La fusión entre el arte y la comida, pero también reivindicar el encuentro, lo cotidiano y lo íntimo a través de todos los sentidos, menos la vista, es lo que propone “Confianza ciega”, un ciclo gestionado por un grupo de artistas independientes y cocineros de San Francisco radicados en distintos lugares de Córdoba y que llegará al Bistró de Talio de La Palma el próximo jueves 28 de octubre.

Para los organizadores se trata de una experiencia culinaria y sensorial “única”, ya que los comensales participan con sus ojos vendados siendo parte de un contexto íntimo donde la comida es una sorpresa pero también todo lo que pasa a su alrededor.

El evento ya se desarrolló en cuatro oportunidades en la zona serrana y llegará por primera vez a San Francisco.

Lucas Terraf, cocinero y hacedor cultural, contó a El Periódico que la idea de “Confianza ciega” nació junto a su hermano “Cheche” Terraf, quienes años atrás armaron el proyecto Cardamomo, un local de comida árabe en la localidad de Icho Cruz y que llevan sus platos a distintos eventos gastronómicos.

“Nace de una idea nuestra, Cheche había estado viendo un teatro a ciegas en Carlos Paz y dijo ‘qué bueno para hacerlo’. El año pasado le estuvimos dando forma, se tiraron algunos lineamientos. Pero por la pandemia no se pudo dar”, explicó Lucas, quien aclaró que los platos que se sirven en esta experiencia que traerán a La Palma no tienen que ver exclusivamente con la cocina de Medio Oriente.

Sobre el proyecto, Terraf sostuvo que el punto en común es que lo llevan adelante personas de nuestra ciudad radicadas en las sierras de Córdoba, entre ellos artistas acostumbrados a salir a escena.

Previo a su presentación en San Francisco, “Confianza ciega” ya tuvo cuatro experiencias en la que –según Terraf- “sucedieron cosas muy hermosas”.

“Hay una pequeña introducción, se tapan los ojos a los comensales y se los acompaña a su lugar. Se van sucediendo diferentes platos, el hilo conductor tiene que ver con los cuatro elementos: la tierra, el fuego, el aire y el agua. Y suceden cosas fuera de la vista, sonidos, palabras, intervenciones en un clima muy armonioso; es un viaje donde la comida es simple, pero bien sabrosa y sobre todo llena”, remarcó.

Comer con los ojos vendados, una experiencia que invita a oír y sentir llega a San Francisco

Terraf indicó que las devoluciones de quienes ya participaron de este evento fueron muy buenas y definió: “Es nutrirse desde la palabra, bajar un cambio y disfrutar algo más que una comida. Cada uno encontrará su momento a través de los sabores y olores de la comida, pero también todo lo artístico que pasa alrededor. Se baja esa ansiedad por comer rápidamente, algo que hacemos siempre”.

Lo artístico

La artista Magalí Listello es la encargada de guiar la experiencia. La acompañan en la parte artística Luis “Pampero” Romero y Mauricio Utrera. Desde su óptica explicó que este evento significa “un entrecruce entre el arte culinario y el arte escénico” y agregó que es una experiencia a través de los estímulos donde “el espectador es súper activo”.

Listello indicó que buscan que los asistentes se sientan interpelados desde la presencia y que se le hable particularmente a cada uno de ellos. La comida, cabe aclarar, es acompañada de instrumentos en vivo, paisajes sonoros, teatro, arte culinario, poesía y aromaterapia.

Respecto a la cuestión de que los comensales tengan sus ojos vendados, señaló: “Somos humanos muy frontales, nuestra vista está llena de prejuicios… vos ves y ya sabés qué olor tiene, qué color, sabor, su textura. Desapegarnos de ese sentido nos pone en un lugar incómodo, pero hay otros estímulos y buscamos que se sientan muchas cosas a nivel del tacto, el olfato, por ejemplo”.

Noche para sorprenderse

Cristina Colombatti, propietaria de La Palma, explicó que será “una cena muy particular” y que la comida es acompañada por presentaciones artísticas, lo que definió como “novedoso”.

“Será una noche para sorprenderse, es un evento genial”, destacó ante la consulta de El Periódico, y aclaró que para participar será necesario reservar el lugar.

Después de la experiencia, que puede durar una hora o un poco más, los comensales podrán quedarse en el Bistró de Talio degustando alguna bebida o postre.