Eduardo Jobet (53) es mecánico de motocicletas desde adolescente. Empezó en el rubro junto a su padre Carlos Alberto y continuó con su taller. Sin embargo, algo cansado de la dinámica del trabajo y de las urgencias de los clientes, hace unos cuatro años apostó por trasladar su experiencia mecánica en un hobby particular: restaurar autos clásicos.

Unos años atrás, Eduardo se encontraba transitando un tiempo con poco trabajo y se dijo: “Necesito un hobby”. Así, con la pasión que también le inculcó su padre por los autos antiguos, adquirió una camioneta Ford A modelo 1929 y comenzó con su primer trabajo como restaurador.

“Empecé con eso y me gustó, fue como un cable a tierra para mí. Con las motos tenés siempre esa presión de terminarla porque el cliente la necesita para trabajar. Esto es distinto, vos lo vas haciendo a tu ritmo, es un hobby lindo pero tenés que agarrarlo con tranquilidad”, contó Eduardo. 

El mecánico aclaró que lo suyo es un pasatiempo al que le pone toda su pasión pero reconoció que al terminar un trabajo siempre conviene no enamorarse del resultado final. “Tuve un cliente que quiso la Ford A y la vendí, con eso compré un Ford Fairlane para restaurarlo completo y así se fueron enterando amigos y empecé otros autos”, aseguró.

Un mecánico de motos encontró su hobby en restaurar autos clásicos

Un trabajo que da trabajo

El objetivo de este apasionado de la mecánica es que sus restauraciones queden lo más original posible y por ello deriva algunos trabajos especializados para dedicarse a los detalles. “Tengo gente que me hace la chapa, un pintor, un tapicero, pero después para lograr que el auto quede como nuevo hay que estar en los detalles y para eso tenés que dar vueltas para conseguir piezas, buscar por internet, ir a las chatarrerías, es algo lindo pero que te demanda mucho tiempo”, admitió.

“Restaurar un auto te puede llevar más de seis meses. Hay restauradores en Córdoba que te lo tienen uno o dos años y no, mi finalidad es agarrar un trabajo y terminarlo. Dedicarse y hacerlo. Yo me pongo algo en la cabeza y lo hago”, dijo mientras exhibía su Fairlane.

Respecto de este auto, Jobet contó que se trata de un modelo 1974 que se encontraba en un campo abandonado y comenzó a restaurarlo hace un año y medio. “Cuando uno ve el resultado final obvio que se siente orgulloso por las condiciones en las que estaba. Se le hizo pintura, el interior, los cromados, es un auto con muchos detalles y pude conseguir todo para que quedara como nuevo”, sostuvo.

Pese a que restauró varios Ford, entre ellos algunos Falcon, Eduardo remarcó que no se dedica a una marca especial.  En este sentido, se encuentra trabajando con un auto Unión o DKW que espera finalizar antes que termine este 2020 y adelantó que su próximo paso y sueño, sería restaurar un Torino o un Chevrolet Chevy. “Y lo voy a hacer, a su tiempo cuando tenga que llegar”, confió.

Un mecánico de motos encontró su hobby en restaurar autos clásicos

No solo autos

Eduardo también ha restaurado modelos históricos de motos, como una Puma de los años ‘50, una famosa Guzzi-la cual ya fue exhibida en distintos lugares de la ciudad, una Zanella Ceccato 150 centímetros cúbicos y trabaja con una clásica Gilera 150 cc. Hasta dejó como nueva una Honda Dax que se encontraba en total estado de abandono.

Y recordó que la primera moto pequeña que fabricó fue para su hijo: “Pero vinieron de un circo que justo estaba en la ciudad y me la compraron para el mono, lo sacaban a la pista y daba unas vueltas en la motito”, recordó con gracia.

Un mecánico de motos encontró su hobby en restaurar autos clásicos

Su apodo

A Eduardo muchos lo conocen por su apodo, “Tuqui”, el cual tiene una peculiar anécdota vinculada al fanatismo de su padre con el automovilismo. 

Jobet lo contó así: “Mi viejo siempre fue fanático del automovilismo, en el año 1966 se corría el Gran Premio Argentino de Carretera, yo estaba por nacer y él dijo que me iba a poner el nombre del ganador. Tiempo después me contó que en aquella carrera venía primero Ángel Renzi que rompió el auto y la terminó ganando Eduardo "Tuqui" Casá, un famoso corredor de aquella época, así que me puso Eduardo y por eso también heredé el apodo”.

Si bien Carlos falleció hace unos años, su madre Beatriz (Beba) lo acompaña diariamente en el taller con los mates. Además, Eduardo está casado con Marcela con quien tuvieron cuatro hijos: Mario, Mariana, Alejandro y Carolina. 

“Por suerte mi familia me apoya continuamente y en esto de trabajar de mi hobby como restaurador les encanta”, comentó Jobet.

Un mecánico de motos encontró su hobby en restaurar autos clásicos
Eduardo muestra la foto de "Tuqui" Casá, el hombre del que nació su apodo.