¿Qué se sentirá acostarse cada noche pensando que al día siguiente vas a tener 300 personas esperando una vianda? Esa es la presión con la que vive desde hace más de cinco años Paola Tissera Rapetti (42) y su gente.

Sin grandes recursos económicos, la mujer tiene la capacidad de gestionar y preparar la comida para varias familias. Si bien hoy atraviesa por algunos inconvenientes de salud, no deja de estar presente en el merendero La Amistad de Frontera (Calle 100 al 950), donde todos los días están pendientes de las personas que llegan para llevarse su alimento, además de unas palabras de aliento.

En este ciclo dedicado especialmente a las mujeres que El Periódico realizó durante marzo, no podíamos dejar afuera la tarea social que Paola lleva adelante. De un día para otro decidió formar una “copa de leche” en la casa de sus padres en Frontera al notar la necesidad de alimentos tanto de niños como adultos.

Esa demanda fue creciendo por lo que decidió mudarse a una casa más grande para recibir a estas familias. En la actualidad entrega viandas tres veces por semana, pero además brindan un taller de peluquería y llevan adelante una huerta comunitaria.

Paola, de la pobreza a alimentar muchas familias cada semana

- ¿Cómo arranca el merendero La Amistad?

- Lo iniciamos en 2017 por una señora Silvia, que conocimos en una marcha y me propuso armar una copa de leche. Después me dijo que no quería seguir, pero lo habíamos arrancado en la casa de mi mamá. Lo iniciamos con mis padres y Gonzalo Guliano Albo, Emiliano Buffa e llda Ramello. Al poco tiempo el comedor cocina de mi mamá nos quedó chico porque empezamos con 15 chicos y cada vez había más.

- ¿Decidieron mudarse?

- Estuvimos ocho meses en la casa de mi mamá. Alquilaba en otro lugar hasta que el dueño del actual lugar me dijo que lo alquilaba y decidimos mudarnos porque era más grande y tenemos el galpón como comedor.

- ¿Con la pandemia cuáles fueron las complicaciones?

- Muchísima gente empezó acercarse. Además tuvimos que cortar con algunos de los talleres que brindábamos. Empezamos a entregar lo que es merienda y vianda porque durante la pandemia nunca se cerró. Siempre tuvimos una gran demanda de gente.

Paola, de la pobreza a alimentar muchas familias cada semana

- ¿La demanda de alimentos aumentan todo el tiempo?

- Durante la primera parte de la pandemia (en 2020) tuvimos una demanda de gente impresionante. El año pasado mermó un poco, pero este año no damos abasto. Hoy casualmente le comentaba a Gonzalo (Guliano) que es impresionante la cantidad de personas que vienen.

- ¿Cuántas porciones preparan en la actualidad?

- Sí. Por comida estamos haciendo unos 35 paquetes de fideos, más toda la carne, la verdura y el pan para 250 porciones. Agregamos más porciones porque no llegamos, y así y todo no alcanza a cubrir toda la gente que viene. Por eso tenemos que empezar a cocinar más comidas sobre la marcha.

- ¿Hay mucha gente trabajando?

- Actualmente somos cuatro las mujeres que cocinamos y armamos las viandas para entregar los días lunes, miércoles y viernes. Pero hay más gente, en total estamos María Terraf, Mari Asís, Verónica Andrada, Carla Pairola, José Luis Rapetti y mi hijo. Además recibimos la ayuda de Gonzalo Guliano Albo.

Luchadora y víctima de violencia de género

Paola cuenta con una historia de vida difícil. Si bien hoy es junto a otras mujeres un símbolo de la ayuda social de Frontera, San Francisco y Josefina, la realidad es que también sabe lo que es tener necesidades. Por eso afronta este desafío con conocimiento de causa y total empatía.

Además, tiempo atrás, fue víctima de violencia de género, por lo que supo sortear distintos episodios complejos a lo largo de su vida. También atraviesa actualmente un momento complicado en materia de salud, sin embargo, nada le impide seguir dirigiendo este gran espacio social-solidario fundamental para muchas familias.

- ¿Cómo es vivir desde hace años sabiendo que todos los días tenés cientos de personas esperando un plato de comida?

- A mí me gusta poder ayudar a las personas. En su momento me ayudó a salir de una situación complicada, porque cuando empecé venía de una separación; fui una mujer que sufrió violencia de género con un hijito muy chiquito. Quedé sola y me dediqué a trabajar pero cuando me enfermé me dejaron sin trabajo.

- Pudiste encausar tu vida en la ayuda social…

- Sí, yo sé lo que es pasar hambre y necesidades desde chica. Veía que hay muchos chiquitos que andan en la calle. Ayudar me llena el alma y cuando veo como estos días que no damos abasto con las comidas me desespero. Es algo que amo hacer y toda la gente que viene lo reconoce, hay un señor que tiene como 70 años y me dice que soy como su madre. Cada vez que viene alguien los seguimos anotando para darle la comida. ¿Cómo le decís a una familia que viene con cinco criaturas que no tenés para darle de comer?

Paola, de la pobreza a alimentar muchas familias cada semana

Algo anda mal…

Sin lugar a dudas que año tras año tengan que surgir más merenderos y comedores comunitarios para que miles de familias de esta región tengan un plato de comida, significa que el Estado, las instituciones y la misma sociedad está funcionando mal desde hace tiempo.

Por ese motivo, Paola y su equipo sueña con que algún día esas necesidades desaparezcan o al menos se reduzcan por el bien y la dignidad de las personas afectadas.

- ¿Y cómo analizás este contexto donde el hambre impera?

- Creo que en algo tiene que cambiar la política. Nosotros como asociación civil recibimos todos los meses solo 63 mil pesos del Estado, con eso no hacemos casi nada. Si no fuera por las donaciones sería imposible. También bajaron las ayudas de la gente, antes traían mucho más y teníamos el depósito lleno. Hoy estamos siempre con lo justo.

- ¿Soñás que algo cambie alguna vez?

- Ojalá que para ellos cambie. Porque creo que no toda la vida voy a estar, a veces tengo ganas de cerrar por mi problema de salud, pero pienso en los chicos y digo no puedo. Ojalá Dios quiera el día de mañana que ellos puedan abastecerse solos. No sé hasta cuándo vamos a poder aguantar.

-¿Hay mucha gente trabajando?

Actualmente somos cuatro las mujeres que cocinamos y armamos las viandas para entregar los días lunes, miércoles y viernes. Pero hay más gente, en total estamos María terraf, Mari Asís, Verónica Andrada, Carla Pairola, José Luis Rapetti y mi hijo. Además recibimos la ayuda de Gonzalo Guliano Albo.

-¿Vienen de todos lados a buscar comida?

Son cada vez más de 300 personas las que se acercan cada día en busca de porción de comida. Es de no creer la cantidad de gente que viene de Frontera, Estación Frontera, La Milka, San Javier, Los Eucaliptus y otros lados más.