de la compañía en Montreal junto a un equipo de gestión quebequense.

Laliberté había vendido la mayoría de sus acciones a inversores chinos y estadounidenses en un acuerdo de $1.5 mil millones en 2015. Antes de concretarse esa operación ya había tomado estado público de los problemas que estaba atravesando esta empresa de contenido circense a gran escala que es todo un orgullo para el estado francófono de Quebec.

Si bien durante 2013 la empresa había generado unos ingresos de unos 762 millones de dólares (Laliberté, otrora artista callejero, cuya fortuna en 2015 se estimaba en 2000 millones de dólares), las finanzas del Cirque du Soleil ya habían dado señales de alarma. En 2008 se había asociado a dos firmas de inversiones asiáticos que adquirieron el 10 por ciento de las acciones. Desde 2012 sus ganancias venían decreciendo. En 2014 ya habían achicado su planta de trabajadores en el impactante centro que tiene el Cirque en Montreal. La deuda actual del Cirque se estima en 900 millones de dólares.

A finales de marzo, la gerencia del Cirque solicitó al Banco de Canadá que considerara todos los escenarios de su supervivencia, incluida la bancarrota. Durante la entrevista con Radio Canadá aseguró que tenía "una serie de personas dispuestas a ayudarlo financieramente", aunque se negó a profundizar detalles de la operación.

El domingo Laliberté dijo que no lamentaba haber vendido al Cirque en 2015. La historia del multimillonario canadiense tiene mucho de una típica película de Hollywood sobre un sujeto que viene de la nada y que construye un imperio en el cual nunca se pone el Sol. En 1984, un joven Guy Laliberté logró convencer a las autoridades de Quebec de realizar una gira provincial con un espectáculo que incluía a acróbatas y artistas callejeros de todo tipo para un gran festejo patrio. Así nacía el Cirque du Soleil. Cuatro años después, Laliberté ya era considerado el empresario del año por una revista de Quebec.

Con el tiempo, con la expansión territorial, con la creación de todo un imperio que impuso un nuevo (y ya viejo) criterio entre las artes circenses, aquél emprendimiento nacido en las márgenes del negocio del entretenimiento se "ha convertido en una organización internacional, tanto en términos de su conformación como en el rango de sus actividades e influencia", sostenía su página oficial. Una organización internacional que se nutre de mano de obra especializada de distintas partes del mundo y que ensambla sus partes en Québec.

En 2008, el vicepresidente del Cirque Du Soleil, Gaétan Morency, disertó en la sede de Ciencias Económicas de la UBA sobre el modelo de negocio de la compañía. "Sólo en 2007 vendimos diez millones de entradas", calculó. Los artistas del Cirque, muchos de los cuales son campeones olímpicos, tienen un promedio de 23 años y ganan 60.000 dólares al año. Un 20 por ciento de los artistas de más de 40 países van rotando anualmente por el alto nivel de riesgo de los números. Unas 300 personas trabajaban en ese momento en la sede de Montreal para la confección de trajes, pelucas y calzados y esos grandes escenarios. "Cada gira es un pequeño mundo en sí, una familia", afirmó el empresario aquella vez.

La crónica de esta nota de La Nación llevó como titulo El exitoso modelo de negocio del Cirque. Las nubes actuales parecen tapar al circo del sol. En 2015, el grupo de inversión estadounidense TPG Capital adquirió una participación mayoritaria del 60 por ciento en la compañía, y el Grupo Fosun de China compró una participación del 20 por ciento. Caisse de depot et place du Quebec (CDPQ), una compañía de inversión institucional, compró una participación del 10 por ciento. El CDPQ luego compró la participación restante del 10 por ciento de Laliberté en febrero, llevando su participación total al 20 por ciento. Y ahora, como en una historia cíclica, Guy Laliberté, que ya no es joven pero sí un multimillonario que en 2009 desembolsó 35 millones de dólares para darse el gusto de ser un turista del espacio, desea volver a los tiempos del inicio de este imperio a escala global. Y, al parecer, ya contaría con aliados canadienses.

De hecho, el primer ministro de Quebec, François Legault, declaró el viernes su inclinación a que el Cirque se convierta en quebequés, mientras que la web TVA Nouvelles reveló que el gobierno estaba listo para ayudar a la compañía, otorgándole un préstamo de 200 millones de dólares estadounidenses, bajo ciertas condiciones, como el mantenimiento de la oficina central en Montreal y la propiedad intelectual en Quebec.

Fuente: La Nación