El Superdomo se convirtió desde hace varios años en un sitio donde se respira solidaridad. La Municipalidad, a través del Consejo de la Mujer, lleva allí distintas campañas en el marco del Día del Niño y de la Madre, y además para darle una mano a quienes necesitan ropa de abrigo durante el invierno. Para ello se reúnen tejedoras, entre otras personas, que llegan a este espacio para poner a disposición sus manos solidarias y sumarse a una iniciativa que se volvió un clásico en San Francisco.

María Elena Ledesma (53) es una de ellas. Cuenta que hace cuatro años y medio que forma parte del grupo de “manos tejedoras”, al cual se sumó por invitación de una amiga, la que luego abandonó. Sin embargo, ella no claudicó: “Fui una vez y me gustó, luego seguí. Aparte salís de casa, tenés amistades, charlás con uno y con otro. Pasás un rato, escuchás música”, valoró sobre el grupo de trabajo.

A su vez, para María Elena fue una especie de terapia: “Tuve mucho apoyo de las mujeres, he pasado por muchos problemas y me han sostenido. Ahora se terminó la campaña y yo la extraño, no veo la hora que retome para volver a ir”, sentenció.

La entrevistada reconoce que su fuerte no es el tejido, pero que aprendió a tejer. Pero además de ello, según la campaña, hizo juguetes con plástico reciclado, tatetis, caballitos de botella, entre otras producciones.

La historia de una de las “manos tejedoras”

Colaborar por gusto

“En realidad a mí me gusta colaborar, siempre lo hice. Tuve una época en que en barrio Parque había chicas con bebés y me habían hablado que habían hecho un grupo para que les enseñara costura. Yo no soy modista recibida pero me gusta coser y empecé cosiendo y cortando sobre otra ropa y lo poco que supe se los enseñé. Hubo algunas que aprendieron un montón… el que tiene ganas aprende”, reflexionó.

El carácter solidario, aclaró, viene de familia: “Mi familia es así, todos mis hijos han ido a Scout, siempre listos, serviciales. Y ahora empezaron los nietos. Es mi forma de ser”, afirmó.

Y recordó: “Ya mis hijos eran chicos, les compraba un lápiz y venían de la escuela con la mitad porque el otro no tenía. Pero fue mi forma de criarlos. Mientras que tenga lo justo, ¿para qué quiero más?”.

Sobre las campañas en el Superdomo, María Elena dijo emocionarse al ver la cantidad de cosas que se producen y luego entregan. Sobre todo valoró la del Día del Niño: “Hay gente muy humilde o que no sabe hacerlas, pero tienen sus regalitos, más que nada para la campaña del Día del Niño que se hicieron casitas, juguetes”.

Por último, la mujer aseguró que San Francisco cuenta con mucha gente solidaria: “Muchos no se conocen porque lo hacen desde el anonimato. Muchas veces al Superdomo viene gente a traer cosas y te da otra que hizo su vecina también para colaborar. Yo considero que mientras más manos haya mejor”.