La región turística del Mar de Ansenuza se encuentra ubicada al noreste de la provincia de Córdoba, ocupando la zona de influencia de la Laguna de Ansenuza o Mar Chiquita, accediendo desde la ciudad de Córdoba por RP Nº 17.

La zona alberga numerosas localidades, muchas de ellas son comunas y parajes rurales. Sin duda, la localidad turística más importante es Miramar de Ansenuza, por el atractivo turístico de la Reserva de Uso Múltiple “Bañados del Río Dulce y Laguna Mar Chiquita”, cuya laguna recibe los afluentes del Río Suquía, el Río Xanaes y el Río Petri, y constituye uno de los humedales salinos más grandes de Latinoamérica y el quinto del mundo. 

Marull

Muy cerca de allí, Marull conjuga cómodos remansos a orillas del río Xanaes (Segundo), circuitos gastronómicos y diversas actividades en la Laguna Mar Chiquita. La localidad es casi una parada obligada antes de llegar a la laguna Mar Chiquita. Su propuesta turística se asienta en dos pilares fundamentales: el turismo alternativo y la gastronomía.

Ideal para una escapada, tomar unos mates, disfrutar de un picnic o para hacer un poco de actividad física, Marull ofrece diversos espacios al aire libre que son ideales para estos planes.

Uno de ellos es la plaza principal San Martín, constituida por varios paseos y numerosas obras de arte que invitan a recorrerla. Se encuentra el rosedal del Centenario, el monumento al Cincuentenario de Marull, la Fuente del Bicentenario de la Patria y el Paseo del Libertador, entre otros atractivos.

Por otra parte, para que los más pequeños se entretengan, la plaza Ansenuza ofrece un novedoso diseño, con juegos y una fuente que representa la laguna Mar Chiquita. Además, cuenta con una obra de arte central: un mural en mosaiquismo que simboliza la leyenda de Ansenuza.

En la visita tampoco deben faltar sus postas religiosas: una de ellas es su Vía Crucis ecuménico, único en América. Ideal para hacer a pie o en bici, cuenta con 15 estaciones, desde la entrada al pueblo hasta el cementerio. Otro sitio infaltable es el Templo Parroquial, único en la zona con su estilo neogótico.

Al recorrido se suman sus plazas y espacios verdes y el Museo Municipal, que alberga la historia de la zona.

La naturaleza como plan

Una opción es el balneario El Puente, a sólo 4 kilómetros del área urbana, excelente para refrescarse en las aguas dulces del río Xanaes o descansar en sus playitas.

Otra alternativa, a 12 kilómetros, es Playa Grande, que le hace honor a su nombre con una amplia costa sobre la laguna. En ella se puede realizar avistaje de aves y pesca deportiva del pejerrey, uno de los principales imanes de la zona.

Para los que deseen más aventura, un operador de turismo ofrece un combo de trekking y kayak para atravesar Campo Mares y apreciar la increíble fauna que habita en la quinta laguna más salada del mundo.

A pura celebración

Si bien la naturaleza invita a ir en cualquier época del año, son imperdibles sus festividades típicas. Entre distintas actividades turísticas, se destaca la Fiesta Regional de la Cerveza Artesanal y la Picada; Además, de los tradicionales carnavales gratuitos. Otro de los planes que ofrece esta localidad, es la visita al circuito religioso en honor a Nuestra Señora de la Asunción, en un marco festivo que se hace presente todos los meses de agosto en las Fiestas Patronales de Marull.

Por su parte, el primer fin de semana de septiembre se realiza el Certamen Nacional de las Mujeres Asadoras, y en noviembre, la Fiesta de la Argentinidad, con destrezas y montas.

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Como puntos de interés resaltan los balnearios El Puente y Playa Grande. Desde su mirada religiosa, el Vía Crucis Ecuménico y el Templo Parroquial. Y, para incluir al paseo, el Museo Municipal, las plazas San Martín y Ansenuza, y el Parque Central de Marull. Desde aquí, son imperdibles los paseos náuticos por la Laguna Mar Chiquita, caminatas, safaris fotográficos y avistaje de aves.

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Balnearia

Este pueblo cercano a la laguna Mar Chiquita invita a conocer su historia con gran impronta cultural y ferroviaria. Sin embargo, su tradición no la hace ajena a una gran movida nocturna.

Balnearia, en el departamento San Justo, se encuentra al noreste de la Provincia de Córdoba y a 190 kilómetros de Córdoba Capital. Limita con Miramar al norte, al oeste con Marull y al este con Altos de Chipión.

Este pueblo cordobés cuenta con un polideportivo para pasar un día en familia, equipado con quinchos y asadores; canchas de fútbol, básquet y paddle, que se puede visitar en cualquier época del año. Durante el verano, funciona una pileta olímpica (única en la región) y una escuela estival en los meses de enero y febrero.

Para los citadinos, es raro llegar a estos lugares y descubrir dos cosas: la mayor parte de las instalaciones y servicios son gratuitos; la segunda es que, a pocos kilómetros de las grandes urbes, todavía hay gente que deja la bicicleta afuera sin candado o las ventanas abiertas sin ningún tipo de rejas.

Impronta ferroviaria

Tanto Balnearia como las localidades vecinas tienen el sello de los abuelos inmigrantes, que llegaron alrededor de 1911 y forjaron asentamientos próximos a la instalación ferroviaria del ramal A, que solía unir Deán Funes con Laguna Paiva.

Relacionado a su historia, se puede visitar el Museo Histórico Municipal “San José”, emplazado en la vieja estación de trenes. Este sitio refleja, en su recorrido por las distintas salas, la importancia del ferrocarril y su incidencia en la vida cotidiana de la población.

Una postal típica es sacarse una fotografía al atardecer en la pasarela, un paseo tradicional que data de los años 50, donde también se encuentra la antigua máquina del tren a vapor. Cuando levantaron el ramal del ferrocarril, la quisieron sacar y finalmente se logró que quedara en la localidad. Luego, se convirtió en un ícono de la ciudad. Quien vaya a Balnearia y no se saque esta foto, parecerá que nunca ha pasado por allí.

Las fiestas de las colonias y culturas inmigrantes; su polideportivo y el Museo Histórico Municipal San José son algunos imanes de Balneario. Para disfrutar del turismo ecológico, la laguna Mar Chiquita es el sitio elegido.

Una de las actividades favoritas para los que visitan Balnearia es el turismo ecológico. Por su cercanía al área de Reserva de la Mar Chiquita, el avistaje de aves y el turismo de salud, basado en la alta mineralización de las aguas y el fango de la laguna, son dos razones para elegirla.

Turismo ecológico

Su gran población de aves se deja ver especialmente en la desembocadura del Río Segundo, ubicada a unos 16 kilómetros de la comuna. Allí, se pueden observar ¡un cuarto! de las especies de Argentina: predominan las gaviotas, gallaretas y biguás. También, los buscados flamencos rosados, garzas blancas, patos sirirí y cisnes cuello negro, entre otros.

Por otra parte, el aprovechamiento del recurso natural del agua salada es reconocido internacionalmente por sus propiedades terapéuticas, que se suma a los valores ambientales y a la creación de la Reserva Natural, que convirtieron a Balnearia en un centro de un notable flujo turístico, que merece ser visitado.

En la visita será posible visitar, además, la zona más próxima a la Laguna de Mar Chiquita, que posee una gran cantidad de bosques vírgenes naturales, que la convierten en una de las regiones más salvajes de la Provincia. Se pueden observar gatos montés, pumas, zorros, nutrias, carpinchos y hurones.

Altos de Chipión y Balnearia – Sendero La Chavarina

Este sendero se encuentra cercano a Altos de Chipión, entre esta localidad y Balnearia, perpendicular a la Ruta 17.Su recorrido de 2,4 kilómetros se desarrolla a orillas del viejo cauce del río Segundo o Xanaes, a esta altura denominado El Garabato (o Saladillo), ideal para excursiones en kayak y piragua. En este recorrido de ecoturismo se puede disfrutar de la flora y fauna autóctonas de la región del Espinal dentro del futuro Parque Nacional Ansenuza, y de la tranquilidad del agua junto a los paisajes que regala la naturaleza y la vista de dos puentes históricos, el de la Ruta 17 y el de La Chavarina.

La Chavarina es un personaje muy importante del este cordobés, conocida como una curandera que convocaba a muchas personas para recibir su tratamiento. La historia cuenta que a la vera del río y enmarcado en el paisaje del monte, La Chavarina extraía hierbas para preparar sus brebajes, mientras las personas hacían largas filas en las que se les ofrecía de comer y beber para acompañar la espera.

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