Uruguay dio un paso histórico ayer para legalizar la producción y comercialización de cigarros de marihuana, con un debate político áspero que enfrentó al oficialismo con toda la oposición. Aunque la amplia mayoría de los uruguayos rechaza la reforma, el Senado finalmente aprobó anoche el proyecto, que deberá ser promulgado por el presidente José Mujica.

Fuera del recinto, cientos de militantes que reivindicaban el derecho de fumar marihuana libremente celebraron la aprobación de la ley, tras una marcha desde el centro de Montevideo hasta el Palacio Legislativo. Y también fumando "porros".

El Senado completó anoche el trámite parlamentario del texto que convierte a Uruguay en el primer país del mundo en legalizar toda la cadena de fabricación, venta y consumo de cannabis. El proyecto fue aprobado con 16 votos positivos de la coalición oficialista Frente Amplio (FA) contra 13 negativos.

Mujica, que hace un año dijo que si no lograba que la reforma recogiera el apoyo del 60% de la población archivaría la iniciativa, ahora tendrá que estampar su firma en el texto, justo cuando se mantiene alto el rechazo popular. Algo más del 60% de los uruguayos está en contra de la legalización de la marihuana.

La particularidad del régimen vigente es que el consumo no estaba penado, pero sí la producción y la venta. Por lo tanto, no era delito alguno fumar anoche marihuana.

"Todas las personas tienen derecho al disfrute del más alto nivel posible de salud, al disfrute de los espacios públicos en condiciones seguras y a las mejores condiciones de convivencia", sostiene el polémico proyecto de ley.

En un plazo máximo de diez días, cuando el Poder Ejecutivo promulgue la reforma, cualquier uruguayo podrá tener en su casa hasta seis plantas de cannabis para poder armarse sus propios cigarrillos.