El Aconcagua, con sus 6.961 metros, es la cumbre más alta de América y un destino emblemático para montañistas de todo el mundo. Cada temporada, cientos de expedicionarios intentan alcanzar su cima, enfrentándose a condiciones extremas. Entre ellos, Jerónimo Bonino, con casi dos décadas de experiencia en la montaña, que recientemente pasó cuatro meses trabajando como jefe de campamento, donde vivió momentos de soledad, desafíos físicos y una conexión profunda con la naturaleza.

Para él, la montaña no es solo un lugar de trabajo o un desafío deportivo, sino una parte esencial de su vida. "Hace casi veinte años que me dedico a la montaña. Empecé de joven y de a poco fui entrando en este mundo", contó. Su recorrido comenzó con el montañismo recreativo, pero con el tiempo encontró una vocación profesional: "Siempre lo hice porque me gustaba. Nunca quise hacerlo solo por dinero, porque si llegaba a ese punto, sentía que ya no tenía sentido".

Desafíos y experiencias en el Aconcagua

Su relación con la montaña nació en los scouts, donde empezó a hacer viajes con amigos y familiares. Más tarde, se motivó a retomar la actividad tras varios años dedicados al ciclismo. "Volví a la montaña con otro enfoque. Al principio, solo íbamos a la Sierra de Córdoba, pero luego quise ir más allá".

De las sierras al Aconcagua

El crecimiento en la disciplina llevó al profesor de Educación Física a buscar desafíos cada vez mayores. "Después de subir el Champaquí varias veces, sentí que quería algo más", explicó. Así, dio el salto a montañas de mayor altura en Salta, enfrentándose por primera vez a los retos de la aclimatación y el frío extremo.

La montaña como vida: la experiencia de Jerónimo Bonino en el Aconcagua
La montaña como vida: la experiencia de Jerónimo Bonino en el Aconcagua

"Cuando fuimos al Nevado de Cachi, con casi 6.000 metros, no teníamos ni idea de lo que hacíamos. No aclimatamos bien y la pasamos mal. Nuestro equipo era básico, pensado solo para la sierra, y nos encontramos durmiendo a temperaturas de hasta -10°C sin el equipamiento adecuado", recordó.

Con la experiencia adquirida, finalmente llegó al Aconcagua. "La primera cumbre fue en 2015, después de un año entero de entrenamiento. Cuando llegamos, no podíamos ver nada por el clima. Me quedó la espina de volver. Y en 2018 lo intentamos de nuevo, pero las condiciones nos jugaron en contra. En 2023, finalmente, pudimos disfrutar de un día espectacular en la cima", relató.

La montaña como vida: la experiencia de Jerónimo Bonino en el Aconcagua

La vida en los campamentos de altura

En 2024, Bonino decidió dar un paso más y postularse para trabajar en el Aconcagua. "Mandé mi currículum a varias empresas y me llamaron de dos. Terminé aceptando la oferta para ser jefe de campamento".

Su trabajo lo llevó a estar cuatro meses en la montaña, gestionando campamentos a distintas alturas, desde Plaza de Mulas (4.400 metros) hasta Cólera (casi 6.000 metros). "Antes, los campamentos eran tierra de nadie. Este año, la empresa hizo una gran inversión para mejorar las condiciones, con domos donde la gente podía sentarse a comer, cocinas instaladas y servicios básicos para los expedicionarios", detalló.

La montaña como vida: la experiencia de Jerónimo Bonino en el Aconcagua

Las tareas diarias incluían coordinar los equipos, asistir a los guías, controlar el stock de carpas y calentadores y asegurarse de que todo estuviera en orden. "En tres días pasaban por los campamentos 40 o 50 personas y, de repente, no quedaba nadie. Había que mover todo el equipo constantemente", explicó.

La soledad y el desafío mental

Pese a la fascinación por la montaña, Bonino confesó que la experiencia no fue fácil. "A mitad de enero ya me quería volver. Llevaba dos meses y medio y el estar tanto tiempo solo fue un gran desafío".

Algunos días pasaba completamente aislado en campamentos sin conexión ni compañía. "Llamaba a los porters para que vinieran a tomar mate, pero ellos estaban tan cargados que ni siquiera podían detenerse. Fue duro", admitió.

La montaña como vida: la experiencia de Jerónimo Bonino en el Aconcagua

Sin embargo, logró completar los cuatro meses. "Fue una experiencia increíble, pero la próxima vez, probablemente, lo haría por menos tiempo. Cuatro meses son mucho".

Planes futuros y un gran sueño

Ahora, Bonino está enfocado en nuevos desafíos. "Tengo planeadas expediciones al Champaquí y a Los Gigantes, y en junio voy a Salta y Jujuy para ascender algunas montañas de 5.000 metros".

Pero su gran sueño apunta aún más alto: el Everest. "Lo estuvimos hablando con algunos guías. Me gustaría vivir esa experiencia. Dicen que la falta de oxígeno en el Aconcagua es similar a la del Everest por la diferencia en la capa de ozono. Si se da la oportunidad, sin dudas iría", afirmó.

La montaña como vida: la experiencia de Jerónimo Bonino en el Aconcagua

Así, con la misma pasión que lo llevó de las sierras cordobesas a la cumbre más alta de América, Jerónimo Bonino sigue escribiendo su historia en la montaña, siempre en busca de nuevos horizontes.

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