Se dice que en San Francisco aquellos que no tenían asegurado su pase al paraíso cristiano podían franquear el duro examen de San Pedro comprando anticipadamente “terrenos o parcelas” y así vivir en compañía de los ángeles y los apóstoles por toda la eternidad. La misión parecía bastante improbable, pero la tentación de la recompensa era considerablemente alta.

Comentario va, comentario viene, por la década del 50 en la ciudad se hablaba de que había un sacerdote local que por una suma de dinero importante vendía esos pedacitos celestiales a presuntos pecadores que los querían a toda costa.

Sin embargo, ¿qué hubo de cierto o de mito popular en esta historia que se mantiene hasta nuestros días? ¿Fue realmente así o las malas lenguas jugaron un papel importante a la hora de difamar la figura del sacerdote?

El Periódico pudo recolectar testimonios orales que dan cuenta que aquello no fue un mero mito popular sino que algo de realidad tuvo, aunque presuntamente motivado por alguna rencilla hacia un sacerdote de la época llamado Carlos Borello.

Marta es una vecina de San Francisco, en la actualidad de 75 años, que recordó con nostalgia su niñez durante la cual el tema de los “lotes celestiales” se charlaba en la mesa familiar.

Vivía sobre bulevar Roca y asistía a misa de domingo a la Iglesia Cristo Rey como así también a la Parroquia San Francisco de Asís -hoy Catedral de San Francisco-.  “Se rumoreaba cuando era chica que un sacerdote vendía terrenos en el cielo, una controversia, pero se comentaba mucho en el barrio”, sostuvo.

Hasta evocó con gracia lo que este mismo cura les pedía a sus fieles: “Cuando pasaban a recoger las limosnas, en aquella época la gente ponía monedas porque era lo que había, y él decía a ver si dejan de poner chirolitas y dejan billetes. Era bastante codicioso en ese aspecto”.

En el mismo sentido se manifestó Irma (70), hoy residente en barrio Sarmiento, quien tomó su comunión en la Parroquia San Francisco de Asís y también escuchó de sus padres sobre la venta de parcelas en el cielo.

“Mis padres decían que venía gente de otras localidades de la zona a comprar lotes. También se comentaba que gente pagaba para que se le perdonen sus pecados”, contó. Aunque a su vez, blanqueó: “Creo que había algo contra el cura, no lo querían mucho”.

“Una práctica de la época”

El periodista e historiador Arturo Bienedell, presidente de la Fundación Archivo Gráfico y Museo Histórico, ratificó que el controvertido tema fue vox populi allá por la década de 1950: “El cura Carlos Borello era párroco de la iglesia San Francisco de Asís, que todavía no era Catedral. Estaba como sacerdote desde el año 1913. Tuve oportunidad de dialogar con el doctor Carlos Ruella, que en su adolescencia había sido monaguillo así que tenía cierta cercanía al cura, y le pregunté por esto mismo. Lo que pasaba, según me contestó, era que aquellos que no estaban de acuerdo con el cura, que no les gustaba cómo actuaba, empezaron a decir que hacía plata vendiendo terrenos en el cielo. Lo que se hacía, que era común en la época, era otorgar indulgencias a las personas que de alguna manera colaboraban con dinero para la obra de la Iglesia”.

“El sacerdote Borello -continuó Bienedell- era importante dentro de San Francisco, que tenía pocos curas para aquel momento. Era bastante activo y conseguía que gente más o menos pudiente aportara una cantidad de dinero importante”.

Al respecto el historiador explicó: “La indulgencia era algo así como que la persona daba algún dinero y pedía que el cura intercediese a través de la oración para que fuesen perdonados sus pecados y el día que moría, de acuerdo a la creencia católica, iba, por así decirlo, directamente al cielo en lugar del purgatorio. Obviamente que mientras más plata ponía la persona se suponía que el cura más rezaba, pero era algo improbable”.

Las indulgencias

La doctrina de las indulgencias es un concepto de la teología católica estrechamente ligado a los conceptos de pecado, penitencia y remisión.

Su formulación consiste en que ciertas consecuencias del pecado, como la pena temporal del mismo, puedan ser objeto de una remisión o indulgencia concedida por determinados representantes de la Iglesia y bajo ciertas condiciones.

Estas prácticas fueron muy comunes entre el siglo XV y XX. Incluso, en nuestra época se han documentado casos en los que pastores de distintas comunidades han engañado a sus feligreses cobrándoles por indulgencias.

Sobre el sacerdote Borello

Nació en Italia pero se radicó en San Francisco también junto a sus hermanos Luis, Amanziata y Fidel.

Había llegado a San Francisco en 1913, por lo que su apostolado se extendió por 47 años.

El 10 de septiembre de 1960 falleció a los 75 años en Córdoba, se hallaba en la ciudad capital desde un día antes para participar de ejercicios espirituales.

Fue velado en la iglesia parroquial y sepultado en el cementerio municipal. En el sepelio habló el por entonces comisionado municipal, Guillermo Peretti.

Varios años después sus restos fueron trasladados a la cripta de la nueva iglesia Catedral.