En nuestro país viven más de 7 millones de personas de más de 60 años, que representan el 15,5% de la población. Como principal grupo de riesgo del coronavirus, desde que comenzó la pandemia estuvieron en el centro de la escena de las recomendaciones y medidas de prevención. Y fueron quienes más sintieron el impacto de las condiciones tan duras que la sociedad debió atravesar. Sin embargo, son también quienes han demostrado tener un poder de adaptación, un nivel de resiliencia y superación ejemplares, que les han permitido a muchos seguir activos y conectados a pesar de los cambios.

A lo largo de sus vidas, las personas mayores debieron sortear diferentes obstáculos. El escenario desafiante que ha planteado la emergencia sanitaria les permitió a muchos capitalizar esa experiencia acumulada y transitar esta etapa con mejores recursos emocionales y una perspectiva diferente.

La frase "El temporal pasará y podemos salir mejores de él" resume esta idea que forma parte de las grandes lecciones que las personas mayores nos están brindando y que pueden tomarse como un legado positivo para las nuevas generaciones, una referencia sobre cómo vivir un momento complejo con los mejores recursos disponibles.

"Nunca es tarde para aprender" es otra consigna de la que las personas mayores vienen dando pruebas irrefutables. La adaptación a la tecnología es el gran ejemplo de cómo se pueden incorporar nuevos hábitos y conocimientos, sin importar la edad. Todos pudimos observar cómo durante el aislamiento social, muchas personas mayores aprendieron o perfeccionaron el uso que hacían de Internet y de las redes sociales, y aprendieron a usar aplicaciones, participar de videollamadas y hasta festejar reuniones sociales por Zoom.

Los prejuicios solo sirven para levantar barreras. Frases como "Soy mayor para esto" o "Ya no puedo aprender" son obstáculos que impiden desarrollar el potencial o experimentar sin importar los resultados. Combatir los "cercos" mentales fue clave para la adaptación a las nuevas realidades y sumar nuevos conocimientos.

En muchos casos esta pandemia ha dado tiempo para reflexionar, replantear intereses y descubrir o relanzar proyectos vitales, mostrando que no hay edad para el empoderamiento. Quedó demostrado: durante el aislamiento social, muchas personas descubrieron capacidades y talentos y dedicaron tiempo a actividades postergadas, tareas de voluntariado o artísticas.

Entre las lecciones más relevantes, no se puede soslayar la importancia vital que revisten los vínculos cercanos, esa red que brinda contención, que permite la expresión y la compañía a pesar de la distancia. También resulta fundamental saber cuidar las emociones, un aspecto crucial en estos tiempos, al igual que mantener hábitos saludables sostenidos en el tiempo para mantener la calidad de vida.

Las personas mayores han dado una muestra clara de que poseen recursos internos con los que afrontar esta situación tan adversa para toda la sociedad, y que cuentan con la capacidad para cuidarse de una manera responsable frente a esta pandemia.