Jorge Ruiz (60) es un vecino de barrio El Mondongo, de la capital bonaerense, que denunció a los dueños del Hotel Uno. Ruiz es empleado administrativo y vive en un departamento propio (que heredó) de apenas 45 metros cuadrados. El inmueble está ubicado en medio de las construcciones de alto que pertenecen al hotel alojamiento.

Luego de ocho años de pelea, le ganó al hotel el juicio por "daños y perjuicios". Y un fallo de Cámara convalidó un resarcimiento de 350 mil pesos más intereses, que podría alcanzar los 700 mil pesos, de acuerdo con el medio porteño.

"Todavía no sé que haría con esa plata. Tal vez poner un sistema de aislación y hacer mejoras en la medianera que tiene filtraciones de agua", dijo Ruiz, quien contó que hasta la jueza Sandra Nilda Grahl, del Juzgado Civil y Comercial N° 17 de La Plata, fue a su cuarto "a comprobar lo que había denunciado”.

"Los golpes se sentían a toda hora. No podía invitar a matrimonios amigos a cenar o a tomar mates, porque me daba vergüenza. Eran situaciones incómodas que trataba de evitar", recordó Ruiz.

El hombre contó que las complicaciones nocturnas lo obligaron a pedir un cambio de horario en la oficina: "Llegaba tarde, dormido y con la ojeras por el piso. Empecé a trabajar de tarde". 

También debió recurrir a una psiquiatra para que le recetara pastillas para dormir. "No existen píldoras que concilien el sueño con esos martillazos de noche. No hay solución mágica", le dijo la profesional. 

El patio interno del departamento linda con una terraza desde donde habitualmente caen preservativos, copas de vidrio y otros objetos. Y sobre uno de los muros del living se instalaron las lavadoras y secadoras que funcionan día y noche. "Cada media hora se encendía el centrifugado. Lo tenía cronometrado: eran 15 minutos de un zumbido inaguantable", recordó.

Denunció el caso ante inspectores de la Municipalidad, que constataron –con instrumentos de medición– el exceso de decibeles que provocaban las maquinarias. Esas actas se tomaron en cuenta para el litigio que inició en el fuero Civil en 2014, cuando la comuna no logró resolver el inconveniente.

Vida actual

El hombre indicó que todavía no puede "regularizar el ritmo de descanso nocturno" porque el cuerpo se acostumbró a los sobresaltos y se despierta cada dos o tres horas. Fueron muchos años de perturbación".

Cuando trascendió el dictamen judicial, los dueños del albergue transitorio modificaron algunas pautas de funcionamiento y el hombre pudo recuperar algo de tranquilidad, indicó el matutino.

Recientemente, cree que "corrieron de lugar las lavadoras. Y en estos 10 días dejaron de alquilar la pieza 22". "No importan las razones, lo que vale es que desaparecieron los ruidos", consideró.

Para su abogado, Ezequiel Grasso, "más allá del monto de la indemnización, que es relevante por ser una causa de ruidos molestos, quedó probado el problema de las vibraciones que generaban las máquinas de lavado del hotel".

Y remarcó un aspecto del dictamen que "cita a la Organización Mundial de la Salud, que pondera el derecho a la salud de cada ciudadano. Quedó probado en el expediente –dijo el letrado– que a raíz de su estado de estrés grave y de somnolencia constante, estuvo sin dormir por años".

"No me quiero ir de este lugar. Tengo derecho a retomar una vida normal", indicó Ruiz. "Yo sé que los que están del otro lado la están pasando bien. Pero sólo pido que me permitan estar tranquilo", indicó.

Fuente: Clarín