Elda Bianco (39) es una enfermera auxiliar, cuidadora domiciliaria que actualmente  estudia para convertirse en asistente prehospitalario. Forma parte de la Asociación Civil “Kevin RCP San Francisco”, conformada hace más de un año en nuestra ciudad, y se capacita en maniobras de reanimación cardiopulmonar con el Grupo de Entrenamiento en Emergencias y Rescate (GEER).

“Tus manos pueden salvar vida”, es una de las frases que le quedó marcada de unos de sus profesores y fue lo que hizo el último miércoles cuando el destino le puso frente suyo un desafío: salvarle la vida a uno de sus pacientes. Sí, con sus manos.

El hecho ocurrió el miércoles último en horas de la mañana. Elda caminaba junto a un hombre de 54 años (reservamos su identidad), quien está internado en una clínica y a quien ella acompaña terapéuticamente tres días a la semana. “Hacemos el trayecto de siempre y en el medio paramos en un negocio donde el paciente se compra un alfajor y se fuma un cigarrillo. Mientras caminábamos veo que se sienta en el pilar de cemento que está frente al Museo de la Ciudad y lleva sus manos al cuello, buscando respirar”, contó Elda.

El hombre, de porte robusto, sufrió un ahogo y necesitaba rápidamente maniobras de reanimación cardiopulmonar. “Lo paré como pude, me puse detrás y traté de hacerle como podía maniobras de Heimlich”, explicó. Se trata de un procedimiento de primeros auxilios para evitar la asfixia mecánica por atragantamiento con algún objeto sólido. “Comencé a pedirle a un policía de tránsito que me ayude y él me preguntaba ´qué hago, qué hago`”, contó la mujer, asegurando que existe poco conocimiento en la población sobre estas técnicas. “Llame urgente a una ambulancia”, le pedí.

Ayuda conocida

Mientras Elda luchaba para salvarle la vida a su paciente, ante la atónita mirada de curiosos, otra mujer aparece en escena para ayudar a la joven enfermera.

“Yo venía en mi moto en dirección al trabajo cuando veo que pasaba algo raro. Me bajo y enseguida me acerco silenciosamente”, contó Marta Amaya, con más de 30 años en la profesión de enfermera.

Marta fue quien alentaba a Elda a seguir reanimando al hombre que estaba tendido en el piso mientras colaboraba con la respiración hasta que llegó la ambulancia con el oxígeno necesario. El paciente pudo estabilizarse y hoy evoluciona favorablemente en una clínica privada donde se encuentra internado.

“Cuando todo termina le digo ´bueno Elda, me voy´”, narró Marta. Fue en ese momento donde Elda reacciona y se da cuenta que quien la había ayudado no era una desconocida sino la mujer a quien acompañó durante la recuperación de un accidente: “Llegó como un ángel de la guarda, le estoy muy agradecida”, soltó.

Para las mujeres “fueron cuatro minutos de oro” los que les llevó hacer las tareas para evitar una muerte. Elda valoró haber aprendido las técnicas de RCP, las que enseña junto a otros miembros de la Asociación Civil “Kevin RCP San Francisco” en colegios e instituciones: “Escuchar que el pulso vuelve en una situación así te genera una adrenalina muy fuerte”, concluyó.

Otra vez Marta

Marta Araya no es la primera vez que se topa con una situación de este tipo. Años atrás debió salvar una vida en el Club de Abuelos mientras disfrutaba de una noche de baile. Poco tiempo después, en noviembre de 2012, reanimó a una niña vecina que se estaba ahogando en la pileta de su casa de barrio El Prado. “Al día de hoy me pregunto porque me tocan estos casos”, reflexionó.