Los cuerpos de dos jóvenes argentinos de 24 y 25 años fueron hallados por la policía de Brasil,  acribillados a balazos, a unos 50 kilómetros de la frontera de Misiones.

Los jóvenes, que eran amigos. Silvio Alejandro Antúnez, de 24 años, y Martín Ríos, de 25, aparecieron asesinados en distintos puntos de la ruta BR 163, en el municipio brasileño de Realeza, a pocos kilómetros de la ciudad misionera de Andresito.

Oriundos de la localidad de Jardín América, en Misiones, donde residen sus familias, se dedican a la explotación de una empresa de transporte y al trabajo en un estudio de abogados, respectivamente.

De acuerdo con las primeras investigaciones de la policía del vecino país, Antúnez y Ríos habrían cruzado la frontera por Andresito, en el extremo norte de Misiones, a bordo de una camioneta Chevrolet S10, con intenciones de realizar alguna transacción comercial o cambiar dinero.

Las fuentes consultadas en Misiones señalaron que una de las hipótesis que manejan los investigadores brasileños indicaba que habrían sido sorprendidos por piratas del asfalto que los habrían retenido con fines de robo y finalmente los asesinaron en diferentes tramos de la ruta BR 163.

Hipótesis

Los investigadores tampoco habían descartado la posibilidad de que las víctimas mantuvieran algún tipo de contacto con sus asesinos, probablemente por operaciones anteriores que podrían estar vinculadas con el tráfico de drogas o el contrabando.

El cuerpo de Antúnez fue el primero en ser localizado por las autoridades del vecino país, a la vera de la ruta BR 163 con al menos cinco disparos, mientras Ríos fue hallado a varios kilómetros de distancia, también con numerosos impactos de bala, dijeron las fuentes.

Junto con la segunda víctima fue encontrada la camioneta Chevrolet de color blanco que había sido utilizada por los jóvenes misioneros para ingresar en territorio brasileño, según la reconstrucción realizada por la policía de Misiones.

De acuerdo con testimonios recogidos entre allegados a los jóvenes, la iniciativa de ir Brasil la habría tenido Antúnez, ya que los días previos habría invitado a varios amigos y también familiares para que lo acompañaran, pero únicamente Ríos accedió a emprender el viaje.

Ambos habían dicho a sus familiares que se iban a pasar unos días por la zona de Comandante Andresito para realizar unas compras. La familia de Antúnez se dedicaba a la explotación de una empresa de transporte, mientras que la de Ríos gestiona un estudio de abogados.

Según la investigación de la policía brasileña y la de Misiones, los dos amigos cruzaron la frontera en su camioneta blanca. Ya descartada la teoría del robo, se estima que ambos pudieron ser víctimas, probaablemente, de un ajuste de cuentas.