Cumplir una década de vida y de trabajo intenso no es cosa de todos los días. Y eso lo reconocen en el Centro de Día de Apadim (Asociación de Padres y Amigos del Insuficiente Mental), institución de amplia trayectoria y reconocimiento en nuestra ciudad.

La Asociación Civil se fundó en el año 1979 ante la necesidad de contar con un servicio para personas con necesidades especiales. En un primer momento se creó la Escuela Especial; con el tiempo, en 1999 apareció el Taller Protegido de Producción y en 2001 el Taller Terapéutico, servicio que se transformó en Centro de Día y al que asisten 26 personas, entre 18 y 54 años de edad, que no pueden acceder a un empleo productivo.

Marysol Sosa, coordinadora desde hace dos años, indicó a El Periódico que hay personas en lista de espera para ingresar al centro, lo que demuestra su crecimiento y valoración en la ciudad: “A ellos les encanta venir acá, se sienten activos y la pasan muy bien”, aseguró.

¿El Centro de Día para quiénes está destinado?

Está destinado para personas con discapacidad moderada, severa y profunda. Actualmente existen 26 beneficiarios de entre 18 y 54 años de edad. Se trabaja de 13 a 17 horas y los chicos tienen el almuerzo y la merienda. Los chicos están divididos en cuatro grupos de acuerdo a los niveles funcionales que tienen. Todos tienen uno o dos orientadores a cargo. Un grupo puede hacer el taller de manualidades, mientras otro hace el de cocina y otro sale a hacer un paseo recreativo.

¿Qué fue cambiando en esta década de trabajo?

En el 2003 era un grupo de nueve profesionales y hoy somos 16. Los beneficiarios eran diez y hoy son 26; sin dudas hubo un crecimiento importante. Pero la demanda es más grande y tenemos una lista de espera porque muchos chicos que egresan de la escuela especial y de los talleres protegidos no tienen dónde ir.  En la sala estamos colapsados porque el grupo es amplio. Se trata de dar respuestas pero no queremos que estén incómodos o no se puedan manejar. Apadim cubre todos los servicios desde la estimulación temprana, el taller protegido que es la parte de producción, panadería; la escuela especial y el Centro de Día para los adultos. Es decir, cubre toda la franja etaria.

Teniendo en cuenta que existe una lista de espera: ¿existe la idea de ampliar el lugar para poder recibirlos?

Estamos por el momento planteando la parte de remodelación, de mejorar los servicios. El año que viene se hace la obra de gas porque las últimas salas no tienen calefactores. También vamos a colocar ventiladores, porque el aire acondicionado nos significaría un gran gasto. Queremos remodelar el baño de varones, el de mujeres ya fue adaptado.

¿Con qué recursos cuentan para trabajar?

El personal es sustentado por la Asociación Civil que paga los honorarios y de los beneficiarios diez tienen obra social. Los otros estamos tratando de hacer convenios con otras obras sociales y se les pide a las familias un pequeño ingreso a modo de cuota que se usa para los talleres, por ejemplo para comprar materiales. Estamos contentos porque creció bastante la institución, los padres apoyan, hacen reuniones y eventos, la comisión directiva y la municipalidad también nos respaldan.

¿Cómo se sienten quienes asisten al Centro?

Les encanta venir, es quizás la única salida que tienen. Son adultos con discapacidad que están en la casa y sus padres también son adultos aunque son muy activos. Venir acá es un momento que disfrutan porque están con sus compañeros, toman mate, salen a la plaza, a tomar un helado. Es muy gratificante verlo.