Todavía es evidente la indignación en el rostro de Carlos Romero, dueño de la panadería El Molino, ubicada en calle Aristóbulo del Valle al 49, que en los últimos 20 días fue víctima de al menos tres robos.

“Todo lo que se llevaron son máquinas de trabajo que lamentablemente para trabajar no las van a usar”, expresó molesto el propietario.

En los últimos 20 días, autores ignorados fueron robando de la panadería distintas máquinas y elementos. Dos balanzas electrónicas, una máquina selladora, una termo-selladora, una rayadora de pan, un taladro de mano, una caja de herramientas y hasta una garrafa. Según el propietario el valor estimado de la maquinaria desaparecida asciende a 10 mil pesos.

“Hace tres años que estoy trabajando acá y jamás tuve ningún tipo de problema, ahora de golpe en 20 días me robaron tres veces, es duro. Para mí hay algunas cosas raras y para la policía también”, sostuvo.

Y es que aunque ni el propietario no lo dice y la policía tampoco, la investigación está orientada hacia un presunto empleado infiel que se estaría llevando los elementos.

El primer robo se produjo el día 12 de este mes. “Entraron en el despacho y se llevaron las tres máquinas que estaban acá, una balanza y las dos selladoras. Fue muy puntual, porque no revolvieron ni movieron nada”, indicó Romero. Tampoco hubo abertura forzada.

“Me había quedado una balanza, la saqué del despacho, la puse en otra habitación cerrada con  candado, lo rompieron y se llevaron esa balanza, una garrafa, un taladro de mano y una caja con herramientas”, agregó. Este hecho se produjo un día de semana, entre el mediodía y las 16.

Pero el último robo fue el más duro para Carlos. Se produjo en la madrugada del sábado 25 de agosto y le llevaron una máquina ralladora de pan que, según el propietario, “es imposible que la haya sacado una sola persona”, ya que se trata de una máquina pesada de varios kilos.

“Es alguien que conoce lo movimientos. No hay un horario fijo, se depende mucho de la elaboración del pan. No es una oficina con horario estricto y se arriesgaron a trabajar igual”, explicó Romero.

Los reiterados robos hicieron que Carlos tomara una decisión que tenía rondando en su mente hace un tiempo, que es la de vender la propia panadería. “Estos hechos te quitan las ganas de seguir trabajando. Uno trata de trabajar pero así no se puede seguir”, expresó.