La actividad hotelera de San Francisco fue bastante intensa y tiene sus inicios varias décadas atrás. Pese a no ser una ciudad turística su ubicación en un lugar estratégico y rodeada de rutas muy transitadas. Además el movimiento industrial que la caracterizó desde siempre fue otro aspecto que hizo que la hotelería tenga un gran desarrollo.

En el último año de pandemia, varios hoteles la vienen peleando debido a que en la época de restricciones tuvieron sus puertas cerradas y comenzaron a vivir momentos de incertidumbre que para algunos históricos edificios resultó el final.

Pero si de historia hablamos hay un emprendimiento hotelero nacido en las primeras décadas del siglo pasado y que fue muy destacado a lo largo del tiempo. Hoy, seguramente muchos sanfrancisqueños pasan en frente del edificio donde supo funcionar, en pleno centro, y solo ven chapas y un gran edificio en construcción sin saber cómo surgió y qué se vivió en ese mismo lugar.

Toda una novedad para la época

El 21 de enero de 1924, dos hombres de apellidos Sada y Ortega inauguraron en Bv. 25 de Mayo 1940 (entre Mitre y Colón), el Gran Plaza Hotel, emprendimiento que pasó constituirse en ese momento en el más importante de la ciudad, hasta la inauguración del Hotel Americano en los años 60. Por ese entonces competía con el City Hotel, ubicado sobre Bulevar 9 de Julio.

El singular emprendimiento, que fue según referencian historiadores fue uno de los hitos más importantes dentro de la actividad hotelera del viejo San Francisco, contaba con 44 habitaciones y seis baños grandes de uso compartido, con agua fría y caliente, toda una novedad para la época.

Según explicaba en uno de sus trabajos de investigación local el fallecido historiador José Alberto Navarro, alrededor de 1939, Francisca, la viuda de Bartolomé Sada (uno de los propietarios), que había quedado como única dueña al morir su esposo, les vendió el hotel a Ricardo Boix y a su yerno, José Tomás Arbones, ambos inmigrantes españoles. El primero oriundo de Quesa, Valencia; y el segundo, de Vigo, Galicia. A esta sociedad se incorporaron también como socios dos hijos de Boix: Ricardo y Eros. Éste último y su padre venían desempeñándose como empleados del Plaza, uno como sereno y el otro como cadete.

Lo curioso –aclaraba Navarro- fue cómo se dio la venta. De manera inesperada, el azar los convirtió en empresarios hoteleros ya que ambas familias resultaron favorecidas con el premio mayor de la lotería, lo cual les permitió tener el dinero suficiente para comprar el hotel.

Lujos, inmigrantes y un premio de lotería: la historia del Gran Plaza Hotel

Clientela selecta y varios servicios

El Gran Plaza Hotel contaba con una selecta clientela, especialmente profesionales, docentes, artistas y empresarios. Su cocina estaba a cargo de dos expertos cocineros: Remo Richardone (italiano) y Juan Abadía (español), por lo que el menú estaba conformado por gran variedad de platos de ambos países europeos.

Para el servicio de comidas disponía de fina vajilla y cristalería importada, grabada cada una de sus piezas con las iniciales del hotel. En el subsuelo estaba instalada la despensa, en la que se guardaban los vinos finos, fiambres, quesos y alimentos en conserva.

El edificio contaba, además, con sala de juegos como billar, cartas y ajedrez y hasta se ofrecía el servicio de peluquería para hombres.

Desde 1957 y hasta 1965, aproximadamente, el bar y el comedor del hotel fue cedido en concesión: primero a Domingo Gauchat, y después a Enrique Lucarelli. También estuvo a cargo de este negocio Alfredo Bertoli, quien en años anteriores había atendido las confiterías del Sport Automóvil Club y Jockey Club.

Por varios factores, este gran edificio que fue toda una novedad para la época cesó su actividad en la década de 1970.

Lujos, inmigrantes y un premio de lotería: la historia del Gran Plaza Hotel

Ahora será un centro comercial

Actualmente se construye un paseo comercial en el mismo lugar, que en parte fue restaurado, pero que además sumó una torre que tendrá unidades habitacionales, cocheras y también locales.

La fachada histórica será conservada y la fachada de la torre mostrará elementos metálicos verticales que servirán para sujeción de barandas y revestimientos de balcones, lo que otorgará una imagen más tecnológica.

Será bautizado como Torre del Plaza y según indicaron los constructores se están ultimando detalles para su próxima inauguración.

Respecto a los usos que tendrá, se organizan en planta baja con un ingreso doble mano a las cocheras, entrada y hall de acceso a las viviendas y el área comercial que ofrecerá tres locales.

El primero y segundo nivel estará ocupado por plazas de estacionamiento para 50 vehículos con doble rampa de acceso, mientras que del tercero hasta el séptimo se proyectaron semipisos de 200 m2 con dependencias propias (diez en total), quedando el octavo nivel reservado a un penthouse que ocupará toda la superficie.

Aunque se trate de una obra independiente al edificio colindante del Paseo Colón (de los mismos propietarios) servirá como complemento ya que le aportará unidades de cocheras sumando a la oferta de servicio en esa área. En la torre que ya funciona dentro de este último paseo existen unas 32 unidades habitacionales de menor tamaño a las que tendrá la nueva edificación a la par.