En una nueva muestra de sencillez y tal como había sucedido cuando estaba al frente del arzobispado de Buenos Aires, donde nunca ocupó la residencia oficial, el flamante papa argentino Francisco podría no habitar la suite pontificia y elegiría quedarse en la Casa Santa Marta, el modesto hospedaje para religiosos donde vive desde su llegada a Roma para el conclave cardenalicio.

De acuerdo a fuertes transcendidos en la prensa italiana, Francisco descartaría mudarse, tal como es habitual para quien es ungido Papa, al opulento Palacio Apostólico, una tradición que ninguno de los ocupantes del trono de San Pedro jamás quebrantó.

El departamento pontificio, de una grandiosidad tal que durante una recorrida días atrás Francisco señaló que allí cabían 300 personas, había sido remodelado por el ahora Papa emérito Benedicto XVI, y cuenta con diez habitaciones, antiquísimos pisos de mármol  y salones con lujosas decoraciones.

Según versiones, Francisco podría utilizar del departamento su suite pontificia, que cuenta con despacho y living propio, tal como lo viene haciendo ahora, es decir, estrictamente para trabajar y recibir a personas en audiencias privadas.

La espectacularidad del Palacio Apostólico contrasta con la austeridad de la Casa Santa Marta, que se encuentra a pasos de la Basílica de San Pedro y del Aula de Audiencias de Pablo VI, el espacio utilizado por los papas para sus clásicas audiencias generales de los días miércoles.

Se trata de un hospedaje para religiosos construido en 1996 por pedido del entonces papa Juan Pablo II, con el objetivo de facilitar la estancia de los cardenales durante los cónclaves para elegir al nuevo Pontífice.

La residencia, que durante el resto del tiempo se utiliza como alojamiento para los religiosos y las personalidades que visitan el Vaticano, le fue asignada por sorteo a Francisco previo al cónclave, y el pontífice celebra en su capilla misas diarias para los trabajadores de la Santa Sede.