Entre mayo y octubre, Camila Oyola tuvo un cambio vertiginoso en su vida. En poco tiempo, pandemia de por medio, esta mujer de 29 años y madre de tres hijos, vio nacer una oportunidad: la de independizarse. Vinculada al rubro gastronómico, trabajó mediante changas pero no pudo tener un trabajo formal en los últimos cinco años. Fue lavacopas, cocinera, moza, y lo que ganaba se le iba en vivir, no solo ella sino sus tres niños de 12, 10 y 3 años.

La oportunidad le llegó gracias a un beneficio del Estado nacido a causa de un virus que tiene a maltraer al mundo y que hasta el día de hoy no da tregua. El famoso Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), que ya tuvo tres etapas y que el Gobierno nacional evalúa si concretará finalmente una cuarta en lo que resta de octubre. Con ese dinero se lanzó a hacer pizzas a la parrilla, algo novedoso para el rubro, y en cinco meses pudo abrir su carrito de comidas en una de las esquinas más transitadas de San Francisco, en avenida Sabbattini y 9 de Julio.

“Siempre tuve la idea de emprender, pero no tenía el dinero para iniciar. Yo tengo tres hijos y nunca llegás con la plata, siempre te pasa algo. Por eso el IFE fue el empujón que necesitaba y me dije ‘es ahora o nunca’”, contó Oyola a El Periódico.

“Hace cinco años que trabajo de changas en gastronomía, nunca conseguí un empleo fijo. Experiencia tengo y me cansé de trabajar de esa forma, sin tener la posibilidad de que me formalicen. Trabajaba mucho tiempo y no me ponían en blanco, era doble el esfuerzo pero no veía los resultados”, aclaró.

Algo innovador

Antes de cobrar el primer IFE, Camila explicó que sabía que quería invertir el dinero pero dudaba en qué: “Estaba todo parado y tenía que buscar un producto innovador que no tenga tanta competencia en la ciudad, por eso pensé en pizzas a la parrilla que era algo económico de hacer. Con el primer dinero en la mano (10 mil pesos) fui a comprar mercadería. Fui a una lácteo y compré a las chancletas (sic) porque no sabía cuánto iba a vender. La decisión fue de la noche a la mañana, fue un sábado que dije en mi casa ‘esta noche salen pizzas a la parrilla’”.

La joven cocinera contaba con una amasadora y una procesadora que había adquirido en cuotas y justo terminaba de pagar. Con el queso, cinco kilos de harina, cuatro botellas de puré de tomate y un mix de verduras se lanzó a la pileta y salió a flote: “Mis viejos tienen muchos amigos y comentaron que estaba vendiendo. Ese día compré 17 cajas porque pensaba que iba a vender eso pero me terminaron comprando 27. Al otro día, un domingo, me pidieron nuevamente y así estuve de ahí en adelante y hasta hoy no hubo día en que dejé de vender”.

La venta salía del boca en boca y Camila, junto a la ayuda de su familia se largó con ocho variedades de pizzas a un precio accesible (200 pesos) y una promoción por si vendía de a dos unidades. Según aclaró, la masa casera la llevaba a la parrilla donde le hacía la base y luego le agregaba el relleno, utilizando el horno de su casa.

La Guarida

Cel: (03564) 15367245.

Facebook: Pizzas La Guarida.

Instagram: laguarida2

Abierto de 20 a 23.

Lo que sorprende a Oyola es que el emprendimiento fue avanzando desde el primer día, algo que no imaginaba: “Pensé que era algo del momento, no sabía que iba a pasar cuando se abriera todo. Pero a la gente le gustó el producto y fue bienvenido”.

Según contó, llegó a vender como máximo 40 pizzas en un día: “Por ejemplo, los viernes ya a las siete y media de la tarde tenía vendidas 25 pizzas promedio. Había que hacerlas, repartirlas, era todo un trabajo y ayudaba siempre mi familia: mis viejos, mis hermanos que se pusieron la 10, mis hijos me ayudaban a armar las cajas”.

Cuando Camila vio que el emprendimiento era cosa seria sumó a un hermano y además a una amiga que había quedado sin trabajo: “A una amiga le dije ‘venite conmigo, ni lo pienses’. Nos largamos las dos. Llegamos a un punto que no nos daban las manos y se sumó mi hermano”, señaló y aclaró: “Lo que ganaba lo volvía invertir”.

El carro, el lugar

Octubre fue el mes para dar un paso más que importante. El pequeño negocio necesitaba visibilidad y acomodando los números, más la ayuda nuevamente del IFE, Camila llevó sus pizzas a un carro.

“Uno de mis hermanos trabaja en un taller y conocía al dueño que maneja los carros. Elegimos eso porque pensar en un local hoy es imposible, no dan los tiempos porque debés estar muy pendiente y además porque estamos en plena pandemia y es un riesgo”, consideró.

El carrito que identifica sus productos bajo la denominación “La Guarida” funciona desde hace dos semanas en la esquina de Sabbattini y 9 de Julio, un lugar muy transitado y que Oyola tenía visto ya que vivió en esa zona. “La zona es porque viví allí, muy transitada y veía que era un sector seguro y depende cómo se trabaje podés obtener ganancias. Juntamos el dinero y nos embarcamos con eso”, recordó.

Lo que no contaba Camila era qué le iban a pedir una vez que abriera: “Cuando vieron un carro me vinieron a pedir hamburguesas”, dijo riendo, aunque no se achicó: a las pizzas a la parrilla les sumó estas pero además milanesas y lomos. Próximamente llegarían las empanadas.

“No me imaginé esto en poco tiempo. Yo ya venía a los tumbos y siempre tratando de sacarle algo bueno a las cosas malas. A grandes rasgos es súper importante la auto-economía de la mujer con hijos, a eso apuntaba. Cuando me empezó a ir bien me animé a darle un empujón a otras chicas que la pasan mal y que hacen barbijos, alfajores, que no aflojen que la gente siempre da una mano”, explicó.

Sobre el no caerse ante las adversidades, Camila remarcó: “Tengo buenas bases. Con el IFE son 10 mil pesos que parecen mucho pero comprás poco. Nosotros somos siete hermanos, mi viejo siempre laburó y mi mamá se dedicó a nosotros y siempre tuvo un sueldo para manejarse, el cual multiplicaba por mil para llegar a fin de mes. Yo tomé esas cosas”, indicó.

Y aunque recién empiece la aventura con su carro alquilado, la joven junto a su hermano y su amiga aspiran a tener uno propio y a hacerlo itinerante: “La idea es comprar el carro propio y salir a promocionar nuestras pizzas a los pueblos”, imaginó.


“La gente ayuda”

Camila Oyola valoró la ayuda de la gente para poder crecer con su emprendimiento. “La gente valora el esfuerzo, te da una mano. Yo muchas veces les decía que si no me compraban no era problema, pero que me ayuden a promocionar lo que hacía porque no tenía para hacer publicidad ya que lo ganado lo invertía al negocio y para vivir”.

También agradeció a los comercios que le daban mercadería “a cuenta”: “Yo cada lunes cumplía porque el fuerte de venta son los fines de semana”.


La compu para que los chicos estudien

Otras de las satisfacciones que tuvo Camila con los IFE restantes que cobró, sumado a su negocio, fue poder adquirir dos computadoras usadas para que sus hijos pudieran hacer la tarea y tener sus clases virtuales.

“Yo no tenía celular porque se me había roto, estaba desconectada. Mis hijos usaban el de mi mamá, pero son dos y no alcanzaba. Primero compré una y después pude comprar otra computadora para ellos”, remarcó.


 ¿Un cuarto IFE?

El ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, dio precisiones esta semana sobre el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) y aclaró que el cuarto pago, que se debería dar en octubre, todavía "está en evaluación" y "aún no está definido" que vaya a concretarse.

"Vemos que está despareja la situación. En algunos lugares está rebotando la economía. Tiene mucho que ver con cómo va el tema de la salud", expresó el funcionario.

En septiembre pasado, cabe recordar, se terminó de pagar el IFE 3, que llegó a 8,8 millones de personas.