Nadie lo esperaba, salvo los 13 imputados. Los propios abogados defensores no lo podían creer. “Yo me arrepiento de lo que dije, que el tribunal ya los había condenado”, admitió anoche el defensor de José Fernando “Chenga” Gómez, quien de acérrimo crítico pasó a ser en cuestión de minutos el mayor admirador de los jueces que absolvieron a los acusados por la desaparición de Marita Verón.

El rostro desencajado de Susana Trimarco lo decía todo. No abrió la boca al abandonar la sala de audiencias. José Dantona, el cordobés que actuó como abogado querellante, estaba sacado. Habló de la “corrupción” de los integrantes de la sala II de la Cámara del Crimen.

En determinado momento, Alberto Piedrabuena, los vocales Emilio Andrés Herrera y Eduardo Antonio Romero, sólo acompañados por sus colaboradores, no sabían si retirarse o enfrentar a las cámaras.

 

Los jueces habían convocado a las partes a las 17, pero recién después de las 21 autorizaron el ingreso de imputados, abogados y público. “Creemos que es muy difícil una condena para los hermanos Rivero (Víctor y María Jesús) por su vinculación con la mafia de los Ale y el poder político que aún conservan. Nosotros nos volvemos a Córdoba, pero los jueces viven acá, se quedan acá”, había dicho a este diario Dantona. El penalista cordobés daba por hecho que la “conexión riojana” iba a ser condenada.

Indignación inmediata. Pero nada de ello ocurrió. Cuando la secretaria de Cámara leyó la parte resolutiva de la sentencia, es decir la absolución de todos los imputados, surgieron las reacciones encontradas. Era como si se hubiera jugado un clásico Boca-River. A nadie le interesaban los porqué de la sentencia.

Piedrabuena se desgañitó para lograr que un pequeño grupo de periodistas ingresara a la sala. Y fue el propio presidente del tribunal quien adelantó cuáles fueron los motivos de la decisión unánime de los jueces. “No se probó que María de los Ángeles Verón fue secuestrada el 3 de abril de 2002”, dijo Piedrabuena. Y consideró que el destino de la desaparecida seguía siendo una “incógnita”.

El presidente del tribunal fue más allá y descalificó los testimonios de las víctimas de trata que declararon en el juicio que se inició el 8 de febrero de este año. El camarista hizo hincapié en la falta de pruebas para condenar a los hermanos Rivero porque sólo hubo “un llamado anónimo y el testimonio de una persona fallecida”.

María Jesús Rivero llegó al proceso como la principal sospechosa. Se le adjudicaba la autoría intelectual del rapto de Marita, hecho que habría ejecutado su hermano Víctor utilizando un vehículo de la remisería “5 Estrellas”. Esta empresa era propiedad de la mujer cuando todavía era la esposa de Rubén “la Chancha” Ale, hombre fuerte de la mafia tucumana vinculado –según Trimarco– al exgobernador Julio Miranda.

Además de los Rivero, fueron absueltos Daniela Natalia Milhein, Alejandro Andrés González, Pascual Domingo Andrada, Lidia Irma Liliana Medina (Gran Madama), Gonzalo Gómez y su hermano mellizo José Fernando “Chenga” Gómez, María Azucena Márquez, María Natalia Bustos, Carlos Luna, Cinthia Gaitán y Humberto ­Derobertis.