Voluntarios que enfrentan el coronavirus: una experiencia “difícil” pero a la vez “única”
Dependen del COE Regional y están divididos en áreas, según las tareas que se les hayan asignado. Cuatro voluntarios cuentan su experiencia a El Periódico.
A principios de marzo, pandemia de coronavirus decretada, el Gobierno de Córdoba había lanzado una convocatoria de voluntarios para tener una base de datos de personas con las que contar, de ser necesario. No sólo fue necesario sumar a esos primeros anotados sino que con el correr de las semanas, los Centros de Operaciones de Emergencia (COE), tanto central como regionales, debieron llamar a nuevas convocatorias.
Maximiliano Rodríguez (40) como chofer, Clara Larrambebere (19) en el área de Salud, Micaela Buffa (24) en Administración y Agustina Castellino (26) en coordinación, son algunos de los voluntarios que prestan servicio en San Francisco, un gesto solidario en tiempos difíciles.
Micaela Buffa comenzó su voluntariado hace unos tres meses y aún continúa. Se sumó al ver un link que compartió la Universidad Nacional de Villa María en donde estudia la Licenciatura en Terapia Ocupacional. “Me anoté como para probar suerte. Pasadas las dos semanas me llamaron y me citaron para tener una charla, en la que me comentaron cómo empezaba todo esto que estoy realizando y obviamente mis previas capacitaciones para poder estar donde estoy. Acepté porque me parecía muy interesante y, como todo estudiante de salud, trabajar en contexto de pandemia es una experiencia única. Consideré siempre que donde nace una necesidad comienza un derecho, y que yo podía poner mi granito de arena a toda esta locura que empezaba", sostuvo.
La joven hace turnos rotativos de ocho horas, sabe que su voluntariado la expone ante el virus, por lo que realiza sus tareas con responsabilidad. “No me olvido nunca de los cuidados preventivos, que ya los tengo automatizados, ya que es la única manera de cuidar a la gente que me rodea”, explicó.
Sobre las experiencias vividas, dijo que le ayudaron a entender que “acá no estamos todos en el mismo barco, sino que estamos todos en un mar, donde algunos están en yate, otros en lancha, otros con un salvavidas y otros nadando con todas sus fuerzas”.
“Mis superiores, Valentín (Vicente) y Verónica (Pepino, ambos autoridades del COE), me dejaron una enseñanza y es que antes de ser profesional, hay que ser humano. Y ellos son ejemplos de ser humano. La verdad que del equipo de trabajo con el que estoy no me puedo quejar, me gusta muchísimo. Actualmente la gente logró entender que los que estamos ahí hacemos todo lo que está a nuestro alcance. Pero estaría bueno que tengan más honestidad, solidaridad y responsabilidad”, opinó.
Llevar y traer a los voluntarios
Uno de los trabajos de los voluntarios es el de trasladar muestras, insumos y voluntarios. Y eso recae, entre otros, en Maximiliano Rodríguez.
En su caso, la cuarentena lo obligó a tomar una decisión drástica: cerrar su emprendimiento de comidas rápidas, con el que él y su pareja sostenían a sus siete hijos, menores de edad.
“Vi la publicación, me llamó la atención, lo hablé con mi señora y me dio el okey. Es como para salir un poco de casa, volver a la actividad porque la cabeza estaba a punto de reventar”, reconoció. Pero también –indicó- lo hace para devolverle un poco a la sociedad lo que le dio, mientras mantuvo su negocio.
Su tarea comprende llevar a los voluntarios que empiezan sus turnos a las 6, a las 14 y a las 22 y traer a los que ya cumplieron su horario.
“El ambiente es bastante bueno, te dan mucha contención amén de que ellos sabían la situación mía. Yo a esto lo agarré por una cuestión moral, es una forma de distender la mente y de ayudar un poco a la gente. Gracias a ellos me levanté moralmente y personalmente no estoy tan decaído porque tengo mi cabeza ocupada en armar una hoja de ruta para hacer más rápida la vuelta, para tratar de que no nos demoremos en el recorrido y poder retirar los chicos a horario. Durante el día es alguna que otra llamada con algún movimiento desde el Hospital hasta el puesto o del COE para llevar utensilios a los chicos, allá al puesto. Es muy agradable estar trabajando de esta forma. Lo voy a hacer el tiempo que sea necesario o hasta que salga algún trabajo digno porque con todo esto de la pandemia, al emprendimiento que teníamos lo tuvimos que cerrar. Hoy en día estamos viviendo de unas monedas que hacemos por mes pero bueno, sobreviviendo. Llevamos un promedio de 12 o 15 personas al puesto por día, hay buena comunicación, estamos bastante horas arriba del auto pero no es estresante. Después del primer turno venimos a casa y descansamos unas horitas, tal vez sale algo para hacer algún movimiento, pero nada fuera de lo normal", indicó.
“Lo bueno es la confianza que te brindan. Hoy en día que te brinden un vehículo, que lo tengas a cargo, prácticamente nadie lo hace. A mí desde el primer día me dieron la llave del vehículo, me dijeron 'tomá, hacete cargo, mantenelo, manejalo, fijate el combustible'. Tuve muy buena aceptación del COE. Trato de poner lo mejor, no es mucho pero es algo grande a la vez, sentirse bien con uno mismo después de haber decaído por esta situación del Covid-19 te llena un poquito el alma.”
“No existen dos días iguales”
Clara Larrambebere apasionada del trabajo social, carrera que estudia en Córdoba. Y encuentra en el voluntariado en la salud pública un buen lugar para aprender y desplegar su proyecto de vida.
“Desde que empezó esta pandemia sentía que con mi edad tenía que hacer algo por el otro, y la verdad que la posibilidad de hacer este voluntariado logró cumplir lo que tanto anhelaba, dejar algo en medio de toda esta pandemia”, reconoció.
Apostada en el área de la salud, se encarga de realizar test rápidos e hisopados en el puesto sanitario en el ingreso a San Francisco, en el hospital, en los operativos o en los domicilios. También cargan en una aplicación los datos de las personas que se los realizan, datos que luego llegan al Centro de Operaciones Tecnológicas. El objetivo: lograr un control de las personas y de las tareas que se van haciendo.
Con horarios variados y rotativos, siempre tiene que estar preparada ante lo que pueda ocurrir, porque a veces surgen operativos de la noche a la mañana.
"Es muy difícil poner en palabras lo que está experiencia significa para uno. Estoy muy feliz, espero entusiasmada a que llegue el día para ir a hacer las guardias. La verdad que es una experiencia única y trato en cada momento de sacarle el mayor provecho posible. A todos los voluntarios y voluntarias nos respetan y cuidan mucho. En el COE hay un clima de fraternidad, de compañerismo, de buen trato y seriedad para el abordaje de las distintas situaciones que toca acompañar o enfrentar. El vínculo que tenemos con los médicos, las bioquímicas, administración, enfermeras/os, los chicos de limpieza y con todos los voluntarios es muy lindo y muy valorable. Estoy muy contenta y agradecida del espacio que nos dan siempre y el respeto y el amor con que nos tratan", aseguró.
Para Larrambebere, los escenarios son muy diversos. “No existen dos días iguales, el día a día es muy difícil, complejo, por eso el buen trato y la comprensión entre todos es fundamental”, remarcó, y aclaró que el apoyo de la familia, de los otros voluntarios y de los superiores es fundamental.
"En el puesto, se trabaja todos los días las 24 horas, la gran mayoría de los días ahí son muy agitados, constantemente hay vehículos particulares y camiones. En el puesto la mayoría de las personas que pasan, más que todos los camioneros, nos agradecen el trabajo, nos agradecen lo que estamos haciendo por ellos y por todos, nos cuentan que estos controles son un alivio para ellos y para su familias, se llevan la tranquilidad a sus casas luego de pasar por el puesto virológico. Valoran mucho nuestro trabajo, no pueden creer que es totalmente voluntario y la predisposición que tenemos todo el tiempo. También están, pero por suerte son la minoría, los que nos tratan mal, no quieren respetar el protocolo, se quejan mucho, vienen cansados, molestos, protestan y uno con la mayor predisposición trata de calmarlos, de ayudarlos, de entenderlos y de explicarles de la mejor manera por qué estamos ahí, para cuidarnos entre todos, cuidarse a uno mismo y al otro. Es muy importante que la gente entienda eso. Pero por suerte como ya dije son la minoría, por suerte siempre nos agradecen y respetan nuestro trabajo en ese momento", añadió.
La joven dijo que entiende que "todos tienen miedo", pero que es importante tener voluntad para llegar a buen destino. "Este camino, esta transformación, esta nueva 'normalidad' la construimos todos, todos estamos en el mismo camino, y sé que si todos colaboramos con todos, y dejamos atrás el dedo juzgador, vamos a llegar a un buen puerto", afirmó.
Sobre el final, la joven agradeció el apoyo familiar y de todo el equipo de trabajo. "Es muy importante el acompañamiento y el apoyo que recibimos de nuestra familia, porque sin su compañía no podríamos lograr hacer esto, que lo hacemos con muchas ganas y de todo corazón, porque es un pilar fundamental la familia, porque confía en vos, porque te deja ir, porque uno siempre vuelve a su casa y ellos te reciben y ese es el mayor acto de amor que tenemos, volver a casa después de tantas horas y de mucho cansancio y que te reciban y que te apoyen en lo que uno elige, uno fuera por ello sería muy difícil poder lograr esto, por eso digo que todos desde nuestro lugar aportamos para llegar a un buen puerto. Y por último la admiración a mis compañeros, a los doctores, a las bioquímicas, a los chicos de limpieza, las enfermeras y enfermeros, todo el personal del Hospital, la gente de administración del Hospital y del COE, de Recursos Humanos, y a todos los que nos encontramos en el día a día haciendo este gran trabajo, es un gran equipo, porque realmente animarse a hacer algo por el otro es el mayor acto de valentía", concluyó.
Agustina, desde el primer día
Agustina Castellino es una de las voluntarias con más antigüedad en San Francisco. Tras ser llamada a fines de mayo, enseguida comenzó a trabajar. "Me inscribí como voluntaria en la página del Gobierno de la Provincia porque me gustaba la idea de poder colaborar con algo desde mi lugar. Me llamaron el 30 de mayo y automáticamente arranque a trabajar en el COE, ubicado en el Centro Cultural", recordó.
“Yo estoy encargada de la mesa de voluntarios donde realizamos todo el papeleo respecto a las inscripciones, bajas o modificaciones de los chicos y junto con Brenda, una compañera, manejamos los voluntarios administrativos en el puesto sanitario. Con Brenda y Gisela, somos las tres más antiguas y que conocemos más cómo funciona todo esto, estamos trabajando todo el día, ya sea desde nuestra casa o en el COE”, explicó Castellino.
Y sobre ese trabajo, afirmó: “La experiencia me encanta, creo que en esta situación que estamos viviendo donde todos los días varía y la información es tan extensa, es muy satisfactorio poder ayudar al otro y ver que del otro lado tenés el reconocimiento y el agradecimiento de la gente”.
“En lo personal, me ayudó mucho. Mi familia no vive acá y sin querer formamos una familia laboral hermosa donde nos acompañamos y nos ayudamos un montón en todos los aspectos”, concluyó.
Para sumarse
El voluntariado se divide en varias ramas: Salud, Administración y Chofer. A su vez, el área administrativa está dividida en varias mesas: tránsito, geriátrico, voluntarios y desarrollo social.
Para sumarse, los interesados pueden dirigirse al Centro Cultural San Francisco, en Mitre y J. J. Paso, llamar al teléfono (03564) 15433832 o escribir a [email protected].