"¡Guau! ¡Mira este lugar!". Las primeras palabras de todos los que atraviesan las puertas del Centro para la Historia de la Informática en Cambridge, Reino Unido, son siempre las mismas.

En un frío almacén del tamaño de un pabellón escolar, escondido en una zona industrial, se exhiben largas filas de ordenadores.

Zumbando a lo lejos, chirriando dentro de las pantallas, se muestran aquellos viejos "ladrones de tiempo" de los niños en las décadas de los 80 y 90: Pac-Man, Manic Miner, Space Invaders, Jet Set Willy, Legend of Zelda...

Hay cientos de títulos conocidos ahí, brillando en su añejo esplendor de colores brillantes, que llaman a los visitantes a sentarse y jugar una partida.

Sin embargo, no sólo hay juegos para ser admirados.

¿Sólo nostalgia?

 

La sala es un monumento (o quizás un cementerio) de nombres conocidos, de marcas que tienen todavía el poder de evocar fuertes sentimientos de fidelidad en cualquier persona mayor de 35 años, pero que estaban adormecidos.

Computadoras Sinclair ZX81s y Spectrum 48K apiladas felizmente junto a rivales con los que, en otros tiempos, habían luchado a muerte: Commodore 64s, BBC Micros, Amigas y computadoras Atari.

"¡Oh, no me acordaba de eso!", se oye decir a otro visitante. Se ha topado con un Big Trak, un tanque eléctrico programable, de color banco, que los niños dirigían presionando una secuencia de botones.

Pero este museo es más que simple nostalgia.

Es un ejemplo del creciente interés que ha surgido por la historia de las computadoras.

Y donde conviven la pasión y una oferta limitada, hay un mercado para los coleccionistas.

 

"Aquí tenemos una Altair", cuenta Jason Fitzpatrick, el fundador del museo.

"Es la máquina que realmente impulsó la revolución de la informática doméstica. De esos ordenadores, tenemos su tercera serie. No tengo ni idea de cuánto pueden valer ahora, pero puedo decir que pagué 11.000 libras (unos US$16.700) por una de ellas".

Y eso fue hace muchos años.

Desde entonces, las viejas computadoras aumentaron su valor considerablemente.

En mayo de 2013, en Alemania, le llegó el momento de ser subastado a un ordenador Apple I original, uno de los 200 soldados por Steve Jobs y Steve Wozniak en su garaje.

Se vendió por 671.000 dólares, mientras que otro equipo similar fue subastado por 905.000 dólares.

La columna vertebral del museo de Historia de la Informática surgió de la colección personal de Fitzpatrick.