Egresaron como docentes en los últimos años pero la pandemia frustró sus planes. Entre las historias que dejará el aislamiento por coronavirus estarán sin dudas las de maestros que debutaron sin conocer a ninguno de sus alumnos o la de aquellos que esperaban con ansias el 2020 para poder llegar a la titularidad, pero tuvieron que esperar.

Uno de los casos curiosos es el de Johana Pastore, oriunda de Freyre, que egresó como docente de la Escuela Normal Superior “Dr. Nicolás Avellaneda” en noviembre de 2019 y, si bien comenzó a dar clases en una escuela de San Francisco en jornada extendida, aún no conoció la cara de sus estudiantes.

“Desde que comencé a transitar el profesorado y las prácticas comprendí que realmente era lo que quería, sabía que desde mi lugar podía llegar a más niños y mostrarles el mundo de otra manera. Por suerte todo se dio y en marzo me llamaron de la escuela Sarmiento para cubrir el cargo de Literatura y Tic en jornada extendida. Luego se decreta la cuarentena y no pude conocer en persona a mis estudiantes y ahí comenzó un gran desafío para mí”, explicó Pastore a El Periódico.

Esta situación llevó a la docente a reflexionar. “Entendí qué importante es el vínculo pedagógico. Obviamente que se puede construir e ir afianzando por clases virtuales, pero me falta eso, la esencia de poder compartir un espacio, un momento, mirarles la cara, entenderlos a través de las miradas. Pero bueno, creo que esta situación nos lleva a todos a poder valorar pequeñas cosas que quizá antes no las valorábamos”, contó.

Incertidumbre

Pastore contó que sus primeros meses ejerciendo estuvieron llenos de incertidumbre: “No sabía si iba a poder cumplir todos mis objetivos, estaba un poco asustada, nerviosa, no conocía a mis estudiantes que para mí eso era muchísimo”.

Sin embargo –reconoce-, la colaboración de los directivos y de sus pares fue fundamental. “Desde el equipo directivo de la escuela supieron guiarnos, entre colegas nos fuimos ayudando, planificábamos online, por WhatsApp, mediante audios, y gracias a eso pude superar muchos de mis miedos. Esta situación generó compromiso, responsabilidad, nos unió con la familia, con los estudiantes”, reconoció.

Maestros nuevos en la cuarentena: entre el debut virtual y la titularidad postergada 

Y agregó: “Logramos formar un equipo de trabajo muy lindo, muy significativo, que nos ayudó a que todo esto pueda ser posible. Creo que es momento de destacar la participación de la familia y el desempeño de los estudiantes que nos ayudaron a que todo esto sea posible. Como primera experiencia de trabajo estoy muy agradecida a la institución, al equipo directivo, a mis compañeras porque pudimos en equipo superar toda esta situación y buscarle la vuelta para que a los niños no se les obstruya el derecho a la educación que creo que es lo más importante y lo que debemos sostener en este momento”.

Un anhelo postergado

Otro caso es el de Paula Córdoba, que egresó del mismo centro educativo en 2018. En su caso, si bien pudo dar clases presenciales durante un año, ansiaba el 2020 para trabajar en jornada común.

“Para este año tenía grandes objetivos, ya que es el primero que figuro en el padrón de docentes, es decir en la lista de orden de mérito, para cubrir cargos suplentes en jornada común, que es lo que uno tanto anhela para empezar a adquirir más experiencias y conocer otros contextos escolares”, señaló.

Sin embargo, la pandemia trastocó sus planes. “Antes de que se decretara la cuarentena yo ya lo había planificado para empezar a trabajar en el aula. Ahí sentí mucha incertidumbre, miedos y angustia de pensar cómo íbamos a seguir, qué iba a pasar. Las cosas no estaban muy claras en un principio y sobre la marcha tuvimos que empezar a generar los medios para llegar a todos los estudiantes y empezar a reinventar las clases para poder sobrellevar esta situación lo mejor posible”, detalló.

A la vez sostuvo: “Nunca me imaginé el panorama que estamos atravesando hoy. Siempre esperé volver a la presencialidad desde un primer momento. No pensé que se iba a alargar tanto y eso por ahí genera angustia, porque si bien hay un contacto mediante una pantalla con los estudiantes se extraña y se necesita del vínculo presencial”.

Sobre cómo fueron cambiando los modos de dar clases durante la pandemia, Córdoba contó: “Estamos explorando y recreando de modo permanente lo que estamos diseñando. Cada nueva versión de esa clase que aprendemos a dar en pantallas se va modificando en función de lo que vamos recuperando de nuestros estudiantes y de nuestras percepciones sobre lo que enseñamos”, añadió.

Un cúmulo de sensaciones

María Cecilia Marchisone vive una situación similar. Oriunda de Plaza Clucellas, y recibida en 2018, esperaba que la cuarentena sólo durase los 15 días que se plantearon en un principio.

“Pensé que iba a ser algo que se solucionaría rápidamente. Después, con las distintas medidas que se fueron tomando, fue necesario empezar a organizarnos diferente. A mí el uso de las tecnologías me encanta y me llama mucho la atención, no obstante, tuve que aprender a usar distintas herramientas digitales para continuar trabajando con los/as estudiantes de la mejor manera posible, garantizando, sobre todo, que cada uno de ellos tenga acceso, y que el vínculo pedagógico se sostenga, pese todas las dificultades que coexisten”, expresó.

En cuanto a las planificaciones, indicó que a medida que fue avanzando la cuarentena se consolidó el trabajo en equipo, no sólo entre docentes sino también entre los directivos.

Para Marchisone, esta modalidad de trabajo genera permanentemente “un cúmulo de sensaciones” que combinan entusiasmo, amargura, incertidumbre. “Estamos atravesando tiempos inestables, en los que nadie sabe con certeza qué es lo que va a pasar y eso también muchas veces juega en contra. En cuanto a los alumnos, a muchos los conozco personalmente del año pasado, lo que facilita bastante la labor diaria; no obstante, a otros tantos los conozco sólo de manera virtual, lo que genera esa mezcla rara de sensaciones”.