El primer día del juicio por el homicidio de Claudia Muñoz (52), el imputado Sergio Medina (49) se mantuvo inmutable en el banquillo. “No voy a declarar algo de lo que no conozco. Soy inocente”, se limitó a expresar.

La comerciante fue asesinada de 33 puñaladas en el probador de su negocio en Río Cuarto el 9 de mayo de 2017.

Hay gran expectativa por la consternación que generó el caso y por la fuerte movilización de familiares del imputado, que enfatizan que es “un perejil” y que “hace dos años y medio está injustamente preso”.

A la vez, la familia de la mujer asesinada reclama justicia y apunta contra el detenido.

Medina, domiciliado en Las Albahacas –pueblo vecino a Río Cuarto–, era cliente de la víctima.

Está acusado de “homicidio agravado por ensañamiento y por femicidio”. La imputación se basó en “un cúmulo de indicios”, calificados por el fiscal de instrucción que investigó el caso como “suficientemente serios, concordantes, graves, anteriores, concomitantes, posteriores, próximos y necesarios”.

El tribunal que decidirá la sentencia está integrado por Virginia Emma (presidenta), por los flamantes jueces Natacha García y Daniel Vaudagna y por 12 jurados populares.

Ayer, en la primera audiencia, el fiscal de cámara Julio Rivero destacó la experiencia provincial en materia de jurados populares y les advirtió que su rol “no es el de vengadores ni el de representantes de la verdad popular”, sino de “colaborar para producir una sentencia moral y necesariamente justa”.

El querellante Héctor Giuliani destacó que Medina llegó a juicio por “el trabajo en conjunto” de los familiares con la Justicia, a partir de un dato de los vecinos de Claudia. “No venimos a manipular, sino a que se debata la verdad. Medina ha tenido los mejores abogados; no pedimos venganza, sino justicia por este crimen horrendo”, expresó.

El defensor del acusado, el cordobés Carlos Hairabedian, pidió hablar de pie, frente a los jurados populares, para presentar el caso. “Tengo 85 años de edad y 55 de ejercicio profesional. Soy el abogado penalista más antiguo y de más edad en la provincia. He participado en 150 procesos de homicidio”, comenzó relatando, para recordarles luego a los jurados populares “el enorme poder que significa poder decidir sobre el destino de otras personas” y la necesidad de “tener certeza, seguridad absoluta, sin ningún tipo de duda, para dictar una condena”.

Hairabedian argumentó que “no hay una sola prueba” que diga que el día del hecho su cliente ingresó al local comercial donde trabajaba la víctima. Consideró la teoría de la familia de la mujer como “una historia fabulosa, mendaz, engañosa, equívoca”.

También adelantó varios argumentos de defensa: mencionó que hubo un juez de Control (ya fallecido) que en su momento resolvió la libertad de Medina “por entender que no existía prueba” y luego sostuvo que “la prueba científica descarta por completo que a Medina le pertenezcan las manchas de sangre (de la escena del crimen)”.

En rigor, según la investigación, “los haplotipos masculinos encontrados no resultaron aptos para el cotejo genético”.

Testimonios

Ayer declaró el viudo de Muñoz, Juan Carlos Debia. Dio testimonio de su dolor y del de su hija adoptiva y manifestó su íntima convicción de que Medina es el asesino. Interpretó que pudo haber estado enamorado u obsesionado con su esposa, “desde la adolescencia”, y haberla matado porque no era correspondido.

Un testimonio clave fue el de Oscar Godoy, un vecino de Claudia y de la tía donde paraba Medina (los tres en la misma cuadra). Dijo que estaba haciendo un trabajo frente a su casa y que vio salir a Muñoz en su auto en la tarde del crimen. Precisó que,“cinco minutos” después, observó al acusado salir caminando, “y medio apurado”. “Lo vi medio raro, detrás de ella pasó”, dijo ante preguntas del tribunal. Aseguró que Medina era cliente de su quiosco desde hacía dos o tres años y que le llamó la atención “porque es de caminar tranquilo”. También declaró que, al enterarse del asesinato, le hizo un comentario a su mujer: “¿Este loco no se habrá mandado algún moco?”. Y que su señora le contestó: “¿Estás loco, vos?”.

La hallaron desangrada en el probador

Un caso que, por su violencia, conmovió a Río Cuarto.

La mujer fue asesinada en su local de venta de ropa, a media cuadra de una subcomisaría en Río Cuarto.

La encontraron desangrada en el probador. La mayoría de las heridas que sufrió fueron superficiales y en las piernas (se habría resistido a patadas). En el cuello y en su pecho presentaba los cortes más profundos, y en la ingle fue la estocada mortal. Nunca se avanzó en otra sospecha más que en la que apuntaba a Sergio Medina, detenido por el crimen. Es un albañil, soltero, que vivía con sus padres en la vecina localidad de Las Albahacas.

Un exjefe policial detenido por otra causa debe testimoniar hoy

Justo hoy se cumple un año de la detención de Gustavo Oyarzábal, exjefe de Investigaciones de la Policía de la Provincia en Río Cuarto. Está imputado en el marco de la causa por el “narcoescándalo” que se investiga en Río Cuarto. Fue acusado por la Justicia federal local como presunto cómplice de la banda de narcotraficantes que habría liderado el asesinado Claudio Torres.

Oyarzábal será sacado hoy de la Penitenciaría sólo para declarar, como testigo, en el juicio contra Sergio Medina por el crimen de Claudia Muñoz.

Hasta el año pasado, Oyarzábal era la mano derecha de los fiscales provinciales para las investigaciones penales en Río Cuarto.

Tuvo a su cargo, también, la investigación del homicidio de Claudia Muñoz y es quien habría detectado contradicciones e indicios de mala justificación en la coartada del imputado. Hoy prestará declaración sobre lo que pudo determinar, y cómo, en su tarea sobre este crimen.

Ayer, el abogado Carlos Hairabedian, contratado por la defensa del único acusado, resaltó (con el fin de cuestionar la investigación judicial) que el policía que investigó esta causa ahora en juicio “hoy se encuentra encarcelado como presunto miembro de una asociación ilícita”.

Fuente: La Voz del Interior