En diálogo con el portal MDZ Online, Buenanueva atribuyó a varios factores la situación social que tomó estado público desde el acuartelamiento de la policía provincial, y advirtió de la carencia de reglas, la falta de proyectos de vida, la exclusión y el narcotráfico.

El prelado indicó que ciertos elementos políticos y socioeconómicos “revelan un deterioro de la sociedad muy profunda”, y puso la atención sobre el “componente espiritual y humano”, que “al menos desde la Iglesia preocupa”.

- ¿Cuál es su visión sobre lo que está sucediendo en el país?

- Me parece que es una conjunción de causas. Yo no termino de ver claro, y no sé quién puede, quién tiene más datos de las distintas realidades, pero creo que, junto con el reclamo legítimo de incremento salarial de la policía, hay elementos políticos y socioeconómicos que revelan un deterioro muy profundo de la sociedad, que no es solamente la pobreza: es ya la exclusión y una carencia absoluta de reglas. Los hechos en Córdoba han producido una tristeza muy grande, lo que hemos visto todos, personas que perdían en un instante el trabajo de años y esa especie de descontrol, de pérdida de reglas de convivencia, eso es lo que llama la atención, y creo que tiene elementos sociales, económicos, políticos, que no sabría decir hasta qué punto, y un componente espiritual, humano, que al menos desde la Iglesia nos preocupa.

- ¿Hay quienes pretenden comparar este fin de año de 2013 con el del 2001 y hay quienes lo analizan de otra manera, ¿cómo lo ve usted?

- No, yo no creo que sea comparable, aquello era distinto, pero revela a una Argentina con un deterioro humano moral y de reglas de convivencia que es un problema que se refleja en muchos aspectos. Estos otros hechos también revelan una convivencia donde el individualismo es muy fuerte. No creo que haya puntos de comparación con aquellos hechos de violencia… aquello era otra cosa.

- ¿Considera que es peor la situación actual ya que los disturbios se produjeron por falta de normas de convivencia y no por escasez de recursos o de hambre?

- Las dos cosas son muy graves, pero la gente no ha ido por hambre, no ha ido por satisfacer una necesidad, como en los saqueos de 1989 o del 2001; acá ya es un vandalismo y un pillaje del vale todo. Creo que refleja la exclusión, como recién decía, y no sólo la pobreza. En las grandes ciudades del interior, como Córdoba y Mendoza, hay sectores cada vez más vastos de personas excluidas, de jóvenes que no entran en el sistema. En nuestras grandes ciudades conviven sectores que parecen del primer mundo, con desarrollo tecnológico y con medios superabundantes, y barrios donde la gente sobrevive, donde la migración del campo hacia las ciudades sigue siendo muy fuerte, y a ese mundo de exclusión se le une también este deterioro de las reglas de convivencia, de valores humanos que nos está costando transmitir y en los cuales educar a las nuevas generaciones. La Iglesia es sensible a los dos aspectos, pero en esto es particularmente sensible por nuestra misión religiosa. También había gente que salió a ayudar. Eso a mí me conmovió profundamente. Escuchaba por la radio a algunos chicos que eran de una iglesia, no sé si católicos o evangélicos, pero que al ver esta situación salieron a limpiar, a ayudar a quien había sido damnificado. Me parece que, sin minimizar la gravedad de la situación, la exclusión y los sectores que apelan a una defensa a ultranza y que se dejan tomar por este clima de enfrentamiento, hay sectores que tienen otra respuesta, y me parece que también hay que rescatarlos.